"Estamos durmiendo sobre un volcán... ¿Acaso no lo ven? Se avecina una tormenta”, era la queja del político Alexis de Tocqueville ante sus pares franceses en 1848, días antes de que se desencadenase la ola revolucionaria que pondría a toda Europa de rodillas. A pesar del anacronismo, parecería que un temor similar al que tenía el precursor de la sociología moderna hizo mella en el Gobierno nacional. Ante la presión de varias encuestas que detallan que el año arrancó mal para el oficialismo, con el agravante de los “cuatro o cinco errores” que el propio Macri admitió, se decidió cambiar la estrategia. Un Presidente distinto para un momento distinto: el PRO sabe que hay menos menos margen en un 2017 electoral y mandó a su mejor jugador a salir con los tapones de punta en el Congreso. Cada voto cuenta.
Golpe a golpe. Directo al choque, lejos del espíritu zen que suele querer mostrar el oficialismo, la novedad del discurso de apertura de las sesiones legislativas fue la nueva faceta de Macri: con los colmillos afuera, polarizó con el kirchnerismo en cada oportunidad que se le presentó. “Fuimos a marcar la cancha, sobre todo ahora que se puso de moda hablar mal del Gobierno y querer instalar la idea de que somos todos tarados. No somos iguales al gobierno anterior”, fue la explicación que le dio a NOTICIAS uno de los más altos funcionarios oficialistas.
La decisión la tomó la mesa más chica del PRO: Marcos Peña, Jaime Durán Barba y el mismo Jefe de Estado. Entre ellos tres, y con los aportes del filósofo Alejandro Rozitchner y el publicista Hernán Iglesias Illia, armaron el discurso que leyó el Presidente. “Una década de despilfarro y corrupción”, “un gobierno que dejó a un tercio de los argentinos en la pobreza”, “necesitamos menos relato”, “queremos saber qué pasó con el fiscal Nisman”, fueron algunas de las duras declaraciones del nuevo Macri.
La receta es clara: cuanto más distinto y enfrentado se muestren del kirchnerismo, más votos esperan sacar. “A cualquier hombre de bien le sirve polarizar con un hombre del mal”, es la explicación que deslizan en el Gobierno. Si bien esta es una idea que siempre estuvo en el oficialismo, la economía que jamás terminó de despegar obligó, a meses de las elecciones, a un replanteo. Antes del preanunciado segundo semestre del 2016, se pensaba que sin un repunte en los números el desafío político de este año sería imposible, y todas las fichas apuntaban en ese sentido. Hoy la situación es distinta. “Si levanta, mucho mejor, pero podemos ganar incluso si la economía no nos acompaña”, se esperanza uno de los políticos preferidos del Presidente.
De la manera que sea, lo que es seguro es que los meses que faltan hasta octubre van a ser de mucho trabajo para el PRO. Las encuestas, aunque en el Gobierno las minimicen, marcan una tendencia clara. Según la consultora Aresco, la imagen de Macri cayó, de enero a febrero, ocho puntos (del 47 por ciento al 38). Según Management & Fit, bajó once puntos desde que asumió (del 49 por ciento al 38), mientras que la imagen negativa subió lo mismo (del 22 por ciento al 33). Para la consultora Dicen, el Gobierno hoy tiene un 47 por ciento de desaprobación y sólo un 33 a favor, y el mismo sondeo en la provincia de Buenos Aires es aún peor: 56 por ciento tiene una mala imagen de la gestión PRO, y 28 una buena. El futuro, presagiado con bombos y platillos, parece que todavía no llegó.
El que ríe último. La contracara de esta caída, y de los aprietos en los que el Gobierno se metió en los últimos tiempos, es un repunte de la enemiga perfecta: varias encuestas señalan el crecimiento de Cristina Kirchner. Según la consultora Aragón y Asociados, si la ex presidenta se presenta en la provincia de Buenos Aires obtendría un 21 por ciento. El mismo sondeo, pero realizado un mes atrás, le daba un sólo un 15. En cambio, Dicen va más allá: según ellos, si la líder del FPV compite junto a Daniel Scioli en la provincia, ganaría con un 43 por ciento, bien lejos de Elisa Carrió y Jorge Macri, los candidatos del oficialismo, que sacarían un 27.
Esta información, demasiado optimista, es difundida por el kirchnerismo, que festeja los números sin precisar la confiabilidad de la encuestadora en cuestión. “Igual todavía no sabemos qué va a hacer ella”, dice un vocero K sobre la incertidumbre que reina incluso en el círculo íntimo sobre la candidatura de la jefa. Varios de la “resistencia” ven con buenos ojos la fórmula junto al ex motonauta.
Al que podría afectarle el choque cada día más vivo entre Cristina y Mauricio es a Sergio Massa. El riesgo que corre el líder del Frente Renovador es quedar al márgen de la pelea que dividirá al país.
El resto del peronismo todavía está a la espera del resultado de la contienda. “Vamos a ir a unas PASO. Cristina, en cuyo gobierno se empezó a usar esta herramienta, esperemos que esté de acuerdo”, dice el senador Juan Manuel Abal Medina. Para el oficialismo, sin embargo, el escenario preferido sería el de varios peronismos compitiendo entre sí. Pero, en el subibaja político made in Argentina, todo puede pasar.
Comentarios