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COSTUMBRES | 30-09-2016 18:23

Siesta tech: la moda de los spas de detox digital

Abrumados frente al uso y abuso de los gadgets electrónicos, nace la desconexión digital. Espacios que la proponen y beneficios de aplicarla.

Al principio, se impone la angustia. La ansiedad crepita dentro y nos sentimos desamparados e incompletos. Es tal la dependencia que generamos con nuestros celulares que un mero olvido de unas horas puede parecernos una tragedia. Conforme pasan los minutos, sin embargo, es posible que sobrevenga un cierto alivio. Entender que podemos estar lejos del teléfono y el mundo no se va a acabar es un dato que calma. Y si hacerlo por algunas horas azarosas resulta beneficioso, ¿por qué no aplicarlo como tratamiento real y concreto? Esto es lo que pensaron algunos hoteles cinco estrellas, que comenzaron a incluir en sus programas el “detox digital”.

Made in Argentina. A decir verdad, el pionero de esta idea fue Willie Carballo, creador del sitio Fine Hotels, Spas & Resorts of the World, donde hace varios años se encarga de difundir los mejores establecimientos del mundo en el arte del ocio y el lujo. “Hace dos años creé el concepto de ‘la siesta tech’. Pensaba que es imposible estar completamente desconectado o ir en contra de la tecnología, pero que sí es posible tomarse una siesta o unas horas de paz para uno. Y así lo comencé a mencionar en mi web y a debatirlo con gerentes y CEOs de grandes cadenas”, describe. Grande fue su sorpresa (y orgullo) cuando este año descubrió que el grupo hotelero Mandarín Oriental, uno de los más lujosos del mundo, había decidido aplicar el concepto bajo el programa “Digital Detox” (www.finehotelspas.com/charlas/charlas/010-la-siesta-tecnologica/).

La propuesta, lanzada en julio, comenzó el 5 de septiembre en todos sus hoteles, y promete ayudar a los huéspedes a encontrar nuevas formas de manejar su relación con la tecnología. En alianza con la renombrada Clínica Mayo, el tratamiento propone dejar los teléfonos a un lado, abandonar cualquier distracción online y dedicarse a actividades que promuevan el “mindfulness” (estar consciente y concentrado en lo que se está haciendo en ese mismo momento), como colorear, meditar, escribir o simplemente relajarse y disfrutar el silencio. Se ofrecen también cristales, máscaras de ojos, almohadas de meditación y tés y aceites calmantes. Además, un “Digital Detox Retreat” propone una hora y veinte minutos de masajes desestresantes, ideales para olvidarse del mundo. Y como corolario, la cadena anunció que en diciembre y una vez por año organizará la “Noche Silenciosa”, un retiro para recordarles a los huéspedes la importancia de la retrospección y la reflexión.

Junto al Mandarín, otros hoteles han tomado nota y comenzado a ofrecer tratamientos similares. Por caso, el Mandala Spa & Resort Villa, en las Filipinas; el Vichy Célestins Spa Hôtel, en Francia y el Four Seasons Hotel Hampshire, en Inglaterra.

Y en un plano más acotado de tiempo pero igual de valioso, varios restaurantes han comenzado a realizar descuentos a aquellos clientes que no usen el celular durante la comida. En Buenos Aires, es el caso del Club del Progreso, La Baita y Fifí Almacén. En estos locales, los comensales que se avengan a dejar de lado sus teléfonos, pueden acceder a un 15 o 20% menos en la cuenta. En el caso del Club del Progreso, la propuesta contempla recibir los celulares de los clientes y guardarlos hasta su salida. “La gente se siente estimulada y en general aprovecha la idea”, relatan desde el restaurante.

Una nueva adicción

La tecnología es parte indiscutible de nuestras vidas, y desde su llegada hemos generado nuevos hábitos. Entre ellos, la posibilidad de una adicción. “La adicción a Internet es un problema real del comportamiento, con origen semejante al de cualquier otra adicción. Y el problema no es usar el teléfono, porque suele ser necesario, sino no poder despegarse de él. Estar prendido a la pantalla con poca posibilidad de desconectarse de ella. Porque lo que sí hay entonces es una desconexión de la vida real y del momento que se está viviendo”, apunta Silvana Weckesser, psicóloga. Incluso cuando se está usando el teléfono para sacar fotos, de alguna forma nos estamos desconectando del momento real. “Estamos más interesados en registrarlo que en estar ahí”, agrega la especialista.

Según explica, el origen de las adicciones suele coincidir: un vacío interno que somos poco capaces de tolerar. Y en este caso, nuestra vida comienza a concentrarse en lo que mostramos en las redes. “Se reemplaza la interacción con los demás por el registro en la pantalla”. Las drogas, el juego, el alcohol o la tecnología ocupan un espacio que debería estar vacío para poder generar un deseo diferente de acción.

Ahora bien, ¿cómo saber si estamos al borde de la adicción? Tratemos de dejar el teléfono y ver cómo nos sienta. Si no sentimos angustia, ansiedad o una suerte de sensación de abstinencia, estamos en el buen camino. Caso contrario, será momento de considerar tomarse una siesta tecnológica.

por Vicky Guazzone

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