Friday 29 de March, 2024

OPINIóN | 01-03-2016 13:42

Discurso de Macri: guiño a Néstor, bomba a Cristina

En su mensaje al Parlamento, el Presidente le tendió un puente simbólico al kirchnerismo dispuesto a negociar.

No era un discurso fácil de escribir. Pensar el mensaje presidencial de primera apertura de sesiones parlamentarias para un político que no iba a disfrutarlo -como se notó en el caso de Mauricio Macri, quien reprimía su apuro por terminar el trámite- debió haber sido una tarea digna de un relojero suizo, o más bien de un experto en explosivos. El texto tenía que reflejar la delicada estrategia de neutralización de la “resistencia” K que viene empujando el macrismo desde la noche del triunfo electoral. Por eso la tarea se parece al trabajo de colocación de explosivos para demoler un edificio en pleno microcentro. Metafóricamente, el nuevo relato M apunta a hacer implosionar el edificio kirchnerista sin dañar los cimientos del plan de gobernabilidad que el Gobierno necesita tejer con buena parte del peronismo, que trata buscar su zona de confort en la oposición.

Como dijo Macri cuando recordó su formación de ingeniero, el principal puente que promete construir es con los heridos del PJ, tanto los que integraron la disidencia anti K durante la “década ganada” como los que hasta ayer militaban -con o sin fe- en el oficialismo kirchnerista. Y para no herir susceptibilidades de los kirchneristas que sí quieren ir bajando las banderas para volver al peronismo que siempre se acomoda en tiempo y forma, Macri mencionó en su discurso a Néstor Kirchner, pero no para criticarlo por la “herencia recibida” sino justamente para salvarlo de ese diagnóstico, colgándole las facturas más impagables a la era Cristina. De Néstor rescató la política económica de los “superávits gemelos”, y al cristinismo le tiró el fardo de toda la dilapidación de recursos del Estado y el descontrol inflacionario. Con esta operación de corte entre los dos kirchnerismos (el de Néstor y el de Cristina), Macri abrió una puerta de dignidad a todo peronista que haya integrado el anterior oficialismo, y que ahora busque sumarse desde la oposición a los nuevos esquemas de poder y negocios. Los únicos discriminados serán los cristinistas hasta la muerte, que probablemente vayan quedándose aislados con el correr de los meses, siempre y cuando el macrismo no pierda el timón de la Argentina.

Si lo pierde, y todo explota como le pasó a la Alianza delarruista, quizá sí el cristinismo tenga una oportunidad clara de volver del pasado, como sucedió con Carlos Menem cuando el crack institucional del 2001 le dio la chance de competir con chances de ganar en la elección que finalmente se llevó Kirchner, en 2003. Esa sutil reivindicación del peronismo de Néstor que ensayó Macri en su discurso sirve para contener, entre otros, al massismo, que hoy por hoy es un socio clave en el poroteo parlamentario. También tiende un puente a muchos periodistas y opinators kirchneristas que, forzados económicamente a abandonar “la Grieta”, puedan hacerlo con cierta elegancia. En todo caso, el experimento macrista consiste en trasladar esa grieta cultural al interior del peronismo, más precisamente al interior del núcleo K, que puede dividirse entre los que siguen acompañando a Cristina en el llano y los que, reenamorados del peronismo puro, se arriman una vez más al Gobierno de turno sin la humillación de bajar el cuadro de Néstor de sus despachos.

*Editor Ejecutivo de Revista Noticias.

por Silvio Santamarina*

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