Gloria y loor eternos a Jerry Lewis, maestro del humor evidente y de la cámara sutil. . Siempre en sus películas aparece un mundo horrible que ataca a sus personajes, quienes terminan triunfando gracias a conservar la inocencia –o fracasan por sucumbir a la egolatría–. Esa esquizofrenia aparece como nunca en “El profesor...” donde el científico feo y tímido, para lograr ganar confianza, se convierte en un galán gracias a una fórmula. La chica –la hermosa Stella Stevens– igual ama al tímido, pero es lo de menos. Parodia de Jeckyll y Hyde (la versión para cine con Spencer Tracy), es también un acto acusatorio contra el poder de las apariencias, por momentos de un absurdo que llega a cimas beckettianas. Jerry Lewis era –es– un genio, y esta es una gran película para empezar a reconocérselo.
por Leonardo D’Espósito
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