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COSTUMBRES | 10-02-2016 15:53

Tendencias: ¿Velo para todas?

Diseñadores reconocidos crean para mujeres musulmanas y su estética ya influye en Occidente. ¿Será el “hijab” moda global? Ver fotos

La moda siempre da que hablar. Y por los más variados motivos. El tema fashion del momento son las “hijabsters” o “hijabers”, las mujeres musulmanas que usan velo (de ahí el nombre que se les da) y ya se han transformado en un fenómeno cultural desde Indonesia hasta Europa.

Un estudio de la agencia JWT determinó que en todo el mundo musulmán está surgiendo con fuerza una generación de jóvenes que ven en la moda una forma de expresar su individualidad, adoptando accesorios de vanguardia: zapatos de diseño, cinturones y carteras de marca, mezclando colores llamativos y eligiendo modelos que redefinen la vestimenta islámica tradicional. Para ellas, las “hijabsters”, ser elegante y ser devotas no son excluyentes. Tanto que hace dos años la diseñadora de moda neoyorquina Nailah Lymus fundó la agencia UnderWraps, la primera de las modelos musulmanas que ya ha participado con sus mannequins en la pasarela de Nueva York.

“El hijab fashion acaba teniendo en común el uso del velo, con la cara descubierta, los vestidos de largo midi, amplios, evitando cualquier detalle ceñido, cubriendo al máximo el cuerpo. En verdad es una manera de democratización y de expresar una cultura que pocas veces se ha visto en las pasarelas”, dice la asesora de imagen Claudia Lombardi.

Negocios. Una muestra del mercado que está en juego son los precios que se pagan por algunos diseños. Hace un año, el británico Debbie Wingham conmocionó al mundo con la venta de su Red Diamond Abaya (la túnica negra larga hasta los pies que se usa sobre la vestimenta en los países árabes) en 17 millones de dólares. Se convirtió en la prenda más cara del mundo. En esta espectacular “abaya” hay dos mil piedras que incluyen cincuenta diamantes blancos de dos quilates, cincuenta diamantes negros de dos quilates, 1.899 diamantes facetados y un hermoso diamante rojo de un valor de 7.4 millones de dólares.

La industria mundial de la moda musulmana se estima en un volumen de 96.000 millones de dólares y sigue creciendo. Yakarta, capital de Indonesia, es una de las ciudades llamadas a convertirse en la capital de la moda después de París, Londres y Milán.

Pero, ¿cómo es la “hijabster” típica? No se viste de negro ni reniega del brillo, el maquillaje y los tacos. Se esfuerza por mostrar que si bien es musulmana, también es moderna y emancipada. El hijab se ha convertido para ella en un instrumento de afirmación más que de sumisión.

Los medios italianos difundieron hace unas semanas dos fotografías que el diseñador Stefano Gabbana publicó en Instagram en las que muestra a dos modelos ataviadas con hijab y con largas túnicas. Luego, la casa de moda presentó su colección en la edición árabe de Style.com, el portal en internet de Vogue: Abaya Collection. Conjuntos de velo y túnica enriquecidos con piedras, bordados, encajes y estampados geométricos o con motivos vegetales son los que se imponen en esta nueva colección. Las prendas transitan entre tonalidades neutras como el negro o el beige con estampados de limones y flores, además de enriquecerse con accesorios como vistosas gafas de sol.

Pero Dolce & Gabbana llegó relativamente tarde al mercado musulmán. Donna Karan, Tommy Hilfiger y Oscar de la Renta ya habían lanzado una colección cápsula en 2015, mientras que marcas de moda masivas como Zara y Mango hace tiempo que tienen tiendas en los países musulmanes más ricos. Lo verdaderamente innovador en la línea de D&G es que si bien se dirige a las “hijabster”, también tiene en la mira a las europeas y norteamericanas en un momento político en el que la relación Islam-Occidente es ultra tirante. Se dirige a aquellas mujeres que viven o se han criado en Occidente pero cuya cultura es oriental. Dolce & Gabbana ha visto en la moda musulmana un mercado aún inexplorado y una expresión identitaria con fuertes cimientos en la religión.

Con la incursión de grandes empresas y reconocidos diseñadores occidentales en los vestidores de las musulmanas queda en evidencia lo que significa ese mercado para la industria textil y comienza a hacerse oír la inevitable pregunta ¿llegará el día en que las mujeres occidentales se sientan atraídas por esta moda y adopten el “hijab” como accesorio, sin sus connotaciones religiosas?

Tendencia. Esto sería posible para “un ciudadano global y mediatizado por la tecnología, que toma inspiración de todas partes del mundo para armar sus consumos. Es un perfil minoritario, pero es factible encontrarlo en la moda con una veta de excentricidad”, dice María Ximena Díaz Alarcón, directora de Trendsity, consultora especializada en tendencias.

“En principio, parece muy difícil que una prenda con una carga tan simbólica se imponga como accesorio por fuera de la cultura que la alberga. El caso de D&G probablemente responde a que las ventas de moda en Medio Oriente en general son importantes, y por esa razón muchas marcas de moda y cosméticas lanzan prendas de relevancia cultural local para estos mercados. Pero se trata más de generar una propuesta de relevancia local para una mayor cercanía con el consumidor, que un deseo o expectativa real de que la prenda diseñada se comercialice y menos aún se imponga por fuera de esos mercados”, esclarece Mariela Mociuslky, directora socia de Trendsity.

El hijab es visto como una herramienta de empoderamiento: define la presencia de una mujer con poder y estilo.

El término, en su raiz, significa “esconder”, “ocultar a la vista” o incluso “separar”: da lugar también a palabras como “cortina” o “pantalla”, y por tanto su campo semántico es más amplio que el del castellano “velo”. El término “hijeb” aparece en el Versículo 53 de la Sourat 33 del Corán y refiere a la “cortina” detrás de la cual es más “puro” hablar con las esposas del profeta si uno está de visita en su casa. Es la única vez que es nombrado en el Corán.

Pero lejos de tener un significado estático, el hijab adquiere nuevas connotaciones en cada época. Por ejemplo, en Turquía, en los últimos tiempos, muchas jóvenes comenzaron a usarlo nuevamente sin una intención específica política o religiosa. Muchos conciudadanos creen que se trata de recuperar un elemento bello del patrimonio cultural musulmán.

El hijab, tal como lo vemos hoy, es una reivindicación de la identidad más profunda de muchas mujeres en el mundo. ¿Llegará algún día a perder este significado profundo y a transformarse sólo en un accesorio fashion? Por ahora, el momento parece todavía lejano.

por Alexandra Zimmer

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