Thursday 28 de March, 2024

SOCIEDAD | 20-03-2018 20:39

Femicracia: Carta abierta a la tapa de NOTICIAS

La militante Daiana Asquini argumenta contra la nota que retrató los claroscuros de un momento histórico en la lucha por la igualdad de géneros.

La feminista piquetera Daiana Asquini hizo llegar a NOTICIAS una extensa respuesta a la nota de tapa “Femicracia”, que se reproduce completa a continuación. Como autora del texto aludido (Femicracia: La hora de las mujeres) aclaro algunos equívocos. A diferencia de lo que interpreta Asquini, en ningún párrafo el texto identifica a la masiva marcha del 8M con el “activismo intolerante”. Tampoco sostiene que sea “tiempo de quedarnos en casa”, como alude esta carta. Y mucho menos invito a otras mujeres a tener “buenos modales". Sí a tolerar la diversidad de pensamiento, un asunto más ideológico que formal.

A propósito de los modales, me quedo pensando en la rara defensa de Malena Pichot que hace Asquini: "pedirle modales a un sujeto político diverso que está en construcción es una truchada”, dice. Aunque en mi nota sólo hay una ínfima mención a Pichot, me sorprende esa descripción tan limitante para retratar a una mujer completa, libre y con acceso a medios de comunicación (que suele utilizar para bastardear a quienes no piensan como ella).  Asquini habla de “las feministas” como un todo homogéneo al que hay que proteger  “de cualquier crítica, tenga razón o no”. ¿En serio hay que avalar cualquier cosa con firma de mujer? ¿ O a cualquier mujer de la supuesta propia tribu? Por las dudas, como me considero feminista (aunque no un cachorrito discapacitado) le agradezco la solidaridad/sororidad.

@alejandradaiha

Texto completo de la carta de Daiana Asquini:

En la tapa de la Revista Noticias del 9 de marzo se plantea un nuevo concepto llamado “FEMICRACIA”. Según la autora del artículo, la periodista Alejandra Daiha, resume el supuesto objetivo feminista de lograr “un pensamiento único como instancia superadora de la inequidad histórica”. Esta característica, que “la divergencia es traición”, sería la más grave de la supuesta frivolización de los reclamos legítimos del movimiento de mujeres. Las mujeres que protagonizamos una pueblada de más de 1 millón de personas el pasado #8M seríamos, por lo tanto, una suerte de activismo intolerante. En resumen, que no queremos ni podemos debatir porque defendemos “disparates” (textual, tapa de Noticias). ¿Es así?

NOS ESTÁN MATANDO, VIOLANDO Y MUTILANDO. Por el contrario, las feministas somos un movimiento democrático y emancipatorio que levanta una voz “racional” en medio de un mundo machista. A escala planetaria, hace años que estamos protagonizando una cuarta ola feminista.

Estamos al frente del #NiUnaMenos, del segundo  #ParoInternacionaldeMujeres, de la #WomensMarch, del #Metoo y del #TimesUp. ¿Por qué nos acompañan en nuestra lucha feminista millones de mujeres a nivel mundial? Porque nos están matando, violando y mutilando. Es así: todos los días nos están matando. Mientras el lector reflexiona (o se enoja) con esta nota, nos están matando. Hay una menos. Esta es la realidad. Por eso respondo: “no hay femicracia, hay femicidios”.

Lo que hay es la necesidad urgente de dar una respuesta política para que los machistas dejen de asesinarnos y ultrajarnos.

DERECHOS SÍ, PRIVILEGIOS NO. En segundo lugar, nosotras no somos “autoritarias” porque no queremos la supresión de derechos y garantías de nadie, en este caso se supondría que querríamos suprimir los “derechos” de los varones. Por el contrario, las feministas luchamos por la reafirmación positiva de derechos para las mujeres y las disidencias sexuales. Por eso decimos: las prerrogativas del opresor no se llaman derechos, se llaman privilegios. Y sí, claro, las feministas queremos terminar con todos los privilegios. Y a los varones que hacen uso y abuso de sus “privilegios” para matar mujeres no les decimos varones, les decimos machos. Por eso, y en primer lugar, las feministas queremos suprimir el “privilegio” de matar mujeres por ser macho. Tan sencillo como eso. Llamamos a las cosas por su nombre porque vivas nos queremos.

AUTO-DEFENSA SORORA. Por otra parte, es absurdo acusarnos de “violentas” como están haciendo con el linchamiento mediático de la humorista Malena Pichot por su supuesta “falta de modales”.

Pedirle modales a un sujeto político diverso que está en construcción es una truchada moralista. A su vez es una hipocresía porque se nos acusa de querer moralizar al arte, cuando lo que pretenden es moralizar al feminismo. Es de un doble standar evidente que raya con la complicidad machista.

Mientras las mujeres luchamos por ponernos de pie contra todo el peso de un sistema mundial que nos quiere de rodillas, es muy fácil criticarnos “desde la platea” (Rodrigo Pena dixit). De lo que se trata no es de discutir si hacemos “todo bien” (seguramente nos habremos equivocado alguna vez) sino de reivindicar una lucha que es legítima porque nuestros reclamos son justos. Una lucha histórica contra un enemigo real que agoniza porque ya no tiene sustento simbólico para justificar su existencia. Se terminó el tiempo para los machos, Time’s Up. Somos las mujeres las que ponemos el cuerpo en esta lucha y, por lo tanto, somos solidarias con todas aquellas que luchamos juntas y hermanadas contra el patriarcado. ¿Complicidad feminista? ¿Incapacidad para escuchar una crítica?

No, se llama defender a tus compañeras porque sabés que cualquier diferencia será superada juntas el día de mañana. Las feministas practicamos y reivindicamos la auto-defensa sorora contra cualquier racionalidad machista, es decir, contra cualquier crítica (tenga razón o no) que busque deslegitimar nuestro movimiento.

UN INVENTO. Pasando al debate conceptual, si tomamos literalmente el término “femicracia” significa “gobierno de las mujeres”. Aclaración: dicho término no es reivindicado por las mujeres protagonistas del movimiento, ni por sus principales organizaciones, ni tampoco se encuentra plasmado en el documento unitario del acto del 8 de marzo. O sea que corre por cuenta de la imaginación de la redacción de Noticias y la autora. Advertimos sobre el riesgo de inventar una discusión que no existe. La mayoría de las feministas no reivindicamos el retorno al matriarcado sino la paridad y cupos de género(s) para romper con las bases biologicistas y machistas en el ejercicio del poder político y la vida en general. Lo que Alejandra arranca como polémica, incluso con buenas intenciones, puede terminar en desinformación y falacia. Lo que sí es real es que las feministas “cuestionamos demasiado” e incomodamos a los que se benefician con este sistema heteropatriarcal. No es que la marcha del #8M “habla de cualquier cosa”, como nos acusan Lanata y el grupo Clarín. Se trata de que las mujeres somos un sujeto político y venimos a cuestionar todo.

Nosotras cuestionamos al patriarcado heteronormativo y cisgénero hasta el fondo de su naturaleza colonialista, es decir, al servicio de la reproducción de los monopolios y el capital imperialista transnacional. Estamos ante una revolución de mujeres y, como en toda revolución verdadera, nuestra lucha arranca contra una opresión puntual y termina enfrentando a todas las opresiones.

Por eso opinamos sobre todo y queremos cambiarlo todo.

CAUSA Y CONSECUENCIA. Las feministas, mayoritariamente, estamos con el #Metoo estadounidense y contra el #MeNeither francés. Las francesas explican lo evidente para negar lo fundamental: “La violación es un delito. Pero la seducción insistente o torpe no es un delito, ni la galantería una agresión machista”. Explican que “no es todo lo mismo” para negar que “todo forma parte de lo mismo”: las agresiones sexuales, de la más leve a las grave, forma parte de un mismo sistema. Ninguna feminista piensa que es lo mismo un acoso que una violación pero sí pensamos, como reconocen organismos de derechos humanos como Amnistía Internacional, que las violencias machistas se conectan, escalan y retroalimentan mutuamente. Tampoco es cierto que neguemos la existencia de la violencia femenina contra varones: lo que afirmamos es que la mayoría de las asesinadas somos mujeres (¿será casualidad?) y que, muchas veces, si las mujeres agredimos es en defensa propia (como fue el caso de Higui). Por lo tanto, el #MeNeither francés no supera la chicana del “Ni Uno Menos”, es decir, una frase que busca invisibilizar el carácter estructural de la violencia machista. Peggy Sartre, una de las firmantes de la carta, lo sabe perfectamente. Por eso es autora del ensayo “La dominación masculina no existe”. A confesión de parte, relevo de pruebas.

MAXIMALISTAS. Por último, Alejandra concluye su artículo llamando al feminismo a moderarse: “Tal vez, en vez de pretender un discurso unívoco, haya que volverse minimalistas. Empezar por la equidad doméstica para que en un par de generaciones el compañerismo avance en todos los órdenes”. Para la autora, los reclamos de las mujeres son legítimos pero no así los “modales” (“pecados capitales”, sic) de las feministas. Para Alejandra no es tiempo de revolución de mujeres sino tiempo de quedarnos en casa. Sería el momento, entonces, de priorizar cultivar nuestros modales y de preparar a una nueva generación que, una vez re-educada, podría encarnar el cambio real. No podríamos estar más en desacuerdo. Para empezar, el movimiento real es uno. No se puede reivindicar “la lucha en general” pero no a las mujeres que luchamos de carne y hueso. En segundo lugar, en versión minimalista, la exaltación unilateral de la reforma cultural es una forma de evadir la lucha política directa contra el Estado machista. Las feministas, por el contrario, luchamos en todos los terrenos al mismo tiempo: luchamos en las calles, luchamos en las casas y luchamos en las camas.

Por último, como militante trotskista, no puedo dejar de reivindicar la enorme tradición de mujeres bolchequives como Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo, Inessa Armand y Alexandra Kollontai. Fue gracias a esas mujeres “maximalistas” que, por primera vez en la historia de la humanidad, las mujeres pudimos divorciarnos y abortar. A 100 años de la revolución rusa, las feministas nos sentimos herederas de las maximalistas rusas.

“TUTELADO” ESTÁ EL PRESIDENTE. ​Por eso, esta revolución de mujeres no está tutelada por ningún gobierno. No existe ningún “viraje feminista” (tapa de la revista Noticias 16/03). El “feminista menos pensado” no sólo es un “machista aggiornado” (textual del propio Macri) sino que es un macho en retirada y acorralado por una rebelión feminista dentro de las propias filas de Cambiemos. Somos las mujeres quienes le marcamos el paso a Macri cuando nos sublevamos contra los machos jefes de las bancadas y votamos, sobre tablas, la paridad de género a fines del año pasado. Somos las mujeres (el temible “lobby feminista”) las que estamos haciendo fuerza para conquistar este año la Interrupción Voluntaria del Embarazo en el Congreso. Hasta tal punto somos las mujeres quienes estamos marcando la cancha que, al día siguiente del multitudinario 8 de marzo, el propio presidente tuvo que resignar sus facultades constitucionales y anticipar que no iba a vetar el derecho al aborto en caso de aprobarse. ¡El macho Macri cediendo privilegios! Ese fue un reclamo explícito que hicimos Las Piqueteras en cada oportunidad que hablamos en la tele. Hasta tal punto somos las mujeres quienes inclinamos la balanza que la propia Cristina, luego de 12 años de relegar nuestra lucha, ahora anticipa el voto de su bloque en el senado y el de ella misma a favor del derecho al aborto. La revolución de las mujeres lo está cambiando todo y ya nada será igual. Nosotras no queremos ninguna “femicracia”. Las feministas luchamos para terminar con esta machocracia que nos está matando. Por eso, cantamos vivas y orgullosas “¡Mujeres al poder, varones a ceder!”.

(*) Daiana Asquini  es feminista socialista y dirigente nacional de Las Piqueteras y del Partido Piquetero.

@Daiana_Asquini

Galería de imágenes

Comentarios