"Ciò che il cuore conosce oggi, la testa comprenderà domani”, dice un viejo proverbio italiano que advierte que el corazón se anticipa siempre a la cabeza. Nunca fue más cierto el refrán de la tierra de Franco Macri que en el caso de su hijo Mauricio: su “cuore” le avisó que el ritmo de vida y trabajo que estaba llevando era insano, y que algo tenía que cambiar.
La alerta que despertó la arritmia que sufrió el Presidente a principios de junio -primero negada de manera insólita y luego admitida pero minimizada- fue dramática: menos de una semana después el Gobierno agregó a dos nuevos doctores especializados en cardiología, Ramiro Santos y Christian Caroli, a la Unidad Médica Presidencial. Se sumaron a los nombramientos de Ernesto Pelusso, Laura Grynberg, Diego Hoffman y Juan Frágola a la organización que dirigen Simón Salzberg y Andrés Atamañuk. Todos ellos, ocho en total, son cardiólogos y sumados a los otros nueve doctores que completan la UMP, ya superan por cinco a los especialistas que mantuvo CFK durante su mandato.
La preocupación no es para menos, ya que Macri tiene una pesada herencia: su padre, su tío y su hermano tuvieron serias deficiencias cardiológicas. En 1983, a los 53 años y poco después de separarse, Franco sufrió un infarto y tuvo que someterse a una operación a corazón abierto para que le coloquen un bypass. Años después, confirmó un integrante de la mesa chica del Gobierno, el padre del mandatario tendría que realizarse una operación similar por otro bypass.
Según publicó la periodista Gabriela Cerruti en su libro “El Pibe”, el tío de Mauricio, Antonio, también tuvo padeció un infarto. Fue en agosto de 1991, días después del secuestro del actual Presidente. “Tonino”, como le decía afectuosamente su sobrino, se encontró sobrepasado por la situación y fue internado de urgencia en el Hospital Italiano. Gianfranco, el hermano menor de Mauricio, le confirmó en junio al diario Perfil que también tuvo episodios coronarios. En esa entrevista, reconoció haber pasado en el último tiempo por tres angioplastías como consecuencia de obstrucciones arteriales. En dos de esas tres oportunidades le colocaron un stent: una ocurrió en 2009 en el Hospital Italiano, mientras que la segunda sucedió en 2011. El responsable de esta última internación fue el doctor Luis de la Fuente, médico de reconocida trayectoria y pionero en la cardiología intervencionista en el país.
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