Thursday 28 de March, 2024

COSTUMBRES | 09-01-2016 00:27

Las mujeres del macrismo marcan tendencia

Sencillez sin adornos ni alhajas. El estilo de la nueva era. Presente austero vs. pasado barroco. El lujo en grado cero.

Un cambio de época siempre se traduce en un cambio de estilo. Y el estilo de una época siempre puede definirse a partir de la moda.

¿Es sólo austeridad lo que trasluce la vestimenta de la era macrista? De acuerdo con los looks que se vieron en el Teatro Colón, el día de la asunción del nuevo Presidente, parecería que sí. Las mujeres del PRO, funcionarias y esposas, empezando por la primera dama, brillaron por su sencillez.

Lo que más llamó la atención fueron las líneas simples de los vestidos y la ausencia casi total de colores, estampados y bordados. Tampoco hubo alhajas, excepto algún detalle de los que se usan todos los días (un par de minúsculos aros, un reloj, una cadena con un dije). La ocasión ameritaba brillos y fantasía. Pero lo que las mujeres mostraron fue racionalidad y cero ostentación. En realidad, en el outfit de la primera dama había más lujos de los que la imagen hacía suponer. Por ejemplo, el vestido blanco de Awada había sido diseñado –no especialmente para ella– por una de las casas de moda más exclusivas del país, Ménage-à-Trois. Su valor era (antes de la caída del cepo) de 30.000 pesos. Y el mínimo cinturón dorado que llevaba en la cintura, era, en verdad, una pieza del hiperfashion zapatero italiano Giuseppe Zanotti, que el equipo de Ménage pidió a la joyería Santino para que el modelo no se viera demasiado desnudo.

Más allá de estos detalles, la imagen era sencillísima. Lo mismo que la de Gabriela Michetti o Bárbara Diez. Podríamos continuar haciendo nombres y en todos los casos observaríamos el mismo patrón.

Lecturas. ¿Qué significa este rasgo tan marcado de estilo? En una primera lectura podríamos pensar que es el sello de una clase social (la clase alta, educada, con raices o aspiraciones aristocráticas) que aprendió desde la cuna que la simplicidad es elegancia y también, instinto de conservación.

Se podría conjeturar también una consigna implícita, compartida por todos miembros del macrismo, de considerar la austeridad como la mejor manera de responder a la descalificación por el origen social.

Por fin, este estilo supone un contraste con la estética peronista, kircherismo incluido. Si el menemismo se ilumina en la memoria popular con el brillo de los trajes del ex presidente y las piedras que Elsa Serrano bordaba en los vestidos de Zulemita; el ajuar cotidiano de Cristina no se quedaba atrás en materia excesos.

Frente a etapas anteriores más barrocas, las mujeres de Cambiemos parecen simples hasta el aburrimiento. Camisas y tacos bajos. Cuellos, manos y muñecas despojados, porque justamente las alhajas son expresión del despilfarro. Un verdadero “upgrade” de elegancia aunque las chicas del PRO tomen mate y bailen con Gilda.

por Adriana Lorusso

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