Thursday 28 de March, 2024

CULTURA | 03-10-2015 00:31

La mirada múltiple

Una muestra antológica e imperdible de Eduardo Grossman reúne trabajos de su variada trayectoria, entre el reportero gráfico, el docente y el artista.

El sobresaliente Eduardo Grossman es de convicciones firmes y claras como su mirada; y tan directo en el trato como muchos de sus paisajes, vistas urbanas, retratos. Su obra trasunta una mirada discerniente, rigor formal y conceptual. Sin embargo, lejos de la autoindulgencia, cuando se le señala la maravilla de alguna toma –por caso la del papa Juan Pablo II en el Luna Park, durante su segunda visita a la Argentina en abril de 1987–, le atribuye el mérito a otro, al escenógrafo que imaginó tamaña cruz.

La muestra “Eduardo Grossman-Fotos. Antología posible” en Espacio de Arte - Fundación OSDE reúne imágenes de 40 años de trabajo, exhibida con una completa línea de vida. La selección de 120 fotografías fue realizada por su también notable colega Marcos Zimmermann, quien reunió las “distintas maneras de ser fotógrafo” de Grossman, atravesadas por su trayectoria como reportero y editor gráfico (en Editorial Perfil, Clarín, y más) como fotógrafo de publicidad, cine y teatro, y la fotografía de arte, la docencia.

Grossman fue cofundador de la agencia fotográfica SIGLA en 1974, participó del Núcleo de Autores Fotográficos en los años ’80, que favoreció la renovación expresiva de la fotografía y organizó Jornadas de Fotografía Buenos Aires-La Plata (1988) y Taller de Fotografía Periodística La Plata (1989).

La “Antología posible” es presentada en 13 capítulos precedidos por poéticos textos de Chela Gossman. “Mueren sus cuerpos y ellos / hacen como si nada / creen soñar”, anuncia los retratos, la serie más conocida del fotógrafo. Las imágenes captan gestos y rasgos de la personalidad del expansivo Pappo, del honesto e inteligente ex presidente Arturo Illia (1963-1966; derrocado por el ejército), de los músicos Atahualpa Yupanqui y Charly García, del pintor Carlos Alonso, del siempre enigmático Jorge L. Borges, del explorador Jacques Cousteau.

En el cruce del fotoperiodismo (“el mundo que le ha tocado y su opinión al respecto”) y el ensayo artístico (“que relega la inmediatez a un segundo término”), las imágenes analógicas en blanco y negro –con ricas texturas logradas por las tomas analógicas– y las digitales en color –más planas y con tonos saturados–, tienen tanto la impronta de cada período como una atmósfera atemporal. Son extraordinarios indicios de momentos irrepetibles.

por Victoria Verlichak

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