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PERSONAJES | 14-07-2016 15:24

Julieta Kemble: "Vivo en conflicto con mi círculo por lo que digo y hago"

Difusora de la obra de su padre, presentó un mural en arteBA y es parte del reality “Lucky Ladies”. Apariencias y participación política.

Hasta pocos meses, no muchos conocían la voz de Julieta Kemble. A juzgar por sus fotos en las secciones de Vidriera de las revistas, o de Arte en las muestras relacionadas con su padre, Kenneth Kemble, o incluso por sus imágenes como modelo en los ’90, podría haber sido una mujer de tono bajo y frágil, tan delicada como su imagen de beldad rubia de ojos verdes. Pero con el reality de Fox “Lucky Ladies”, sobre la vida de seis mujeres relacionadas al polo –está casada con el polista Justo Saavedra–, todo cambió. Se dio a conocer una Julieta estridente, que no se calla nada, da muestras de un carácter firme y aguerrido y mantiene el foco en sus objetivos. De hecho, uno de los principales por los que peleó en el reality se concretó: recrear en arteBA un mural que Kemble pintó para la Exposición Internacional del Automóvil en 1960. De 16 metros de alto por 20 de largo, el resultado fue una obra imponente que homenajeó al artista desde la entrada y que sintetiza la labor de Julieta como difusora del legado de su padre.

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Noticias: ¿Cómo surgió esta recreación?

Julieta Kemble: Es la reconstrucción histórica de un mural que se hizo en 1960. Se recreó a partir del boceto que hizo mi padre porque la obra se destruyó. El muralista Esteban Campilli lo pintó con las manchitas y rastros del pincel tal cual lo hizo Kemble.

Noticias: ¿Por qué le interesaba que estuviera en la calle?

Kemble: Que lo urbano y el arte se unan me parece una linda propuesta. Además, el Museo de Arte Moderno, de quien fue la idea de reconstruirlo, tuvo siempre relación con Kemble. Y poner una obra de esa envergadura en la ciudad es un acto artístico en sí.

Noticias: ¿Qué le produjo verlo terminado?

Kemble: Me impresionó que no me haya producido nada. Soy una persona muy emotiva, pero el proceso fue estresante porque había poco tiempo. Cuando trabajo con Kemble, busco la perfección; soy obsesiva. Me costó disfrutarlo porque había detalles que quería que estén mejor. En la inauguración me molesté porque hay gente que va por lo social y ni lo miraban. Se me pasó con los días porque se me acercó mucha gente a felicitarme. El único momento en el que me aflojé fue cuando vino mi hijo mayor, Octavio. Es distante, me considera una pendevieja, no le interesa nada de lo que hago. Cuando se acercó al mural, me emocioné.

Noticias: La obra de su padre es finita. ¿Qué va a pasar el día que no tenga más para vender?

Kemble: Tengo bastante obra de Kemble y en estos 18 años desde su muerte la cuidé mucho. Pero no encuentro un socio que entienda que es un artista que no tiene el lugar que debería. Tendría que estar en algunos museos en los que aún no está. Esa es mi lucha. No puedo deshacerme de obras importantes hasta que no tenga esos casilleros llenos. Necesito un galerista que promocione la obra de mi padre con gestión, muestras, libros, envíos a museos… Pero los galeristas son sólo intermediarios con un cliente, quieren venderle lo que sea para ganar su comisión, que es un disparate.

Noticias: ¿Su papá también tenía esta relación emocional con su propia obra?

Kemble: No tiene que ver con una cuestión emocional, sino con saber cómo manejarse. Papá no era desprendido. Hay una anécdota linda: él tenía mucha obra y cuando venían compradores les sacaba varias grandes al jardín. Pero la gente señalaba otras partes de la casa, como un cuarto de servicio lleno, y él decía “Eso es de Julieta”. Toda la obra informalista más importante la guardó. Tengo el deber de protegerla.

Noticias: ¿Su papá llegó a decirle lo que quería que hiciera con su obra?

Kemble: No fue una charla puntual, pero le preocupaba no pasar al olvido. Una de las cosas más importantes que quería es el libro que edité, “La gran ruptura” donde deja constancia de las obras que hicieron ruptura en el ámbito local e internacional. Lo empecé con él y lo terminé sola.

Noticias: ¿No es pesado vivir trabajando con el recuerdo de su padre?

Kemble: Sí, pero es reconfortante. Como no soy muy creyente y no he tenido ninguna aparición de mi padre, estar con su obra es como estar con él. Con el tiempo me sentí segura de lo que hago. Ya estudié, me recibí y di pruebas de lo que puedo hacer. Edité tres libros, hice muestras, tengo mi terreno ganado como hacedora. No vender ciertas obras no es emocional, es una estrategia que defender.

Noticias: ¿Le dice “Kemble” para disociar?

Kemble: Si digo “trabajo con la obra de mi papá” es como una chica que trabaja con el crochet de la madre… No, trabajo con este artista que me supera.

Noticias: ¿No le dieron ganas de hacer algo propio en el arte?

Kemble: De chica hice collages y estudié teatro con Beatriz Matar y en el HB Studio en Nueva York. Hice cursos con Joy Morris, iban Leo Sbaraglia o Leticia Brédice. Pero el arte lo tengo incorporado orgánicamente, como el personaje que soy: vivo en un mundo de apariencias, pero no las guardo. Vivo en conflicto con mi círculo, por lo que digo y hago.

Noticias: ¿Su aparición en “Lucky Ladies” le trajo problemas?

Kemble: Me trajo malentendidos. Quizás digo cosas hirientes, pero es difícil cambiar porque es una forma de ser. Digo lo que pienso sin prestar atención a quien tengo enfrente, sea o no alguien de poder o me sirva para algo. Soy poco condescendiente.

Noticias: ¿Cuánto de lo que se ve es la Julieta real?

Kemble: Es la Julieta real en un docu-reality. ¿Es la realidad-realidad o depende del ángulo, la toma, qué corten y editen? No me filman desde la mañana hasta la noche, es la realidad parcial. Pero me reconozco. Me veo divertida, me gusta cuando hablo en serio y soy gritona, pero es televisión. Aunque hay gente que lo toma en serio y hace críticas sociales. Es verdad que es un grupo de chicas con cierto nivel de vida, pero ninguna es millonaria. Y presentado así, entendería el rechazo. Porque una cosa es hacer “Keeping Up with the Kardashians” en Hollywood y otra en Buenos Aires, donde hay gente que no tiene qué comer…

Noticias: ¿Con qué repercusión del público se encontró?

Kemble: Buenas. Me reí de mí misma. Hay programas que lo tildan como “El programa de las chetas”, como el de Beto Casella o el de la Negra Vernaci, donde sacaron extractos de frases. Pero que me invite Beto, le charlo de lo que quiera. Y de la Negra y Tortonese soy fan, me encanta su humor y me veo reflejada en su estilo. Me banco las críticas, pero con altura y si me dejan contestar. Sí me puede doler una crítica sobre el mural, no tanto sobre el programa, porque soy una parte pequeña y no es mi producto.

Noticias: ¿Se sumó al programa como una estrategia para difundir a Kemble?

Kemble: Me sumé para arriesgarme a probar algo que siempre había querido. Conmigo la tele coqueteó. Quería probar si me gustaba y hacer más. Hoy hay gente de otras productoras mirando y les intereso. No muero por la TV, pero es un ámbito en el que podría fluir cómoda.

Noticias: Habla mucho de su padre, ¿qué hay de su madre?

Kemble: Con mi madre, Berta Haendel, me llevo muy bien. Era bailarina y participaba en espectáculos del Di Tella, ahí lo conoció a mi padre. También era diseñadora, cosía y hacía tapados y vestidos, pero se cansó, aunque nunca dejó de bailar.

Noticias: ¿Qué más disfruta hacer cuando no trabaja?

Kemble: Cuido a mis hijos y a mis 17 gatos, viajo, veo series. Las históricas y estéticas me fascinan, vi “House of Cards” varias veces porque no hay nada que me divierta más que la intriga del poder.

Noticias: ¿Se ve futuro en la política?

Kemble: Soy trabajadora y sé armar equipos, así que viendo los resultados, sería mejor política que algunos que andan dando vueltas.

Vicky Guazzone di Passalacqua

@misskarma

Fotos: Marcelo Escayola.

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por Vicky Guazzone

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