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POLíTICA | 02-11-2017 07:30

Macri va por todo: Presidente recargado

Backstage del armado para el 2019. Los peligros de "creérsela" y el rol de los jueces. Señas al peronismo.

Se lo ve suelto, de buen humor, hiperactivo, con el oxigenante alivio de quien se sacó 10 en un examen crucial. Agrandado es la palabra. Y “más calabrés que nunca”, definen a su lado, como para dejar bien claro de entrada que Mauricio Macri experimenta un inocultable goce ante la mala fortuna del enemigo.

El jueves 26 a la mañana, mientras Julio De Vido se desperezaba de su primera noche preso y Cristina Fernández visitaba los juzgados federales de Comodoro Py acusada de “traición a la Patria”, el Presidente de la Nación coronó su semana más espectacular como tal. A esas horas, con la ola amarilla electoral y la ola negra tribunalicia de fondo, sus asesores cursaban las invitaciones de rigor a gobernadores, legisladores nacionales, miembros de la Corte Suprema, sindicalistas y empresarios para iniciar, el lunes 30, el anunciado “diálogo nacional” en un escenario paradójico: el Centro Cultural Kirchner.

Triunfo propio y desgracia ajena sirven para definir el momento del oficialismo en términos político-sociales y, en paralelo, componen un mensaje amenazante para quienes pretendan cruzarse en su camino. El equipo presidencial, con Macri a la cabeza, percibe que los nubarrones de la ingobernabilidad se han dispersado y empezó a disfrutar, hasta con cierta discrecionalidad, el ejercicio del poder. La mano tendida en público y el discurso edulcorado de raíz evangelista, contrastan con la rudeza desplegada lejos de las cámaras de TV. Al menos tres mandatarios provinciales y cuatro intendentes del conurbano bonaerense, todos peronistas, sintieron en plena campaña “rigores de caja” sólo comparables a los de la Era K.

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El mayor peligro que afronta el macrismo, hoy por hoy, es la soberbia. Las urnas le permitieron llamar al “diálogo nacional” sin que ello represente signo de debilidad alguna, pero dicha apertura a la búsqueda de consensos responde más a necesidades objetivas y urgencias que a las intenciones civilizadas que se pregonan.

Gobierna nada más que cinco distritos, la victoria no le alcanzó para contar con mayoría parlamentaria propia desde el 10 de diciembre, CFK se hizo fuerte en los puntos más calientes del GBA y distintas facciones del justicialismo controlan la CGT y los movimientos sociales más desarrollados. Es cierto: Cambiemos se consolidó como la construcción más novedosa, dinámica e interesante de esta nueva etapa, que ya lleva su sello. Sin embargo, aún no supera la instancia de maquinaria electoral exitosa y su excelente performance depende demasiado de la dispersión y el desprestigio de la oposición inspirada en Perón y Evita. Por ahora, su identidad simbólica sigue siendo más anti que pro y, salvo en la Capital Federal (donde además gobernará por primera vez con mayoría legislativa propia), caló sobre todo en los segmentos medio-altos de las regiones más ricas del país.

Anabolizado por la testosterona de los votos y flanqueado por un team bien aceitado donde despuntan otros presidenciables, Macri se afirma en la coyuntura y suena obvio que buscará la reelección u otro modo de continuidad. Todas sus acciones, empezando por la gestión gubernamental, serán vistas con ese prisma. Tiene por delante un año tenso, puertas afuera y adentro de Cambiemos. Cuando llegue el próximo invierno, las cartas del 2019 deberán estar echadas.

Frente externo

El Gobierno llega al “diálogo nacional” con fe. Los ministros Rogelio Frigerio y Jorge Triaca trabajan a destajo en las conversaciones previas con gobernadores y gremialistas, mientras los vicejefes de gabinete, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, coordinan las agendas de trabajo con senadores, diputados, jueces de la Corte y empresarios, todos aquellos monitoreados de cerca por el cada vez más poderoso Marcos Peña.

Buscan preacuerdos sobre seis ejes claves, para que Macri les hable a todos el lunes en terreno seguro: Presupuesto 2018, reforma tributaria, reforma previsional, reforma política, cambios en el Consejo de la Magistratura y reforma laboral, que no implicaría una ley global sino modificaciones consensuadas en determinados sectores de la producción.

“El gran trabajo del 2018 va a ser equilibrar la balanza, bajar el déficit. Para este fin de año ya se va a empezar a sentir el reordenamiento de la economía. Sin dudas, el 2017 marcó la consolidación de Cambiemos, aunque eso no quita que a futuro podamos sumar algunos dirigentes a nivel nacional. Eso sí, sin perder nunca la esencia ni nuestros valores: no es un momento de amontonar, sino de seguir construyendo y sumar gente valiosa”, sintetiza Lucas Delfino, subsecretario de Interior.

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Con el aura del triunfo y la clara exhibición de ganadores “puros” que reafirmaron sus liderazgos (Macri, Peña, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta), la estrategia constructiva de la coalición oficial viró tras las elecciones. Ya no se piensa que incorporar dirigentes y grupos extrapartidarios resta más de lo que suma. Hasta el gurú Jaime Durán Barba, principal sostén de dicho cerco, acaba de sobreactuar el giro al afirmar sin morir de risa que “ahora vengan todos, hasta los trotskistas si quieren porque Cambiemos es de izquierda; el único límite son los corruptos”.

En verdad, lo que se busca es sumar peronistas de buena fama. Para ello debería servir, también, el “diálogo nacional”, espacio en el cual, al fin y al cabo, se discutirán repartos de dinero y poder. Tenderán puentes provinciales con gobernadores. Juan Manuel Urtubey (Salta) y Sergio Uñac (San Juan) encabezan la lista de preferidos. En otros casos, como Córdoba, donde lideran el PJ Juan Schiaretti -amigo personal de Macri- y José Manuel de la Sota, intentarán forzar alianzas jugando fuerte con precandidatos propios. Lo mismo en Santa Fe y La Rioja.

“Se acabaron los complejos. Hay clima de fiesta y una vocación de poder más definida. Vamos por todo… ¡Jajajá! Quiero decir, alianzas fuertes con gobernadores e intendentes cercanos, pero no propios, y con gente de Cambiemos en cada lugar. Los intendentes que jugaron con (Sergio) Massa quedaron en banda. ¿Tigre se va a ir a la resistencia K? ¿Y San Fernando, San Martín, Ituzaingó…? Hay varios a punto de caramelo para dar el salto”, revela un referente parlamentario de origen bonaerense.

Un peronismo dividido y con una CFK sola y cascoteada pero como única cabeza visible con sus 3,5 millones de votos del domingo 22, estimula las ambiciones de cooptación macristas. Sueñan una “final” con la ex presidente en el 19 y ofrecen ser ellos quienes terminen “para siempre con su liderazgo” a falta de otros competidores de peso en ese espacio que puedan vencerla en una interna y, luego, ganar la general.

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El frente sindical se presenta más áspero, pero crecen las expectativas de acuerdos. “Queremos modernizar el mundo laboral, pero no con una reforma a la brasileña. Acá es imposible eso, pero lo de Brasil marcó la agenda y facilita la conversación”, explican muy cerca del ministro de Trabajo. “Con la CGT se viene hablando mucho. Todas las reformas vienen encaminadas: blanqueo de trabajadores en negro, capacitación y baja de la litigiosidad son los ejes centrales. Se nota el cambio en la predisposición de los sindicalistas luego de las elecciones, saben que hay que cambiar ciertas lógicas y nos van a apoyar. Ya están mirando al futuro”, cuenta. Y define: “(Héctor) Daer tiene más sentido político, no tira en contra porque sí. (Juan Carlos) Schmid es más combativo, le habla a la tribuna de Camioneros. Y (Carlos) Acuña quedó muy pegado a Massa. Ojo, se habla con todos casi a diario. Todo lo que salga va a ser por consenso, no vamos a imponer nada”.

Fija posición el triunviro Schmid: “Estamos abiertos a una discusión franca sobre la reforma laboral, salvo por tres pilares que no vamos a resignar: el convenio colectivo por actividad; el tema de la ultra-actividad, o sea, que antes de hacer un convenio tiene que firmarse otro, porque si no quedamos en el limbo); y preservar el modelo sindical. La democratización de los sindicatos… eso está bien, pero lo tenemos que resolver nosotros. No puede haber injerencia de los partidos políticos o de otros actores, yo no voy y les digo a los empresarios o a los medios cómo se tienen que organizar”.

Tampoco se descartan los enfrentamientos como manera de aplicar disciplina. El caso de los marítimos de Omar “Caballo” Suárez es simbólico. La oposición interna denuncia que, ni bien el SOMU fue intervenido y su capo marchó preso, tomaron el control sus lugartenientes, involucrados en las mismas “prácticas mafiosas”. “Muerto el Caballo se acabó la rabia y aquí no ha pasado nada”, apuntan tres delegados que no quieren dar sus nombres por miedo a represalias. “Estamos tratando de contarle lo que pasa a (Elisa) Carrió, pero no logramos que nos atienda”.

La misma “Lilita” puso el dedo en la llaga gremial, al pedir que se avance contra la familia Moyano en Camioneros. Por el momento no tuvo eco en las alturas del Gobierno. Al cierre de esta edición se aseguraba que los Moyano pegarán el faltazo a la inauguración del “diálogo nacional”.

Frente interno

El rumbo económico del Gobierno y la apertura de Cambiemos a nuevas incorporaciones genera ruidos dentro de la coalición. Mauricio Macri y su núcleo duro se confiesan “sometidos a la doble presión de la ortodoxia económica y empresaria, que pretende un ajuste sin anestesia; y del republicanismo de Lilita y algunos radicales, que exigen una pureza celestial”. La fuente asegura que hace unos días le escuchó decir al Presidente: “Si yo pusiera sólo a los que a mí me gustan, no tendría con quién gobernar”. Destaca, por último, “los niveles de sintonía con Mario Negri y Ernesto Sanz, que entienden el momento y de dónde viene el poder de los votos”.

El urnazo de Carrió en CABA tiene alertas a los Pro Boys de paladar negro. Dan por hecho que, más temprano que tarde, la chaqueña volverá a pedir cabezas en la conducción de la Agencia Federal de Inteligencia y en la línea informal de contacto con los jueces federales y de otros fueros, donde sigue viendo la mano (vía integrantes de la ex SIDE) del presidente de Boca Juniors, Daniel Angelici. También temen un conflicto institucional para el año que viene, cuando venza el mandato de Ricardo Lorenzetti al frente de la Corte: suponen que, aparte de la presidencia, buscará dejarlo sin sillón.

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Para medir hasta dónde preocupa el “huracán Lilita”, un destacado armador macrista en territorio bonaerense revela: “Se dijo que Carrió no fue candidata en Provincia por la genialidad de Durán Barba. Falso. Fue en capital para evitar líos de polleras con María Eugenia y que se adjudicara ella el triunfo”.

En la UCR se ha instalado una especie de división entre “los que lloran” y “los que hacen”. Quienes se ubican en el segundo casillero señalan que “hay que dejarse de joder y trabajar desde donde toque sin importar quién la tiene más larga”. Sindicado como un referente entre ellos, el diputado Negri se pone formal: “Lo importante es profundizar las reformas para transformar la Argentina y trabajar para darle mayor institucionalidad a Cambiemos. Ojo, esto no es una alianza. No funcionamos así ni lo planteó Macri de ese modo. Dentro de la UCR ya se acomodarán las discusiones, este voto de confianza que dio la gente va a ordenar el partido para adentro”.

A los apuros de la ortodoxia económica, en lo alto del Gobierno responden con “gradualismo”, con “paso a paso”, con “consenso”, lo cual es entendido en aquellos extremos doctrinarios como gestos de un “populismo de ojos celestes”. Y nadie pierde demasiado tiempo en ese debate. Fue Durán Barba quien les respondió frontalmente y con su clásico estilo zarpado, el miércoles 25, en un evento para empresarios y exponentes del círculo rojo: “Hoy todo es efímero y se imponen los consensos. Ese tipo de políticas requerían la represión de las Fuerzas Armadas y aquello terminó con la guerra fría. En este mundo ya no hay espacio para planes sistemáticos de desaparición de personas ni para resolver las cosas con represión. Felizmente, vivimos la era de los consensos”.

Tienen enfrente un panorama ideal. Cristina sobrevive, pero más ensimismada que nunca. Polarizar con ella ha sido el gran negocio de Cambiemos, al punto de no adivinarse aún qué sería del macrismo si dejara de existir su enemiga preferida. Están chochos. Locos de contentos. Agrandados (ver recuadro). Lejos de percibir que el éxito engorda, achancha, genera microclimas y realidades virtuales que pueden llegar a enloquecer. Señalado el peligro, dejamos el cierre a uno de los organizadores de la reunión del lunes en el CCK: “Si el año que viene la manejamos más o menos bien, la reelección es nuestra. El 2018 va a ser un gran año, mejor que el 2017, se va a empezar a sentir el crecimiento de la economía, la gente va a sentir más plata en el bolsillo y vamos a llegar bien al 2019. Están dadas todas las condiciones para que Macri vuelva a ganar”.

Reforma permanente. Elección permanente. He ahí el plan.

*JEFE de Redacción de NOTICIAS.

por Edi Zunino*

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