Friday 29 de March, 2024

SOCIEDAD | 18-08-2017 00:57

La muerte de Jorge Zorreguieta: el indulto que llegó al final

Con se carisma, Máxima consiguió que la Corona ignorara el pasado de su padre.

Los gestos y expresiones de los familiares y allegados mostraban a las claras que no había mucho por hacer más que esperar el deselance. Durante toda la mañana y parte de la tarde del martes 8, los hijos y la esposa de Jorge Zorreguieta lo acompañaron en la Clínica Fundaleu pero se tomaron algún momento para salir a comer o para ir a la casa familiar, ubicada sólo a dos cuadras. Sólo una persona se mantuvo dentro del centro de salud sin despegarse del ex Secretario de Agronomía y Ganadería de la Nación: la reina Máxima. La soberana holandesa dejó de lado sus obligaciones en tierras europeas para estar junto a su familia y acompañar a su padre hasta último momento. Literalmente, no se despegó de él. “Vino para acompañar a su familia y despedir a su padre y se encargó de hacerlo en todo momento”, explicó un allegado a la reina.

Es que Máxima ya sabía lo que era tener que alejarse de la figura paterna y por eso exprimió hasta lo último los momentos finales con su padre. En 2001 la por entonces novia del príncipe Guillermo de Orange debió dar el brazo a torcer y aceptar que por órdenes de la corona su padre no pudiera ir a la boda y ni siquiera pisar suelo holandés. El cuento de hadas que ella soñó y que empezaba a convertitrse en realidad se empañaba por el pasado de su padre como funcionario de la dictadura. “A pesar de que ella tenía un vínculo muy fuerte con él, Máxima aceptó el pedido, y si bien esto hizo que la entonces reina Beatriz lo tomara con un buen gesto, la verdad es que Máxima siempre se acuerda de ese momento en que tuvo que darle la espalda al padre”, aseguran en el entorno de Zorreguieta.

Pero la esposa de Guillermo nunca levantó la voz. Educada y entrenada para sonreir como todas las reinas, ella supo que debía cambiar esa situación a su manera. Gracias a su capacidad de negociación, su fidelidad a la casa real y su innegable carisma, la soberana logró que su padre deje de ser rechazado y que incluso a su funeral en tierras argentinas acuda el propio rey, algo impensado años atrás. “No diría que consiguió un acercamiento o que se forje una relación, pero si pudo hacer que lo respeten y que sea aceptado”, confía alguien que conoce de cerca a la Reina. Jorge Zorreguieta, quien por sus acciones (e inacciones) puso en duda el sueño real de su hija, fue finalmente indultado por los holandeses. El hombre al que se le prohibió ingresar al país tulipán, tendrá un funeral con presencia del rey. El ex funcionario de Videla fue despedido con cariño y congoja por el pueblo de los Países Bajos, lejos de las marchas en su contra de más de una década atrás.

Pactos

Cuando en 1999 la prensa holandesa descubrió a la novia argentina del heredero al trono, ningún medio consignó el pasado de su padre. Pero mientras la historia de amor crecía, el gobierno holandés, por pedido de la corona, se decidió a investigar más a fondo el pasado de la pretendiente. Los datos de la pesquisa no sonaban muy alentadores, pero antes de que las autoridades pudieran reaccionar, la bomba de tiempo detonó. Un grupo de manifestantes protestó contra la presencia de Máxima en la ciudad de La Haya debido a que su padre había participado del último gobierno militar en Argentina. En efecto, Jorge había sido Secretario de Agricultura entre 1976 y 1979 y de Agricultura y Ganadería de 1979 a 1981 y si bien no estaba involucrado directamente en ninguna causa por delitos de lesa humanidad, su comportamiento durante los años de plomo en un cargo jerárquico no lo dejaba bien parado ni a él ni a su hija. De acuerdo al informe presentado por el profesor Michiel Baud, por encargo del gobierno holandés, Zorreguieta era responsable de haber callado las desapariciones durante la dictadura y aseguraba que de ningún modo podría haber estado al margen o haber desconocido lo que sucedía.

Jorge se convirtió así en palabra prohibida en el reino. Así mientras la vida en la realeza obligaba a Máxima a adecuar su conducta, vestimenta y modales, también la llevaba a reducir al mínimo su relación con su padre. “Ella siempre había tenido un lazo especial con él y fue muy duro”, explican. Esa misma relación es la que permaneció inalterable hasta el final y que hizo que Máxima no quisiera despegarse ni un momento de su padre. Esa misma relación que tiempo después de aquel torbellino de 1999 sufriría un revés aún más fuerte: la hija se vería obligada a elegir entre su padre y su novio. Entre su pasado y su futuro.

Y sería el cuento de hadas el que le ganaría la batalla al lazo de sange. Porque si bien el heredero al trono le aseguró que si prohibían el casamiento, él renunciaría a su reclamo al trono y la boda se llevaría adelante igual, fue el padre de Máxima quien debió resignar para que su hija pudiera ganar. Faltaban años para que Beatriz abdicara y Máxima se convirtiera en reina, sin embargo, fue en ese 2001 cuando Máxima demostró su pertenencia y fidelidad a la casa real de Orange-Nassau y fue también el primer momento en que mostró su capacidad de gestión y negociación.

El entonces primer ministro Wim Kok fue quien puso como condición para la boda real la ausencia del padre de la novia para prevenir una potencial crisis institucional de la corona. Sin embargo, todos los intentos por lograr que Jorge no asistiera a la boda, que se realizó en la ciudad de Ámsterdam, fueron infructuosos. Los emisarios oficiales no lograban un acuerdo.

Fue Máxima quien tomó el toro por las astas y en una conversación privada logró convencer a su padre de ausentarse del casamiento. La declaración, que fue firmada por escrito, incluyó también una conferencia de prensa de la futura princesa en la que se la obligó a tomar posición política por primera vez. “Lamento la dictadura, las desapariciones, las muertes. Todos sabemos los males que causó el régimen militar y como argentina tengo mucha tristeza por ello”, dijo públicamente en aquel momento. “Es un hombre bueno que actuó en el gobierno equivocado”, agregó, aunque la decisión y el rechazo oficial no cambiarían.

Así, la pomposa boda real si bien soñada, no fue plena para Máxima quien no pudo abrazar a su padre en uno de los días más importantes de su vida. “Ella nunca se olvidó de eso y fue algo que siempre le dolió”, explican quienes la conocieron y aseguran que si bien la ahora reina no dudó en aceptar las condiciones impuestas por la corona para poder casarse con Guillermo, siempre buscó la manera de que tanto su esposo como sus hijas pudieran tener relación con Jorge y de que su padre pudiera vivir sin el estigma de su pasado.

Control

Tras el trago amargo de la obligación de marginarlo, Máxima se puso manos a la obra para lograr recomponer el vínculo con su familia de sangre. “Ella quería que se dejara de hablar de su padre en esos términos y poder tener una vida familiar normal dentro de lo que una reina pudiera”, dicen. La amplia sonrisa de Máxima sería la encargada de lograr convertir a Jorge de vedado a respetado.

La princesa se convirtió en la favorita del pueblo holandés. Su imagen positiva superaba incluso la de su esposo y pronto las historias del pasado de Jorge quedaron relegadas en detrimento de la adoración a la nueva integrante de la familia real. El glamour real brillaba por encima de cualquier punto oscuro del pasado. Ya no se hablaba de la familia argentina de Máxima, sino de la nueva familia que formaba con Guillermo y de las hijas.

Por eso nadie alzó la voz cuando en 2004 Jorge fue autorizado a viajar a Holanda para participar del bautismo de la primera hija de Máxima y Guillermo, Catharina Amalia. “En sólo dos años ella había conseguido que, al menos, su padre pudiera entrar al país y más aún, participar de las ceremonias familiares”, explica alguien que conoció de cerca a Máxima. El padre de la reina seguía prohibido de cualquier acto oficial del estado holandés o de la Casa de Orange-Nassau, pero al menos podría asistir a los eventos familiares y pasar tiempo con su hija y nietas en suelo holandés.

“Para ella eso fue muy importante. Pudo lograr que sus hijas conocieran a su abuelo, algo que parecía imposible por como había reaccionado el estado holandés en un principio”, grafican. La visita familiar de Jorge a suelo neerlandés se reiteraría en 2005 y 2007, en ocasión de los bautismos de las otras dos princesas, Alejandra y Ariadna. “Nunca se produjo un acercamiento más allá de estos eventos, pero la sólo presencia de él, ya era un triunfo”, grafican.

Poco a poco las barreras se iban cayendo, aunque los cuidados se mantenían. “Cada dos años, Guillermo y Máxima vienen a pasar navidad en Argentina, en Bariloche. La familia de ella va, pero al momento de las fotos oficiales, siempre cuidaban de que él no esté”, asegura alguien que acompañó a la familia real, quien dice que esta decisión estaba totalmente consensuada. “De hecho, hay muy pocas fotos en las que se muestre a Guillermo y Jorge juntos”, explica la misma fuente.

El cumpleaños de 40 de Máxima, en mayo de 2011, fue no sólo la última aparición pública de Jorge, sino que también marcó, una década después, el triunfo de la reina holandesa en su cruzada por la aceptación de su padre. En una gala con la presencia de los monarcas y empresarios más importantes de Europa, ella prefirió pasar la mayoría de la noche con sus padres y las fotos de Guillermo junto con Jorge no pudieron evitarse.

Victoria final

Desde aquel momento a hoy, Jorge batalló contra una agresiva leucemia que terminó por vencerlo el pasado martes 8 a los 89 años. Máxima estuvo a su lado hasta el último momento y ya nadie la cuestionó por quién era su padre o que había hecho durante los '70. Los diarios holandeses ya no sacaron a la luz revelaciones sobre los vínculos de Jorge y la Junta Militar, sino que se centraron en acompañar a su reina en este momento de dolor. Si hasta el Servicio de Información del Estado (RVD), el mismo que años atrás había dado a conocer el oscuro pasado de Jorge, en esta ocasión sólo se dedicó a difundir la noticia “con gran tristeza”.

Asimilando la pérdida, Máxima pudo contemplar, también, que logró algo impensado y por lo que batalló durante años. Su padre, aquel por el cual la casa real quiso frenar su boda, era finalmente reconocido. Tanto, que el propio rey Guillermo y las tres hijas de Máxima vinieron al país para participar de la despedida. Del rechazo inicial a la aceptación final, sólo la reina pudo lograr un indulto real.

Galería de imágenes

En esta Nota

Comentarios