Wednesday 17 de April, 2024

PERSONAJES | 12-10-2017 02:14

Lucrecia Martel: "Hemos demostrado que podemos competir con una industria millonaria"

Por Leonardo D´Espósito | Luego de nueve años vuelve al cine con “Zama”, elegida como candidata al Oscar y los Goya. Cabezas, Nisman, cáncer y subsidios del INCAA.

El viernes de la semana pasada, un día después de su estreno, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina eligió “Zama”, cuarto largometraje de la salteña Lucrecia Martel, para representar al país ante los Oscar y los Goya. “Nos sentimos muy honrados de que nuestros colegas piensen que esta película pueda representar al país... Ojalá nuestra industria pueda tener pronto las buenas noticias que necesita para seguir haciendo un cine diverso, porque diversos somos”, fueron sus palabras.

Es un gran paso: Martel es uno de los pocos nombres argentinos cuyo talento nadie discute. Es parte –aunque no es algo que la desvele– de la élite mundial del cine. Y al mismo tiempo alguien que sólo hace aquello que le interesa. “Hago las cosas cuando siento que tengo algo para compartir y no un film cada dos años porque el mercado manda o porque la gente se olvida. Qué me importa si la gente se olvida de mí, obvio que lo va a hacer, incluso es beneficioso”, dice mientras sirve un café claro y gustoso en la larga mesa de su departamento de Villa Crespo. Un lugar espacioso, bellamente reciclado, en el que destacan en una vitrina figuras de vírgenes mezcladas con los modelos de las “Manos” para su frustrada versión de “El Eternauta”, o un antiguo sillón de dentista acompañado por un centro de tornos de aspecto extraterrestre, rodeados de los bocetos para su régie en el Colón de la ópera “Andrea Chénier”. Martel, a diferencia de Diego de “Zama”, logró superar la espera infinita, incluso venciendo a la propia naturaleza.

Noticias: El año pasado nos enteramos de que estuvo enferma y que eso retrasó el estreno de “Zama”, que se esperaba para Cannes 2016. ¿Qué le sucedió?

Lucrecia Martel: Fue un cáncer. La estadística del cáncer es enorme, hay una que indica que una de cada dos personas se enferma. Esta película fue una exigencia enorme, sobre todo física. Con mucha tensión, no sabíamos si la podíamos hacer. Una persona cansada y con mucha tensión está más expuesta a las enfermedades. A pesar de que fui muy feliz haciéndola. Pasamos cinco años para terminarla.

Noticias: ¿Por qué “Zama”, un libro complejo y difícil de llevar a la pantalla?

Martel: La novela es más vasta. Me interesó la autotrampa. Cómo nuestro mundo social necesita que las personas sean alguien y cómo esa determinación que es la identidad es una trampa. Creés que sos alguien y eso crea inmediatamente una línea de tiempo. Sos periodista y en alguna parte de tu línea de tiempo puede estar el Pulitzer, o una gran nota, o publicar un libro de investigación: hay una serie de cosas que, aunque no sean de tu interés inmediato, se organizan en esa línea. Uno sigue esa línea como si fuese un deseo: esa es la trampa. Si hay algo que me obsesiona, y no es original, es quién puede tener las riendas de su propia vida. Esa es la ilusión: vamos por caminos preexistentes pensando que descubrimos algo. Cuando el camino se vuelve un calvario, tenés que tener la valentía suficiente para decir: “señores, hay que ir por acá, a campo traviesa”. Y por ahí va “Zama”.

Noticias: Ese poder que maneja las riendas nunca aparece directamente en sus películas, se ven sus consecuencias.

Martel: Eso es muy de la Argentina. La primera vez que tuve la sensación de que no sabía qué pasaba en este país fue con el asesinato de José Luis Cabezas. Sentir que hay unas fuerzas que no se exhiben, no era Menem y su corte de prebendas y malgasto de bienes públicos, la evidente fiesta de los '90. Por debajo había una cosa oscura que se iba moviendo. Después, la muerte de Nisman (Alberto), las imposibilidades para aclarar cosas. Cada vez tengo más la sensación de que gobiernan los servicios, y no sabemos para quién trabajan. La paranoia con la que vivimos no sé si existe en otros países.

Noticias: ¿Cómo llega al cine?

Martel: No estoy pegada al cine ni me siento profesional. Cinéfila nunca fui. Mi relación de amor con el cine tiene que ver con que es un vehículo de intercambio social. Para mí es conversar. No quería que el cine –bueno, narrar–, que involucra aspectos y fantasías definitivas que tengo sobre mí y sobre lo que es el mundo desde chica, fuera la obligación de ganar plata. Me mantengo dando charlas, clases y seminarios, y las películas las dejé en un espacio de mucha libertad, que a veces me generan ingresos. No basé en el cine una fantasía de bienestar.

Noticias: Pero usted es vista en el circuito internacional como una gran cineasta, sus películas se esperan con mucha expectativa.

Martel: Me parecen evaluaciones de la vida interna de los medios, que necesitan subir, bajar, hacer colecciones, listas. Sí creo que para mucha gente joven de América Latina mis películas representaron una narrativa alternativa que entusiasmó. Después lo otro... Cuando veo gente que se describe como artista lo que menos quiero es ser como ella.

Noticias: Hoy en la Argentina hay cineastas que dicen que el Estado debe garantizar que se filmen películas, que existan esas fuentes de trabajo.

Martel: La industria está muy precarizada. Se trabaja en condiciones muy duras. ¿Quién puede aceptar esas condiciones? Gente joven cuya situación familiar le permita pasar dos meses trabajando ganando poquito, sin hijos. Entonces el cine se vuelve adolescente. Todos los técnicos que no pueden trabajar en esas condiciones porque tienen familia, sus industrias culturales, incluso a contrapelo de su propia ideología. Nadie ha salido airoso del ejercicio del poder, así que se necesita un poco de humildad, de promover la heterogeneidad y la diversidad de pensamiento.

Noticias: Hay quien ve el INCAA con sospecha, como un lugar donde cunde la corrupción.

Martel: Una alerta que hay es que se toman decisiones de transparencia que necesitamos, sobre todos los que gastamos la plata en las películas, no los que le cobran el 50% del subsidio a un pendejo para producirle un film, que muchas empresas hacen y no son a los que le están cortando el negocio en el INCAA. Si querés transparencia, tenés que tomar decisiones de eficiencia que no estén sólo favoreciendo al cine industrial y sacando del juego a un montón de gente.

Noticias: La discusión es si vale la pena subsidiar el cine argentino. Es una discusión que muchas veces se da desde el desconocimiento del medio.

Martel: Por qué un cine va a renunciar a una industria que es puro valor agregado. Desde el punto de vista estrictamente industrial, ¿cuál sería el beneficio? Hemos demostrado que en condiciones de inferioridad económica podemos competir con una industria millonaria. Si entramos en el discurso de “para qué hacer películas si tenemos que arreglar los hospitales”, no sobrevive nada de la cultura. Pero desde nuestro lado hay que tener una posición consciente de que somos una industria cultural en un país de estas características, no sólo culpar al Gobierno.

Leonardo D´Espósito

@despoleo

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