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VIDA GOURMET | 04-12-2017 10:59

Chilecito crece de la mano de la uva y el Comercio Justo

Más de 400 productores pequeños y medianos participan de la cooperativa Bodegas La Riojana y, a través de su producción, hacen crecer a toda la comunidad.

Un modelo de desarrollo sostenible en el que empresa y comunidad avancen de manera conjunta, y con igual beneficio, es posible. La tendencia de los negocios inclusivos y el Comercio Justo es un movimiento alternativo que surge en 1997. Se trata de normas que se atan a un modelo de trabajo que asegura el salario digno y buenas condiciones laborales para los productores que intervienen en el proceso de elaboración de un producto. Además, las empresas que adhieren a estas normas se comprometen a mejorar las condiciones de vida de los trabajadores a través de inversiones comunitarias.

“El Comercio Justo representa una alternativa al comercio convencional. Permite a los productores recibir un trato más justo y condiciones comerciales más provechosas. De esta manera mejoran sus condiciones de vida y pueden hacer planes a futuro. Para los consumidores es una manera eficaz de reducir la injusticia”, explica Gabriela Furlotti, directora de bodega Furlotti y experta en el tema.

La Rioja tiene en Chilecito su propio caso de éxito: Bodegas La Riojana. Fundada en 1930, originalmente en Córdoba, La Riojana es una cooperativa integrada por más de 400 socios. “El 80% son pequeños productores que tienen el 20% de la producción y el otro 20% tiene el 80% de lo que genera nuestra empresa”, explica González, y agrega: “Este es un sistema en donde lo que importa es la persona y no el capital, en el que uno se apoya solidariamente en el otro para seguir adelante. Sin embargo, eso no supone un modelo de negocio no rentable, todo lo contrario”.

Bodegas La Riojana emplea a más de 280 personas de forma permanente, produce entre 40 y 60 millones de kilos de uva anuales y 4 millones de kilos de aceitunas y exporta el 37% de sus productos -entre los que se destaca la cepa emblema de la zona, el torrontés- a Reino Unido, Suecia, Holanda, Alemania, Taiwan y Finlandia.

La bodega fue la primera organización de pequeños productores del país y la tercera bodega en el mundo (junto a una bodega de Sudáfrica y otra de Chile), que en 2006 obtuvo la certificación Fair Trade (Comercio Justo). Al menos la mitad del volumen que fabrica y comercializa lo genera por esta dinámica, que tiene la particularidad de que parte del monto facturado luego se reinvierte en la comunidad. En el caso de La Riojana, la cooperativa construyó en los pueblos vecinos a Chilecito la Escuela Agro-Técnica Julio Martínez, la red de agua potable del pueblo de Tilimuqui y actualmente avanza en la construcción de un centro recreativo y otro de salud. “Por cada litro de vino que exporta la cooperativa, 6,5 centavos de euro quedan en el fondo que destinamos a la realización de estas obras”, explica González. “Creo que lo más importante es que la empresa pueda dar solución a sus asociados, a sus empleados y a la comunidad a la vez”, destaca.

Al tiempo que sus comunidades crecen, la provincia también se posiciona. Según cifras del año 2016 del Instituto Nacional de Vitivinicultura, La Rioja es la tercera provincia con mayor producción en la Argentina, después de Mendoza y San Juan. Con el torrontés como insignia, la provincia busca seguir potenciando su capacidad con nuevas propuestas: entre ellas, una Ruta exclusiva dedicada a la cepa emblema. “Los productos que hacemos son reconocidos por su calidad y por el estilo. La Rioja es sólo el 5% de la producción nacional. Por eso, entendemos que tenemos que lograr un consumidor que quiera realmente nuestro producto y que lo perciba como algo diferencial”, cierra el presidente de cooperativa La Riojana y promete que mientras la bodega crezca también lo hará toda la comunidad vecina al Valle de Chilecito.

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