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MUNDO | 01-07-2017 00:00

El Principito: heredero saudita ya pautó su llegada al trono

Mohamend Bin Salmán Al Saud, el príncipe heredero del trono saudí tendría una alianza secreta anti-iraní con Israel y Egipto.

De repente, un viento de renovación parece recorrer el desierto arábigo. En el trono saudita siempre se sentaron hombres mayores que pronto se volvieron ancianos y reinaron hasta la decrepitud, con la excepción de Saud (obligado a abdicar) y Faisal (asesinado). Por eso fue tan llamativo el decreto que establece como sucesor del rey Salman a su hijo Mohamed, de sólo 31 años.

Hasta ahora, al cargo de “Rey; Guardián de los Santos Lugares y Jefe de la Casa Saud”, lo han ocupado sólo hijos de Abdulaziz, el fundador del reino. El primer sucesor fue Saud bin Abdulaziz al Saud. Luego su hermano Faisal, quien lo derrocó y al que, tras ser asesinado por un sobrino, lo siguió otro hermano: Jalib. Después vino el largo reinado de Fahd, al que lo sucedió Abdulá. Y a continuación, ya con 80 años a cuestas, le tocó reinar a Salmán, el actual amo de Arabia Saudita. Pero por la fragilidad de su salud al momento de coronarse, hace dos años, su reinado nació con un poder detrás del trono.

Con sólo 29 años, Mohamed bin Salmán Al Saud se convirtió en quien reprogramó el rumbo del país donde están La Meca y Medina, los “Santos Lugares” donde nació, combatió y reinó Mahoma. La juventud del hombre que, por la endeble salud de su padre, se convertirá en rey antes de cumplir 40 años, así como su plan para diversificar una economía exclusivamente basada en el petróleo, ha generado la expectativa de que el recambio generacional traerá también la modernización del país más medieval del mundo musulmán.

Abonó esa expectativa la versión de que el príncipe heredero quiere acotar la influencia de los clérigos sunitas, responsables por ejemplo de que no existan salas públicas de cine (sólo en Riad hay una donde mujeres y niños pueden ver películas de dibujos animados) y que al único film rodado en el país (se llama “Wajda” y es la historia de una niña que quiere andar en su bicicleta en una sociedad donde está mal visto que las niñas anden en bicicleta) fue financiada por empresarios alemanes y, para verla, los saudíes tenían que viajar a Kuwait, Bahrein o Dubai.

La pregunta es si se justifica la expectativa de apertura y modernización que generó la designación de Mohamed como heredero. ¿De verdad la mente del próximo rey es más abierta que la de su padre, tíos y abuelo? ¿O sus esperadas reformas serán, como en el Gatopardo, cambios para que todo siga igual?

Sobre la diversificación de la economía, que en el plan del príncipe heredero se completará en el 2030, más que una innovación parece una obligación. Al fin de cuentas, todos los jeques de la Península Arábiga están obligados a hacer, tarde o temprano, lo que hizo el emir de Dubai. Como las reservas petroleras de su emirato serán las primeras en agotarse, Mohamed bin Rashid al Maktum tuvo la idea de crear una ciudad ultramoderna como Meca global del turismo.

Las reservas sauditas son oceánicas, pero las energías renovables avanzan inexorablemente. Ninguna “petromonarquía” puede darse el lujo de pensar su futuro sin diversificación económica. Por eso la novedad del heredero no está en su plan económico, sino que su influencia en el reinado de su padre implicó mayor militarización y beligerancia. En los últimos dos años, Arabia Saudita entró en una carrera armamentista contra Irán y se zambulló de lleno en la guerra de Yemen.

En los grandes conflictos armados del Oriente Medio siempre hubo financiación saudí, pero el ejército no volvió a involucrarse desde el conflicto yemenita de la década del 30. En la primera guerra árabe-israelí sólo hubo voluntarios sauditas, que fueron por su propia cuenta a colaborar con las tropas egipcias, sirias, jordanas, iraquíes y libanesas que intentaron impedir el nacimiento del Estado judío en 1948. En la Guerra de los Seis Días, Riad tampoco sumó su ejército a los de Egipto y Siria para enfrentar a Israel.

En cambio, estos últimos dos años mostraron una Arabia Saudita guerrera. Además de financiar cuanta guerrilla sunita enfrentó al ejército y las milicias chiitas en Irak, así como al yihadismo que enfrentó al régimen sirio, incluido Estado Islámico, el reino encabeza la coalición que combate contra los chiitas hutíes de Yemen.

El príncipe heredero es el impulsor de ese protagonismo bélico. También es artífice del sofocante bloqueo a Qatar, para obligar al emir Tamim bin Hamad al Thani a revertir su acercamiento a Irán y retirar de la pequeña península a las tropas que envió Turquía. En el bloqueo a Qatar es posible ver una alianza secreta con Egipto e Israel, que redefiniría el tablero geopolítico de la región.

Mientras la Turquía de Erdogán deambula errática los conflictos de Medio Oriente, egipcios, israelíes y sauditas parecen haberse coordinado para conjurar la influencia iraní en los países árabes. Y Washington bendijo esta alianza, destinando a Irán al más letal y devastador de los agentes de la CIA: Michael D’Andrea, más conocido como “El Angel Oscuro”.

El bloqueo a Qatar le exige al pequeño emirato dejar de financiar a la Hermandad Musulmana en Egipto. A cambio de eso y de una ola de petrodólares saudíes, el reino recibe del gobierno egipcio las islas Tirán y Sanafir, en el Mar Rojo, lo que generó una ola egipcia de indignación contra el presidente Abdelfatah al-Sisi.

La ofensiva contra Qatar también le exige al emir Al Thani que deje de financiar al régimen de Hamas en Gaza. A cambio, es posible que Israel entre en acción en Siria, intentando derribar a Bashar al Asad. También es posible que el Mossad haya sido el aparato de espionaje que detectó las tratativas secretas entre Qatar y el régimen de los ayatolas, informándolo al heredero del trono saudí. El Cairo, Tel Aviv y Riad se han conjurado para aislar a Teherán.

Para el príncipe heredero es imprescindible impedir que Irán conspire para generar la rebelión de la mayoría chiita de Bahrein, oprimida por la dinastía sunita Al-Jalifa, y también para levantar contra la Casa Saud a la mayoría chiita de la Provincia Oriental del reino. Por eso, como ministro de Defensa, Mohamed hizo ejecutar al líder chiita saudí Nimr al Nimr, junto a otros 46 activistas contrarios a la casta gobernante.

El poder que hoy está detrás del trono del rey Salmán y en pocos años lo heredará, ya está reformulando el tablero geoestratégico del Oriente Medio. Probablemente, la coronación de Mohamed implicará cierta apertura inevitable en la rígida monarquía absolutista. Pero esos cambios serán los estrictamente necesarios para mantener el oscurantismo que impone la vertiente teológica creada por Muhamad bin Abd al Wahhab, uno de los fundadores de la dinastía.

por Claudio Fantini

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