Tuesday 23 de April, 2024

MOTORES | 30-03-2016 15:31

Un Smart de cuatro puertas

Nueva generación del simpático modelo pequeño y urbano. Garantía corta.

Quienes visiten Europa, sobre todo grandes urbes como París, Roma, Londres o Berlín, encontrarán que es algo habitual ver en las calles los microcar o autos supercompactos para la ciudad. El referente indiscutido es el smart, un modelo que nació hace casi 20 años fruto de una sociedad entre la firma de relojes Swacht y Mercedes-Benz. aunque desde hace un largo tiempo smart es propiedad de la automotriz. Hoy se presenta una nueva generación con versiones denominadas smart fortwo y forfour que comenzarán a comercializarse en breve.

El modelo que llega a la Argentina comparte elementos en común con el compacto Renault Twingo y por ahora solo se ofrecerá con techo duro.

Con respecto a su antecesor crece en dimensiones y suma una variante más larga de cuatro puertas, que según el importador, tiene muchas posibilidades de transformarse en la favorita.

Las versiones, según su equipamiento, se denominan city, pasión y top. Cuentan con un motor naftero ubicado debajo del piso del baúl, de tres cilindros, de menos de un litro, que puede desarrollar, 71 caballos o 90, en el caso de la equipada con turbo. La tracción es trasera. Según el fabricante, este último puede alcanzar los 165 km/h de máxima. Su reducido tamaño le permite girar en espacios pequeños por lo que resulta muy fácil de estacionar.

Hay que considerar que se trata de un modelo que se siente cómodo para circular por asfalto en buen estado. Los baches y empedrados hay que tratar de evitarlos.

A la hora de salir a la ruta queda algo comprometido cuando se presentan vientos cruzados, sobre todo al momento de sobrepasar un camión u otro vehículo de gran porte.

Este pequeño objeto de culto está bien equipado, en cuanto a elementos de confort y seguridad, pero es poco accesible si consideramos su tamaño. Se ofrece desde US$ 22.900 hasta US$ 29.600 y la garantía es de apenas dos años.

*Editor Revista Parabrisas

por Augusto Brugo Marcó*

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