Friday 29 de March, 2024

OPINIóN | 08-03-2018 18:38

"Me sublevo ante tanta mirada fundamentalista exacerbada"

Desde mí no humilde opinión, no están haciendo ninguna revolución. Comiencen desde abajo, sin arrodillarse, y así alcanzarán el Everest y plantarán la bandera del feminismo.

Soy hermafrodita y disfruto con plenitud mi atemporalidad, porque ir creciendo en vez de envejeciendo es evolución y sabiduría, y no negación del tiempo. Por eso me sublevo ante tanta mirada fundamentalista exacerbada, marquetineramente aberretada, calesitera sin sacar la sortija, y al escuchar algunos casos que creo que son amarillistamente inducidos para transformar una cópula o culpa retroactiva en un “me tocaron”, “me lengüetearon”, “me hicieron arrodillar”, “me cojieron”, en un “tengo la boca gateada y gastada de tanta felatio”, me pregunto ¿por qué siguieron?

Entiendo que para muchas mujeres, la determinación sea su bastión y para otras su laberinto, pero ¿por qué no en ese momento?, ¿porque había que pagar la cuota del monoambiente o del piso?, ¿no te importó pasarla mal?, ¿era eso o el departamento? Eso seguramente te llevó a terapia y te metieron a Lacan o a Sigmund Freud. ¿Nadie te dijo que eso era una forma de hipotecar tu dignidad, una forma de prostitución larvada?

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No caigan en la trampa del marqueting, paseándose por los canales con tetas siliconadas o culos parados con aceite de avión o tuneadas vintageando a Bety la Fea, con anteojos incluidos para verse más académicas. Empáticamente no logro entenderlas. Las atraparon las redes. “No problem”. Sepan que se puede dejar de ser virtual. Lo dice una mujer hombre siliconada, de 71 años, que fue atravesada por la vida y abusada de pequeña por su abuelo, quien hizo con su cuerpo lo que quiso. Que denunció, soltó y no se victimizó ante un ex golpeador, ex alcohólico y ex drogón. Que se animó a lo vanguardista disruptivo y rupturista como “Playa Franca” y “Gaysoline”. Que a pedido de su hija albergó en su casa a un amigo de ella, súper admirador mío, que se estaba por morir de SIDA. Sofía me había pedido si él podía vacacionar conmigo porque yo había sido su gran amor. El chico era gay, pero yo había sido su primera masturbación, me había idealizado muchísimo y quería pasar unas vacaciones conmigo antes de morirse. Yo tengo gran fobia hacia las enfermedades, pero acepté. Juntos compartimos momentos maravillosos. Y al regresar a su hogar, murió. Todo hace 50, 30 y 20 años atrás.

Desde mí no humilde opinión, no están haciendo ninguna revolución. La última gesta que conozco es la de 1810. Las voces del feminismo se visibilizan en el siglo XX, pero se escuchan desde los siglos XIV y XV, entre otras, la de Christine de Pizan, la filósofa veneciana.

Comiencen desde abajo, sin arrodillarse, y así alcanzarán el Everest y plantarán la bandera del feminismo.

Qué pasa con las publicidades que te muestran como el día 28 corrés por el campo con una toallita higiénica y te reís como una imbécil, las que te muestran que podés limpiar el inodoro con un aerosol con olor a rosas. O las que te dicen que sacan la grasa de la cocina con un desneuronado Bátman con forma de detergente que te ayuda. ¿Qué hacemos con los publicistas? ¿Los crucificamos? Soy feminista pero no agresiva. Ni adelante ni atrás del hombre, al lado.

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No me interesa ser ejemplo ni referente de nadie. Mi único legado es mi hija, paseando sus ovarios resueltos por el mundo. Ganadora de premios en España y Cuba y que ahora está viajando a México con la película “Alanis”, donde muestra la prostitución desde otro lugar, desde el lugar de la elección como modo de vida y exigiendo igualdad de derechos. Ella sí es una feminista siglo XXI, que no se sentó en ningún lugar a llorar, sino que decidió pelear.

Soy bautizada como católica apostólica romana y mi estado actual es entre atea y agnóstico. Creo en el universo, estoy a favor de la despenalización del aborto, de las no histéricas, de la desacralización de tomar la belleza como valor, de las que no toman a sus hijos de rehenes, de la mujer y detesto a Adán y Eva. Tómenme o déjenme, me da igual. Nunca espero nada de los demás. Así, todo se simplifica. ¡Ah!, me olvidaba. Vivo en la Argentina, país en el cual el dólar ya superó los $20. Bye. Las quiero.

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por Moria Casán

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