Lo que pasa en Punta… queda en Punta”. Esa es una de las frases que mejor le sientan a esta relampagueante escena esteña en la que todo es fuegos artificiales, corchos de champagne por el aire, y mucha, pero mucha improvisación. Si la cubierta de Punta puede llegar a ser el esplendor de la belleza dorada al sol, la crema del medio son las fiestas más deslumbrantes. ¿Dónde si no desplegar las tendencias, exhibir la superficie, y al final, divertirse hasta que vuelva a salir el sol? Allí, en las fiestas, donde también llegan los besos inesperados y las relaciones que Mía Astral no puede calcular, donde lo que hiciste el verano pasado ya no cuenta, es el escenario –siempre escenografiado–en el que todo puede ocurrir.
La lista. ¿Las grandes parties de fin de año? Pues, son la nata del verano. Y pueden arrancar así: “Sólo podés acceder si conseguís la llave que abre la puerta de la fiesta”. La frase literal fue dicha por Calu Rivero, DJ (algo más que ocasional) que debutó arengando el dancing de la fiesta Sensation en Club de Playa, en una carpa beduina de cara al mar. Adiós para siempre a las contraseñas de antaño (exacto, ya no son cool): si no tenías la llave (con hashtag, #GetTheKey), quedabas literalmente out de un New Year’s Eve sensacional.
Otra de las grandes fiestas para echar por la puerta chica al año que se fue, fue la Unlock Night en Finca Narbona. Baile bajo las estrellas, “line up” envidiable, SRZ (la DJ Soledad Rodríguez Subieta) como aditamento y garantía de “coolness”: una idea del DJ y empresario Gabriel Solimano, un obsesivo que es capaz de meter la mano en los barriles de cerveza para ver si está lo suficientemente fría.
“Voy a empezar el 2016 en la Saint Tropez de Punta”, advertía la coqueta mujer de un empresario de medios quien, como muchas otras socialités, chocó sus copas con los suyos en Bagatelle, el parador más chic de la Riviera francesa que debutó en la península uruguaya en el Mantra, en las arenas de Manantiales, casi un condado de los Macri. Por allí alzaba su copa festejando los chistes de todos el empresario argentino Jorge Alberto Goitía, “also known as” “el zar del juego” en Corrientes, quien se asoció a otros inversores europeos y convirtió al Mantra en una sede de la Costa Azul, donde se pavonearon con su glamour Patricia Della Giovampaola, o el empresario Cristiano Rattazzi, marcado siempre de cerca por su novia, Gabriela Castellani.
No hay temporada top que valga, hasta que no baja la bandera de la fiesta de Lacoste, la más exclusiva de todas que, en el parador La Huella, se apropió de la tendencia de hacer parties más restrictivas –listas para poquísimos–. La gran fiesta del cocodrilo que, con sus incansables “Fireworks”, fue el “dancefloor” del debut de las vacaciones de soltera de Pampita. “Chicos, por favor, no me saquen tantas fotos bailando y tan feliz, que me perjudican, ¿sí? Todo bien, pero me puede traer problemas”, suplicó la modelo en charla con los paparazzi, con los mismos a quienes pocos días después les devolvió la gentileza jugando a la fotógrafa y compartiendo la imagen en todas las redes.
Si hay algo que sobra en Punta es polvo. Y no sólo con el que se dan algo más que un “toquecito” muchas celebrities. Esta temporada, la Holi Beach Party importó a Uruguay un formato de fiesta de la India, donde las verdaderas stars son unos tubitos de polvo de colores. “No es dañino y no pasa nada en la piel”, explicó una de las productoras, empolvada hasta la coronilla y con su piel ajada por el sol. ¿Dónde? En La Susana, en José Ignacio, donde miles de jóvenes –entre ellos mucha chica que encajaría en el casting de “Las vírgenes suicidas”, de Sofía Coppola– bailaron como zombies desde el “sunset” al amanecer.
Nada mejor que un famoso para oficiar de anfitrión en una fiesta sponsorizada como Chandon, donde todos los años una celebrity abre las puertas de su chacra para festejar de “punta en blanco” para las revistas. Amigo de todos y todas, que convocara el top y ahora aclamado conductor de tevé Iván de Pineda, fue garantía de presentismo. Más de cuatrocientos invitados, entre los que estuvieron Nicolás Repetto y Flor Raggi –“hosts” de la del año pasado, donde festejaron sus veinte años de amor, por caso–, Andrea Bursten, Nacho Viale, y el modelo Maxi Patané, disfrutaron de la enorme casa con salida al mar y decorada por Javier Iturrioz. Entre burbujas, los habitués se desplazaron desde las galerías de la chacra hasta la playa, adonde llegaban gracias a una enorme pasarela donde se daba el dancing. El living estaba prohibido para el acceso, pero finalmente Iván dio el okey para que se sentaran a charlar las hijas de las grandes divas argentinas, Marcela Tinayre –junto a Marcos Gastaldi– y Mecha
Sarrabayrrouse –acompañada por el siempre “party animal” Joe Miranda–.
Rojos. Cada vez más silenciosos, los hermanos De la Rúa celebraron a lo grande como todos los años la selecta fiesta que hacen en La Colorada, la que supo ser chacra de Shakira, y que hoy Antonio comparte con su mujer, la DJ colombiana Daniela Ramos y su hija Sulu. Junto a Aíto, la ex pareja de la cantante metió a casi mil personas en “La Red” –así es como llaman a la “party” en la intimidad– con una muy estricta lista de invitados. “Siempre nos gusta traer algo nuevo”, reveló ante sus amigos Antonito, que esta vez eligió a un DJ de Egipto del que… ¡nunca retuvo el nombre! Otra de las fiestas obligadas para los top, quienes deben colgar un rosario a la vista en el auto, si es que quieren que los hermanitos les abran las puertas a la diversión fuera del “spotlight” de los paparazzi, y donde la gran mayoría se excede sin cuidado alguno. ¿El “hightlight” de “la Red”? El amanecer con la vista al lago, fuegos artificiales en el medio del verde, y un servicio de catering –y todo lo demás también– verdaderamente imbatible.
por Carolina Simmer
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