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POLíTICA | 14-07-2018 04:39

Interna en Cambiemos: la indigestión de la UCR

Volvieron a Olivos a pedir formar parte del diálogo con el PJ. El enojo con Carrió.

Con la confianza desgastada, los radicales se sientan a la mesa de Mauricio Macri y sonríen para la foto. Los mozos están por servir asado con ensalada. Son las nueve de la noche del martes 10 de julio en la Quinta de Olivos. En Córdoba, Elisa Carrió piensa, con picardía, un tuit para figurar en la charla aún a la distancia. Los tres gobernadores de la UCR, los jefes de las bancadas en el Congreso y Ernesto Sanz esperan una explicación sobre la reunión secreta entre el Gobierno y un sector del peronismo de la que se enteraron por los medios, y del último exabrupto de “Lilita”. De nuevo se van con una promesa: no volverá a ocurrir, y a partir de ahora todas las decisiones serán consensuadas. “Ahora somos parte del gobierno nacional en serio”, decía uno de los radicales presentes a la salida de la comida.

La cena estaba pautada desde principios de julio, pero cayó justo en medio de los cruces entre la UCR y Carrió, quien se jactó de “manejarlos desde afuera” y los tildó de “ser misóginos”, una broma que no les causó gracia a todos. Distendido, con la copa de agua medio llena y la de vino casi vacía, el Presidente tomó la palabra. Habló de la tormenta de los últimos 90 días, de los requerimientos del FMI y reconoció los errores cometidos en materia económica. La visita hizo su planteo: “Hay que atenuar los efectos de la recesión”.

Mientras los chorizos y las morcillas daban paso a la carne, la charla pasó por la discusión sobre la legalización del aborto, la relación con el peronismo y el presupuesto 2019. “La palabra clave fue sinceridad. Hacía falta una charla así, porque nosotros no queremos cogobernar, queremos tener un ámbito único para discutir los temas centrales”, cuenta a NOTICIAS uno de los presentes. Cuando había pasado una hora y media de charla, los celulares de Negri y Marcos Peña recibieron una notificación de Twitter que cambió el rumbo de la conversación y que fue el disparador para hablar del elefante en la habitación. “Qué chistoso este bife de chorizo”, escribió Lilita desde Córdoba, etiquetándolos. Cornejo, presidente de la UCR y al que más molestó la actitud de “Lilita”, que también lo castigó en un tuit por su pasado K, aprovechó para volver a descargar la furia. “Poné en riesgo la coalición”, le reprochó a un Macri que se empeñaba en calmar las aguas y asegurar que “Cambiemos es lo importante”. Varios de los asistentes aseguran que el tema duró entre 5 y 10 minutos. La reunión, que se completó con los gobernadores Gerardo Morales (Jujuy), Gustavo Valdés (Corrientes), el senador Ángel Rozas y Rogelio Frigerio tomó otros rumbos, hasta que Macri lo retomó: “Ahora con Mario nos vamos a ver a Lilita”, lanzó en tono de broma el Presidente al despedir a las visitas, en referencia a la buena relación de Negri con la diputada. Habían pasado dos horas. La cena llegaba a su fin. Los problemas están lejos de acabar.

La otra mejilla. El show de Carrió en el foro de Entre Ríos cayó pésimo en ese partido y sorprendió a varios. El que estuvo al borde del colapso nervioso fue Atilio Benedetti, miembro del partido centenario, diputado, y uno de los pocos radicales presentes en el “stand up” de “Lilita”, donde fue destinatario de la frase de la polémica. “A los radicales los manejamos de afuera, ¿o no Benedetti?”. Los días siguientes del legislador fueron frenéticos. Apenas enterados de la polémica, varios miembros de la cúpula radical se comunicaron con Benedetti a minutos de terminado el acto para saber cómo había ido. “Lo de siempre, nada nuevo”, los quiso tranquilizar el radical. Pero el viernes la noticia estalló y surgieron las broncas repartidas. Muchos se enojaron con Benedetti por no plantarse, y en el medio del frenesí recibió una llamada de Carrió para tranquilizarlo: la diputada, que lo acompañó en su campaña en el 2013, dice tener una buena relación con él más allá de las chicanas y quiso llevarle sosiego. “Lilita” no tenía el contacto del diputado al que gastó, y llamó a Negri para pedírselo. “Fue todo en broma, no pueden hacer tanto escándalo”, se divertía la política ante el radical que le exigió explicaciones. Luego llegó el comunicado de la UCR, que mandó a redactar Cornejo –al que todo este alboroto le cortó unos días de descanso en Chile– y terminó de explotar la interna. “Pedimos que Carrió se asbtenga de las declaraciones inoportunas”, exigía.

Todo este show cae en un momento complejo en la relación entre el PRO y la UCR. Desde que asumió Cornejo a fines del año pasado, las tensiones se vienen agudizando: a diferencia de su antecesor, José Corral, intendente de Santa Fe, el actual presidente batalla fuerte por aumentar el poder del partido dentro de Cambiemos. Esa es la pelea de fondo, el lugar que ocupa el radicalismo en la alianza gobernante. Para el sector del Gobierno que comandan el gurú Jaime Durán Barba y Peña, la UCR es un “hermano menor” que sólo los acompaña por una cuestión estratégica y que se sacarían de encima apenas se presente la oportunidad. “Es un partido del pasado”, suele repetir el estratega ecuatoriano.

A pesar de que muchos en la UCR, con Sanz a la cabeza, miran mal a Durán Barba y sus fórmulas, hasta para adentro hay grieta. Están, como Negri y la mayoría de sus diputados, los que aceptan el segundo lugar –“hay radicales que lloran y otros que queremos sacar el país adelante”, se escuchó en ese bloque en estos días– y los que, como Cornejo y Morales, quieren recuperar viejas glorias. “El que mejor se portó en la alianzan no fueron el PRO ni Carrió, fuimos nosotros, tanto en el Parlamento como en las provincias que manejamos. Somos indispensables y lo tienen que entender”, dicen en el último sector. Es una interna adentro de otra. ¿Se rompe o se dobla?

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