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COSTUMBRES | 19-09-2015 00:07

Los postergadores crónicos

Son impuntuales, no cumplen plazos y decepcionan a jefes y parejas. ¿Por qué les cuesta disciplinarse? Razones y remedios.

a procrastinación, término poco conocido y difícil de pronunciar, es un comportamiento que afecta muchos aspectos de la vida de quienes la padecen. Se manifiesta como una dificultad para abordar los compromisos cotidianos.

Aplazar o postergar una acción, puede ser en algunos casos una decisión adecuada. Sin embargo, cuando esa actitud se convierte en una constante, se pone de manifiesto un trastorno del comportamiento.

Los procrastinadores se especializan en dilatar, diferir, postergar o suspender tareas importantes dejándolas para más adelante. Esta conducta genera muchas dificultades en la relación con los demás. Muchos problemas surgen en los vínculos interpersonales ya que afecta la calidad de vida de los otros.

Es en el ámbito laboral donde el problema se hace más evidente ya que los plazos de entrega de los trabajos y la toma de decisiones se ven seriamente dificultados. Quien procrastina pone en riesgo la posibilidad de alcanzar una posición más relevante condicionando negativamente su desarrollo profesional.

Es común escuchar decir a los procrastinadores: “No llegué a terminar con lo que el gerente me pedía”; “¿A qué hora era la reunión? No llego”; “¡Uy! Perdón, me colgué; “Mi jefe se enojó, no terminé el informe”; “No, mejor lo haré mañana”.

Estas personas tienen una seria dificultad en la mensura del tiempo. Creen que tienen más tiempo del que disponen o que las tareas a realizar llevarán menos tiempo del que requieren. Algunos parecen ignorar que la convención temporal va conformando el universo cotidiano en el que interactuamos.

Para justificar sus faltas, se convierten en expertos en excusas. Las tienen tan incorporadas que forman parte de su filosofía de vida.

Para excusarse pueden recurrir a la mentira: “No me pasaron el informe a tiempo”, “Creí que XX se iba a ocupar de hacerlo” etc.

A medida que este comportamiento se sostiene en el tiempo, los sentimientos de culpa se intensifican deteriorando aún más su autoestima. Se excusan no sólo para convencer a los demás, sino también para justificarse ante sí mismos.

El deterioro de la autoestima opera como una barrera de contención que impide tener un comportamiento asertivo. De esta manera se genera una inhibición para actuar y el procrastinador comienza a dudar de su capacidad. Cosa que también piensan los otros. Comienza entonces un proceso negativo que se retroalimenta. Es decir, sus compañeros de trabajo tanto como sus superiores, le van perdiendo la confianza. Esta pérdida de confianza promueve rechazo primero y drásticas consecuencias después.

La reacción de los pares y/o superiores, en un primer momento, consistía en motivar. Pero después de un tiempo, al fracasar en el intento, quedan agotados los esfuerzos y extinguida la paciencia. Es entonces cuando aparece la imposición, la descalificación, las amenazas y por último, el despido.

Es por esta razón por la que las excusas se convierten en un obstáculo más que impide superar la procrastinación.

La procrastinación genera un alto grado de sufrimiento en muchas personas. El primer herido es el procrastinador porque es víctima de muchos prejuicios como, por ejemplo, el rótulo de “vago” que soporta.

Cuando son juzgados por su impuntualidad e incumplimiento de una tarea, pueden molestarse con quien se lo señala, pero en realidad es un enojo contra sí mismo por no haber podido concretar el objetivo sin que nadie se lo reclamara. La culpa es una pesada carga que frecuentemente se descarga sobre quiénes son testigos de la falta cometida.

Sin embargo, el procrastinador procrastina porque en ese momento no puede hacer otra cosa. La procrastinación puede ser un síntoma que manifieste otros desórdenes psicológicos tales como los trastornos de ansiedad, ADHD, depresión, etc. Queda mucho por investigar, pero tanto las neurociencias como la psicología están en ese camino. Se sabe que el procrastinador puede apoyarse en algunos recursos conductuales que lo ayuden a convivir mejor con esta dificultad. ¿Algunos posibles puntos de apoyo para el cambio? Generar un ambiente que le permita producir, no aspirar a la perpetua perfección, no exagerar la dimensión de la tarea y saber pedir ayuda a tiempo.

*Socióloga y Psicóloga.

por Graciela Chiale y Gloria Husmann*

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