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SOCIEDAD | 15-07-2017 00:00

Una Eva extranjera

El gran texto de Copi tiene nueva puesta en el Cervantes. Exilio y grietas. Mirá la fotogalería del estreno.

Copi quería que el protagonista de su obra teatral, “Eva Perón”, fuera un varón. Y no sólo eso. Tenía que ser un actor de trayectoria, popular. Alguien muy reconocible que no “fuera” Eva, sino que “hiciera” de ella. Subrayar el artificio, eso es lo que quería. Y la puesta que acaba de estrenarse en Buenos Aires respeta su deseo a rajatabla.

A esta altura cualquiera sabe, aunque no tenga idea de quién es Copi ni de qué va la historia; que el elegido aquí fue Benjamín Vicuña. Y el ingrediente picante de esta puesta, la del director Marcial di Fonzo Bo, es que el protagonista es uno de los galanes infalibles de la Argentina –aunque es chileno–, y que ha conquistado a las chicas más hermosas. Verlo caracterizado como mujer despertó, desde hace meses, cuando se supo que iba a ser Eva, la curiosidad y el morbo. Un recurso que el Cervantes explotó hasta el punto de rechazar cualquier pedido de fotografiar a Vicuña antes de la primera función.

La ceremonia del estreno fue un reflejo de esta situación peculiar. La prensa del espectáculo se cruzó con los intelectuales y las celebrities con las estrellas del “off”. La velada hubiera sido del agrado del autor.

Para quienes lo ignoren, Copi (Raúl Natalio Roque Damonte) fue un novelista, dramaturgo y dibujante argentino que vivió casi toda su vida en Francia. Hijo del diputado y periodista Raúl Damonte Taborda y nieto de Natalio Botana, director del diario Crítica, conoció los perjuicios de la “otra” grieta: la que dividió al país entre peronistas y antiperonistas. Cuando su abuelo murió, su padre asumió la dirección del diario y se distanció de Perón. El resultado fue el exilio. Copi hizo la escuela en francés y aprendió a sumar en París. En 1962, Copi se estableció definitivamente en Francia y comenzó su trayectoria como artista. La tira semanal para “Le Nouvel Observateur”, “La mujer sentada”, lo consagró como dibujante. Al mismo tiempo, escribió teatro y narrativa.

“Eva Perón” es tal vez su obra teatral más famosa.

La “Eva” de Copi está rodeada de datos curiosos. El protagonista de la primera puesta en París fue Facundo Bo, tío del director de esta nueva versión del Cervantes. Era el año 1970 y el grupo Tse, de artistas argentinos radicados en Francia, se encargó de subirla a las tablas con Alfredo Arias al mando. La crítica la destrozó por su irreverencia y sufrió un atentado en una de sus representaciones. Copi, a partir de allí, tuvo la entrada prohibida en la Argentina.

¿Cómo es la Eva que Copi fabrica en Europa? Desaforada y carnavalesca. Una primera dama moribunda, que enfrenta a los gritos su cáncer. En la puesta de Di Fonzo Bo y en la piel de Vicuña, el tono es dramático. Lo bizarro –marca registrada de Copi– se instala sin querer en un segundo plano.

Es que en esta historia todo está desplazado, como corrido de lugar. El autor que escribe (como tantos intelectuales nuestros) una historia argentina desde París. El director, también formado en Francia, que sigue sus pasos. El actor, chileno, que se mete en la piel del mayor símbolo nacional. Y Eva, ahora planetaria, que sigue iluminando nuestro pasado (nuestra política, nuestro peronismo) con la pureza eterna de sus buenas intenciones.

Un dato al margen: si Copi viviera hoy, Eva sería Cristina.

*Editora de Cultura y Costumbres.

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por Adriana Lorusso

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