Friday 29 de March, 2024

OPINIóN | 12-07-2016 18:43

No hay ajuste sin costo social

Tras el viraje a políticas monetaristas en casi toda América latina, tarifazos y devaluaciones golpean a los sectores más vulnerables. Por Federico Poli.

América latina tiene fortalezas de corto plazo y debilidades estructurales. ¿Hasta cuándo es sostenible esta aparente contradicción? El panorama de la región y sus perspectivas son crecientemente preocupantes porque se muestran como tendencias persistentes difíciles de revertir en un mundo que se reafirma en un escenario de estancamiento secular, en el que existe exceso de liquidez y escasez de demanda. El mundo crece a tasas bajas, las altas deudas públicas y privadas son una losa sobre el crecimiento e impiden hacer políticas fiscales expansivas, en tanto las bajísimas tasas de interés (negativas en muchos casos), en un escenario de tensiones deflacionistas en los países desarrollados, le quitan efectividad a la política monetaria. La desocupación y la precarización del trabajo siguen siendo desde la crisis del 2008 los principales problemas en el mundo. Pero, aún dentro del pelotón de los emergentes y en desarrollo, América Latina mostró en 2015 el peor registro de crecimiento del Producto en 31 años (-0,25%), exceptuando el 2009, año de la crisis mundial. América latina fue, junto con la Comunidad de Estados Independientes (CEI), empujados por Rusia, la única región del mundo en recesión y con la expectativa de la menor tasa de crecimiento en el mundo para el 2016 (0,77%). Una zona de bajo crecimiento del mundo como la del euro, por ejemplo, creció 1,5% en el 2015 y proyecta 1,6% para el 2016.

Tendencias. Por ejemplo, en los últimos tres años la tasa de ocupación latinoamericana cayó cerca de 3% y la tasa de desempleo podría terminar este año en 7%, según la OIT. También estaría bajando  el empleo asalariado e incrementándose el trabajo por cuenta pro-pia, lo que podría estar engrosando la informalidad. Para confirmar el retroceso, la tasa de ahorro del 2015 (16,8% del PBI) se ubicó en niveles similares a los de fines de los años ’90, en tanto la tasa de inversión (20% del PBI) nos retrotrae al año 2003, al comienzo del super-ciclo de las materias primas. Esas ta-sas son las más bajas del mundo, iguales a las de las economías maduras de Europa que no se recuperaron aún de la resaca de la crisis. Vemos que la región de América Latina y el Caribe persistentemente permanece en zona de déficit. Solo unos pocos años de interregno de superávit cortan la serie. Por lo tanto, debe recurrir siempre al ahorro externo para cerrar ese gap. El problema que está detrás de esta brecha no es que se invierta mucho sino que se consume mucho y se ahorra poco. Retornaron con fuerza los déficits gemelos, el fiscal y el de cuenta corriente externa (2013/14 -2,7%) a todos los países grandes de la región. Esos déficits en cuenta corriente externa -como el de la Argentina- resultan difíciles de financiar e inevitablemente disparan ajustes contractivos. Cuando se pone en perspectiva histórica el comportamiento del sector externo de la región, nos encontramos con que el déficit en cuenta corriente alcanzará este año -medido como promedio de los últimos cinco- el nivel que tuvo en 1984, que fue el peor de la serie histórica en más de tres décadas. Con algo a favor: el rojo del 2016 será con una carga de intereses por debajo del 1,25% del Producto; en 1984 representaba 3,75% del PBI. El déficit externo se profundiza cuando el escenario internacional se pone más complejo, dada la normalización, lenta, de la política monetaria de los Estados Unidos. Así, el financiamiento del rojo externo aparece más difícil de alcanzar, tanto por el lado financiero como de parte de los flujos de Inversión Extranjera Directa (IED).

Por un lado, se endurecen las condiciones del financiamiento internacional para los países de América Latina, tanto el del mercado de deuda soberana como el de deuda corporativa, por el menor crecimiento y las dudas sobre el futuro y la devaluación de las monedas locales y el súper dólar, que hacen más pesada la carga de intereses. El ingreso de flujos financieros (deuda y acciones) cayó 40% el año pasado, de US$ 115.000 millones en el 2014 a 70 mil millones. Las emisiones de deuda por sectores mostraron las siguientes caídas: 75% bancos, 48% sector privado, 46% cuasi-soberanos, 13% soberanos y 7% supranacionales. En el tercer trimestre del 2015, las emisiones cayeron 63% respecto a igual período del 2014, el nivel más bajo desde la crisis financiera del 2009. Este escenario luce más preocupante cuando se lo junta con el panorama de los vencimientos de deuda corporativa en la región, que muestra un incremento desde los US$ 38.000 millones (16.000 millones nominados en dólares) del 2014 a vencimientos por más de US$ 60.000 millones (47.000 millones nominados en dólares) en el 2020 y años siguientes.

La movida del capital. La cuestión a la que hay que prestar atención es el descalce de monedas de parte de esta emisión de deuda. Un informe del FMI del 2015 destaca las situaciones que encienden luces amarillas: en Brasil y México desde 2009 el sector construcción emitió deuda por US$ 3.500 millones y en Chile el sector de retail explica el 15% del total de emisiones en mercados internacionales desde el 2011. Por otra parte, mientras los flujos de inversión extranjera en el 2014 hacia los llamados países en desarrollo se incrementaron 4%, hacia América latina cayeron 16% y en el 2015 -22%. Aún se ubican en un 2,6% del PBI regional, apenas un poco por debajo del promedio de largo plazo y en niveles similares al déficit de la cuenta corriente. Es decir: la inversión extranjera constituye en la actualidad el mayor pasivo externo de la región y genera flujos de renta que abultan el déficit en cuenta corriente (royalties pagados al exterior).

Los ajustes externos están produciéndose vía devaluaciones de monedas locales (entre 2013 y 2016 40% en Chile, México y Perú y 95% en Brasil y Colombia) que reducen las importaciones al encarecerlas y también al caer la tasa de crecimiento del Producto, pero no logran aumentar las exportaciones. Las ventas externas de la región se desplomaron por tercer año consecutivo en el 2015 alcanzando el -14%, caída de un trienio que no se registraba desde los años de la Gran Depresión (1931/33), cuando el valor exportado había descendido 23% anual. Por lo tanto, el valor del trienio 2013-15 constituye el peor desempeño en ocho décadas. El comercio intrarregional cayó el 21% en el 2015. Lejos de los años´80, pero también del superciclo de las materias primas, la  región está atravesando un período de menores tasas de crecimiento.

*Economista, ex jefe de gabinete del ministro Roberto Lavagna.

por Federico Poli*

Galería de imágenes

En esta Nota

Comentarios