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CIENCIA | 21-03-2016 22:00

Por qué los hombres se obsesionan con las lolas

Antropólogos, neurocientíficos y biólogos evolucionistas creen que pechos grandes y bien formados hablan de una mujer fértil y sana. Y que estimularlos sexualmente fortalece el apego de esa mujer por su actual pareja.

¿Por qué los hombres heterosexuales se obsesionan tanto con los pechos femeninos? Al fin de cuentas, podría decirse desde un punto de vista estrictamente descriptivo, no son más que dos pulposas bolsas de grasa que cuelgan (con mayor o menor gracia, dependiendo de los casos) de los torsos de las mujeres. Pero las culturas, las diferentes culturas dispersas por el mundo, consideran que no son solo eso. Los pechos, las tetas, las lolas femeninas han sido durante milenios objeto de deseo, fijación y hasta temor.

Los científicos tienen hipótesis para explicar el hecho de que, aunque las mamas son características de todos los animales mamíferos, en los seres humanos cumplen con un rol sexual fundamental. En 1999, el biólogo canadiense Bruce Bagemihl describió haber visto cómo los bonobo (parientes muy cercanos de los humanos) se estimulan sus propios pezones durante la masturbación. Pero aún así la realidad es que son muy pocos los mamíferos que tienen sexo cara a cara, con lo cual la estimulación de los pezones es una rareza fuera del mundo humano.

Entrar por los ojos. Lo cierto es que los pechos de las mujeres están hinchados todo el tiempo y no solo cuando tienen un bebé al que amamantar, como sucede con las hembras mamíferas. Eso es, precisamente, gracias a que son depósitos de grasa. ¿Para qué evolucionaron de ese modo? El antropólogo Owen Lovejoy, entre otros, cree que esto fue para promover las relaciones sexuales humanas; por eso (dice) los hombres tienen penes relativamente más grandes de lo esperable para su tamaño corporal.

En ese sentido, lo que los pechos femeninos harían es atraer las miradas masculinas para que esos hombres “comprendan” instintivamente que las mujeres que les gustan son saludables y tienen más ventajas, a la hora de nutrir a una potencial prole. Estudios hechos en laboratorio indican que los hombres prefieren los pechos grandes y una proporción cintura/cadera bien acentuada como un signo de juventud y fertilidad. Un dato muy poco difundido es que investigaciones realizadas en Gran Bretaña demuestran que las mujeres de pechos grandes tienen niveles más altos de hormona estradiol durante la época media de su ciclo, lo que podría (efectivamente) aumentar su fertilidad.

Nutrición como excusa. Pero no todos los científicos están de acuerdo con estas ideas. Hay una corriente cuya hipótesis es que la evolución le dio a los pechos de las mujeres una función primordialmente sexual usando como “excusa” la alimentación de los cachorros humanos.

Larry Young, profesor de psiquiatría en la Emory University (EE.UU.), que estudia las bases neurológicas de los comportamientos más complejos, cree que la evolución humana usó los circuitos primitivos que fortalecen la relación madre-bebé a través del dar la teta, también para robustecer la unión de las parejas humanas. De algún modo, los hombres serían como los bebés, en lo que a adorar y necesitar los pechos femeninos se refiere.

¿Cómo se da este robustecimiento? Cuando los pezones femeninos son estimulados, el cerebro de la mujer se llena de una hormona, la oxitocina. Conocida popularmente como “hormona del amor” ella es de gran ayuda para que la mente de la madre se focalice con más fuerza en la atención y en el apego hacia el recién nacido. Los estudios científicos indican que este circuito de estimulación no desaparece cuando el bebé crece. Y no se activa exclusivamente con él.

La estimulación de los pezones incrementa el deseo sexual en la gran mayoría de las mujeres y activa las mismas áreas que la estimulación de la vagina y el clítoris, de acuerdo con hallazgos científicos. Cuando una pareja sexual acaricia los pezones y los pechos de una mujer se liberan torrentes de oxitocina que bañan el cerebro de la amante, lo que hace que su atención se centre en su compañero sexual, y que aumente su deseo de conectarse íntimamente con ese hombre.

De algún modo, los varones se hacen desear a sí mismos por medio de la estimulación de los pechos de la mujer a la que quieren conquistar. La evolución, dice Young, hizo entonces que a los hombres les guste mucho hacer eso: buscar, mirar y acariciar los pechos de las mujeres que les atraen como pareja sexual.

La explicación suena bien. Moderna. Evolucionada. Actualizada para los tiempos de las neurociencias. El único escollo que aún debe atravesar es el cultural: porque aunque la estimulación de los pezones parece ser una actividad placentera a nivel planetario, el tamaño de lo que se consideran pechos atractivos no es igual en todo el mundo. Ni en todas las épocas históricas de una misma cultura.

Pero esa ya es discusión para otra nota.

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