Friday 29 de March, 2024

POLíTICA | 15-08-2018 15:23

Ángelo Calcaterra: Por qué miente el primo de Mauricio Macri

El empresario pariente del Presidente declaró en la causa de los cuadernos que aportó presionado para para la campaña K. Su verdadera relación con el kichnerismo.

El primer aporte de campaña de Angelo Calcaterra data del 30 de noviembre del 2005. Fueron $ 3.000 y los hizo a través de su empresa de entonces, Calcaterra SACIFI, la cual años más tarde pasaría a llamarse ACSA SA. En ese entonces no era ni por asomo el pope de la obra pública que sería años más tarde y todavía ni siquiera se había quedado con la constructora de su tío Franco Macri, a la que llamaría IECSA. En ese entonces, según declaró ante el juez Claudio Bonadio, tampoco recibía presiones por parte de Roberto Baratta, el valijero de Julio De Vido, para hacer aportes en negro para campañas electorales. Según contó el propio Calcaterra al diario La Nación: “En 2013, empezaron a pedirnos aportes para la campaña”. Pero le falla la memoria.

Otro aporte previo al 2013 fue uno más relevante que hizo para la elección presidencial del 2007. Fueron $ 398.948, pagados en efectivo el 3 de octubre del 2007 a través de la empresa Creaurban, de la cual en ese entonces era el principal accionista.

Estos dos aportes podrían volverse un problema para Calcaterra, quien ante la Justicia aseguró que recibía presiones para financiar campañas del FPV a cambio de que se liberasen los pagos por obras que estaban en marcha. ¿Estos aportes previos al 2013 ponen en jaque esa coartada? En principio es una contradicción con lo afirmado por el primo del Presidente.

A esos aportes ilegales entregados en el estacionamiento del Hotel Hilton, en Puerto Madero, por parte de Javier Sánchez Caballero, el entonces gerente general de IECSA, se le suma una polémica asistencia a un acto de Cristina Kirchner contra el Grupo Clarín. Fue el 24 de agosto del 2010, en Casa Rosada. La entonces presidenta presentaba el “Informe Papel Prensa”, en el que denunciaba a Clarín de haber sido cómplice en la quita de esa empresa a la Familia Graiver en complicidad con la dictadura. En primera fila estaba Angelo Calcaterra, sentado al lado del entonces jefe de Gabinete Juan Manuel Abal Medina, y sin que nadie lo presionara. En esa misma línea estaban Hugo Moyano y Néstor Kirchner, quienes aplaudían con fervor a la presidenta. Calcaterra también aplaudía, pero, vale decirlo, con un poco menos de emoción. Entendía que esa no era su batalla, pero negocios son negocios y había que estar ahí. Bancando a la jefa.

El fiscal Carlos Stornelli duda de la versión de Calcaterra, pero hasta ahora no tiene demasiados elementos para refutarlos. La coartada de sostener que los pagos en negro eran aportes para campañas le parece floja. “Eran todos cómplices”, le dijo a un reducido grupo de personas. Esa complicidad de la que habla Stornelli es la que pregonó Franco Macri desde siempre y Calcaterra se formó en esa escuela. Siguió a rajatabla las enseñanzas de su tío: “Los empresarios siempre deben ser oficialistas”.

Al fiscal tampoco le cierran las contradicciones entre los 8 millones de dólares que registró Centeno en sus cuadernos contra los 200 mil dólares que afirma haber pagado Calcaterra. A estas sospechas de Stornelli también se le suman las de otros abogados que forman parte del expediente, cuyos clientes quedaron desorientados por la coartada del primo del presidente Macri y su gerente Sánchez Caballero, representados por Ricardo Rosental. Decir que hicieron aportes ilegales a una campaña política es un delito mucho menor que pagar una coima. La estrategia del ex CEO Juan Carlos De Goycoechea es bastante similar. Una suerte de falso arrepentimiento que les echa la culpa de todo a los funcionarios que “presionaban” a los hombres de negocios. Según pudo saber esta revista, De Goycoechea afirmó que luego de haber ganado la licitación para construir la central térmica de Río Turbio, lo llamó Roberto Baratta para decirle que si quería cobrar el primer certificado de obra tenía que pagar una coima. De Goycoechea llamó a un directivo de la empresa Isolux en España -del cual todavía no dio el nombre- y pidió instrucciones. Desde Madrid llegó la orden para pagar y desde aquel día siempre se movió de la misma manera.

Cada vez que llamaba Baratta, desde la sede central de Isolux le informaban a qué financiera tenía que ir a buscar el dinero para entregarle al funcionario. Esta afirmación coloca a De Goycoechea como un simple intermediario entre dos partes, casi una víctima.

Un dato no menor: cuando quebró Isolux España, De Goycoechea inició una demanda contra el grupo porque no lo querían indemnizar.

Luego de varias negociaciones, llegaron a un acuerdo y el argentino aceptó retirar la demanda a cambio de un pago de dinero. El abogado de De Goycoechea es Javier Landaburu, socio de Rosental, el defensor de Calcaterra.

Origen. Cuando el kirchnerismo llegó al poder, Franco Macri fue uno de las primeros blancos de Néstor Kirchner. El entonces presidente decidió estatizar el Correo Argentino y quitarlo de las manos de la familia Macri. Ese conflicto se arrastró durante más de 15 años y llega hasta nuestros días aún sin resolución. Franco entendió rápidamente que a Néstor Kirchner le servía confrontar con él, porque el apellido Macri tenía mala imagen, y entonces decidió ir desprendiéndose de los negocios. En el 2007, Angelo Calcaterra heredó la constructora familiar y el apellido Macri se corría de la escena de los negocios con el Estado. Había otro factor que ayudó a empujar esta situación: Mauricio se negó a asumir el mandato paterno y hacía varios años había abandonado el día a día de las empresas. Para esos años ya estaba embarcado en política.

En el 2007 Franco Macri le dijo a la diputada K Gabriela Cerruti para su biografía sobre Mauricio Macri: “Nunca terminé de saber quién compró”. Insinuaba una duda sobre el verdadero dueño de IECSA.

Para Franco, la venta de la constructora a su sobrino siempre estuvo bajo sospecha, e incluso llegó a afirmar que Mauricio Mauricio se había quedado con la constructora de la familia y, por lo tanto, Calcaterra era su testaferro. “Mi hijo me sacó la empresa”, afirmó el patriarca de la familia en julio del 2010, según publicó esta revista.

Desde el entorno de Calcaterra negaron siempre esa versión.

La relación entre el kirchnerismo y la familia Macri nunca gozó de una primavera, pero eso no evitó que se pudieran hacer buenos negocios. Al final de la llamada “década ganada”, Calcaterra, con 14.050 millones de pesos, terminó en el puesto número 3 de los empresarios de la obra pública que más dinero recibieron, según un documento que distribuyó el gobierno K.

En paralelo, mientras los negocios con la obra pública fluían, Franco Macri consolidaba el Macri Group, un nuevo emprendimiento que se basaba en el lobby con China y la posibilidad de hacer negocios en esa potencia asiática. Néstor Kirchner, en público, atacaba al actual Presidente con el famoso eslogan “Mauricio es Macri” mientras que, por lo bajo, Franco les abría las puertas de China. El eterno oficialismo de Franco lo llevó a decir que no le disgustaba un gobierno de La Cámpora, pero todo se desmoronó con la tragedia de Once. Don Franco no apoyaba a los K desinteresadamente. Quería reconstruir el Belgrano Cargas con capitales chinos, pero la “limpieza” de Florencio Randazzo lo dejó afuera.

Hoy Ángelo no tiene la posibilidad de ser oficialista como su tío. Su parentesco con el Presidente lo obligó a correrse de los negocios de la obra pública por la polémica que podía desatar cualquier licitación que ganase. Le vendió la empresa a Marcelo Mindlin, el dueño de Pampa Energía, y con eso cortó sus casi nueve años como empresario proveedor del Estado. Hoy la Justicia lo tiene en la mira por esos negocios.

por Rodis Recalt

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