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CULTURA | 31-01-2016 00:17

Cosquín post-K

Un cambio de estrategia para relanzar el más tradicional de los escenarios argentinos.

El sábado 23 enero la maquinaria del Festival Nacional de Folklore de Cosquín volvió a encenderse. Con toda su furia renovada en debates estéticos y también políticos hasta el 31, en sus Nueve Lunas confluyen distintas vertientes de la música de raíz folklórica en el siglo XXI. Pero el de 2016 no es otro agitado enero más en su profusa historia. Al compás de los cambios en la política nacional, pero más aún bajo la nueva gestión municipal del socialista Gabriel Musso, la 56ª edición de Cosquín busca ser una bisagra frente a las de la era kirchnerista, no exentas de polémicas.

La nueva Comisión Municipal de Folklore debe resolver el grave déficit financiero heredado: hay que gestionar Cosquín de otra manera. ¿Se viene un festival sintonizado con el gobierno de Mauricio Macri? Más que afinidades políticas –a la vista– con el PRO, se auguran cambios en la manera de administrar y organizar el certamen.

La certeza es unánime. El principal problema que vive Cosquín es económico: la nueva Comisión arrastra deudas de alrededor de 10 millones de pesos y, encima, la Municipalidad tiene un rojo de más de 90. Ese doble déficit condicionó la contratación de artistas y las cuentas generales. La edición 2016 también busca distanciarse frente a las furiosas críticas que recibió la de enero de 2014, cuando la superposición de favores (privados y públicos) hizo que artistas ignotos y sin talento fueran programados en horario central mientras otros emblemáticos debían esperar largas horas para tocar.

Para limpiar esa imagen, en diciembre Gabriel Musso viajó a Buenos Aires junto a la Comisión de Folklore, para conseguir apoyo. Pero no es cuestión de quedarse esperando. “Asumimos el rol de defender la cultura folklórica. Más allá de buenas o malas administraciones, tenemos que lograr la autofinanciación”, confía Damián Torletti, secretario de Programación. El público también dirá lo suyo. A pesar de la inflación, las entradas cuestan entre 80 y 350 pesos, un 50 por ciento menos que en 2015.

Programa. Ahí está la clave del Festival. Reunir generaciones y lograr que la gente vuelva a la Plaza Próspero Molina. Si bien esta vez no estarán Abel Pintos y Jorge Rojas, quienes hace años garantizan los éxitos de taquilla, la grilla es interesante. Vale un paneo: Sergio Galleguillo y el Chaqueño Palavecino compartieron la Luna del 25, uno en la apertura, el otro al cierre. El 26, Soledad festejó sus veinte años en Cosquín con invitados: Palavecino, Los Manseros Santiagueños, Luciano Pereyra, Los Tekis, Jorge Rojas, Los Nocheros, Facundo Saravia y largos etcéteras. A su vez, el Dúo Coplanacu celebra sus treinta años el sábado 30. Pero el pulso de la 56ª edición no dependerá sólo de los masivos. Retornan una serie de innovadores como Raúl Barboza, Suna Rocha, Jorge Fandermole, Peteco Carabajal y Horacio Banegas. También hay un emotivo final de clásicos con Los Manseros, Los Cuatro de Córdoba, Los Cuatro de Salta y Vitillo Ábalos, entre otros. “Ojalá estuvieran todos –dice Torletti–. Porque Cosquín es de ellos y de la gente. Nosotros sólo tenemos las llaves de la Plaza”.

por Patricio Féminis

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