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ECONOMíA | 05-10-2017 03:38

El sueño de Macri de separar los sindicatos de los partidos

En el Gobierno admiten que quieren desperonizar al movimiento gremial. Los gremialistas afirman que buscan "volver a antes del 45".

“La discusión más compleja es la partidización del sindicalismo en la Argentina”, plantea un alto funcionario una cuestión que se remonta al nacimiento del peronismo en 1945. “A partir de ahora querríamos un sindicalismo menos partidista, menos ocupado de candidaturas, y más preocupado por defender no sólo a los trabajadores sino a los desempleados y a los empleados informales. Cuando están partidizados, la oposición los usa para criticar y despues, cuando llega al poder, los abandona”, elucubra el funcionario PRO. “El sindicalismo, sobre todo del sector privado, es receptivo a nuestras propuestas de reforma, pero está jugado políticamente. Pero los trabajadores se dan cuenta de que los gremios radicalizados, como los trotskystas, terminan generando conflictos y destruyen empleo”, reflexiona en su despacho y cita el caso de Pepsico. Claro que será difícil que el Gobierno le encuentre a los ‘troskos’ las mismas flotas de autos, mansiones y yates que a Juan Manuel 'Pata' Medina. Hay líderes sindicales que consideran que en algunos dirigentes del PRO prevalece una "ideología de círculo rojo, del Newman, que quiere volver a un país antes del 45".

En el peronismo sindical responde un diputado: “Si el Gobierno piensa que apretando a sindicalistas, puede ir por reformas contra los trabajadores, se equivoca. Las organizaciones superan a sus dirigentes. Quizás no va a chocar con los dirigentes, pero sí con los trabajadores”. Cita el ejemplo de los 90, cuando una mayoría de gremialistas se amoldó a las reformas de Carlos Menem, mientras surgieron como alternativas Hugo Moyano y otros más. Entre los que apoyaron a Menem, a los Kirchner y ahora a (Mauricio) Macri están los ‘Gordos’, como Héctor Daer, el líder de la UOCRA, Gerardo Martínez, y el de Obras Sanitarias, José Luis Lingeri, ‘Míster Cloro’. No obstante, el sindicalista de AySA participó en la manifestación del 22 de agosto y por eso Macri reaccionó despidiéndole a un hombre suyo, Luis Scervino, de la jefatura de la Superintendencia de Servicios de Salud. “La marcha fue una excusa: hace rato que querían poner a alguien de Triaca en ese cargo”, dice uno de los sindicalistas pasando por la conducción de un club con tantos dirigentes sindicalistas como Boca Juniors, del estilo Víctor Santa María, hasta el gobierno de la capital.

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En el empresariado festejan. “Si uno le saca una radiografía al 100% de los capos sindicales, quizá sólo el 1% zafa y al otro 99% algo le encontrás, pero el Gobierno no puede ir contra todos, tiene que dialogar con los potables”, explica el presidente de una de las principales cámaras. “Lo que sí me dijo Macri es que quiere ir contra las mafias, no los que cobrar un porcentaje por la compra de medicamentos, sino contra las mafias extorsivas que además manejan hasta droga", agrega el empresario.

En el Ministerio de Trabajo quieren debatir un límite de dos mandatos para los secretarios generales de sindicatos, muchos acostumbrados a durar varias décadas. También amenazan con publicitar las declaraciones patrimoniales de los jefes de las obras sociales, dado que manejan recursos que recauda la AFIP. En la actualidad, esa información está en la Superintendencia de Servicios de la Salud, a sobre cerrado y a disposición de la Justicia.

Control. La Oficina Anticorrupción, que lidera Laura Alonso, analiza por estos días un pedido de la Jefatura de Gabinete de crear un dependencia que controle los fondos de las obras sociales. Sería una piña en la cara de los sindicalistas.

La estrategia de Macri con los sindicatos forma parte de su riesgoso plan para convertirse en un nuevo Perón. Sabe que si el crecimiento económico que empieza a registrarse no se traduce en movilidad social ascendente, la Argentina se transformará otra vez en un polvorín.

por Alejandro Rebossio, Juan Luis González

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