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SOCIEDAD | 13-09-2015 00:05

Refugiados sirios en Argentina: pocos, pero afortunados

A pesar de contar con una colectividad numerosa, nuestro país no tiene perspectivas de recibir gran cantidad de asilados. Los motivos.

La foto del cadáver de Aylan Kurdí, el niño retratado en una playa turca sobre el mar Egeo, puso el foco internacional sobre un conflicto que se arrastra desde hace más de una década: los desplazados dentro del mundo árabe. Argentina, a pesar de su enorme colectividad sirio-libanesa, no es el lugar que eligen los refugiados por diversas razones, y no por la burocracia del Estado.

"Hubo quejas por las trabas para ingresar al país como refugiado, pero se flexibilizó", cuenta Adam Husein, periodista del Diario Sirio-Libanés, quien agrega: "Hoy hay que llenar papeles y manejar una serie de trámites que antes tenían la traba de la necesidad de invitación desde la Argentina. Gracias a la movida mediática, eso ya no es así".

Husein explica que los movimientos "se coordinan entre las instituciones con colaboración de los Cascos Blancos del Gobierno argentino" y, principalmente, "gracias a la enorme solidaridad del argentino, independientemente de pertenecer a la colectividad", que llama para ofrecer hogar, cuidar chicos y otros actos altruistas para con desconocidos. Sin embargo, Husein aclara que Argentina no es, precisamente, uno de los lugares más buscados por las familias sirias para radicarse: "No hay 5 mil personas pidiendo entrar al país, sino que en los últimos tiempos se recibieron sólo cinco familias que se sumaron a los 200 que habían llegado en calidad de refugiados desde 2011".

"América latina, en general, queda lejos de Siria", explica Husein, y asegura que, a diferencia de otros momentos históricos, "los desplazamientos sirios de los últimos años se realizan con la esperanza de volver a casa cuando todo pase". Y esa es una de las razones por la cual muchos buscan Europa: la cercanía.

Las imágenes de refugiados golpeados y empobrecidos no se ven en Argentina por razones obvias: son personas que saben a dónde van y tienen que tener dinero para pagar pasajes de avión para toda la familia. "No llegaron a Ezeiza golpeados, fueron a Europa, de allí para acá, los ayudó algún familiar", explica Husein. Tal es el caso de Ramia Kabousha y George Saad, un matrimonio de profesionales que llegó desde Siria a principios de años con un hijo y otro en camino, que fueron traídos por Julio Sahad, un empresario argentino pariente del matrimonio. La familia se instaló en La Rioja, donde Ramia dio a luz a una niña y, en declaraciones a Clarín contó el itineriario del viaje: de Tartuf, en Siria, a Beirut, en el Líbano para abordar un avión a Estambul y, desde allí, otro a San Pablo, para luego hacer un trasbordo a Ezeiza, donde fueron recibidos por sus parientes antes de partir hacia La Rioja. Del mismo modo, otras familias se instalaron en Santiago del Estero y algunas quedaron en Buenos Aires. "Es distinto a lo que pasa en Europa, gente que se quedó sin recursos y se tienen que ir caminando con una mochila", retoma Adam Husein.

"Lo que le pasa a la gente es que tiene que movilizarse cuando la situación llega a la precariedad, cuando no se puede mantener el mínimo sostenimiento que le da el Gobierno y cuando estos grupos empiezan a hacer exterminación masiva de personas", explica el periodista Adam Husein respecto de la situación que se vive en Siria, donde hay ciudades que tienen luz pocas horas al día, no cuentan con combustible y a veces son blancos de batallas que duran semanas.

Micaela, una joven argentina hija de sirios llegados con la guerra del Líbano en los años setenta, cuenta que hay casos de personas que llegan desde Siria, no en calidad de refugiados, sino sencillamente como inmigrantes. "Somos una colectividad muy solidaria y, aunque seamos muchos, es como si nos conociéramos todos, sea porque tus abuelos eran del mismo pueblo de uno, o porque tenés tíos que conocieron a otros, siempre hay una forma de contactarse y ayudarlos", relata Micaela para luego explicar que se los recibe en casas de familia, se les da trabajo en algún negocio de la colectividad y se les presta ayuda económica para que puedan comenzar su vida acá o para que tengan sustento hasta que decidan si se quedan o vuelven.

Y ese es el punto en el que todos coinciden: los sirios tienen un arraigo tan fuerte en su tierra que la premisa no es buscar un mejor futuro, dado que sienten que no hay mejor mañana que volver a su tierra natal pacificada.

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