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COSTUMBRES | 04-10-2018 12:18

Casa Foa 2018: cómo integrar la naturaleza

La muestra de paisajismo y decoración inauguró nueva edición. Los diseños verdes, sin cortes entre interior y exterior, fueron los favoritos.

La locación es todo. El axioma clave del “real estate” también se aplica perfecto a la nueva edición de Casa FOA, la muestra más importante del país de decoración y paisajismo. Ubicado en el plácido barrio de Devoto, el ex Convento de la Misericordia, una joya arquitectónica de más de 120 años, resultó el lienzo perfecto para que 44 equipos de profesionales dieran rienda suelta a su creatividad. Y gracias a una estructura plena de patios internos y un verde exuberante que comulga todo el tiempo con el interior, la muestra es, literalmente, un soplo de aire fresco. Es que son pocos los espacios que se resistieron a jugar con esta comunión, y así el recorrido transita casi sin estridencias entre el aire libre y los sectores cerrados.

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Monocromo. El verde, por supuesto, es rey. En este camino, una de las primeras propuestas que resalta es el mármol “verde bosque” que abraza la gran cocina de los arquitectos Maia Lauferman, Leandro De Angelo, Natalia Álvarez Bonin y el diseñador Lucas Tumburus, con una isla como estrella en la que hay lugar para cocinar, comer y disfrutar. La idea se continúa en las paredes verde oliva, aunque el concepto termina de cerrar cuando se aprecia la generosa huerta “indoors”, ubicada en uno de los extremos de la mesada y convirtiéndose en la envidia de todo chef que se precie.

También en clave verde, el estar íntimo de Diana Reisfeld es una oda a este color. De hecho, toda su inspiración nació a partir del gran mural vertical de hojas que cubre una de las paredes. Desde allí, la paleta se extendió a todo tipo de texturas, al tiempo que maridó a la perfección con madera clara y algunos detalles en cobre. También monocromo, aunque esta vez en amarillo (un tono que dialoga con mosaicos, azulejos y vitrauxs ya existentes en el edificio), el “Living de un coleccionista” de Javier Iturrioz es pura alegría y suntuosidad. Lleno de arte, como es de esperar, combina piezas de diseño clásicas con otras más llamativas, como por ejemplo la escultura del mono que recibe a los visitantes y, nuevamente, remite a la naturaleza y la fauna.

Conexión madera. Otra clave “silvestre” de este año es la presencia de madera, más o menos trabajada. En el caso del comedor del arquitecto y escenógrafo Alberto Negrin, está utilizada como toque agreste y central en la mesa, rodeada por una elegante composición en la que hasta hay lugar para emular un techo de vitraux, tal cual los que esta construcción centenaria merecería. Aunque a la vez, el piso ostenta un parquet que combina y alterna tablones más claros, sirviendo de idónea transición para el mármol de la chimenea y el estriado de las paredes. Además, el uso de las rayas y el azul, blanco y negro como bases son ejemplo de cómo en lo más sencillo está siempre la mayor belleza y elegancia.

Y si de chicos se trata, nada mejor que incorporar el universo animal. Así lo hicieron Carla Barconte, Ludmila Drudi y Mariana Paccieri, de Plok Estudio, en “La cueva del oso”. Rotundamente plena de madera, crearon una habitación infantil en la que la cama más deseada será la tercera, arriba, a la que se accede mediante una escalerita y que ofrece un inmediato refugio del mundo adulto. “Quisimos generar un espacio libre de tecnología, que sea lúdico y funcional para que los niños puedan divertirse, trepar, leer, pintar y disfrutar cada rincón”, cuentan las profesionales a cargo. Con forma de oso sobre el diseño de la estructura de la cama y montañas sobre la pared enfrentada, el resultado es un espacio que estimula la creatividad y la conexión con los sentidos.

Aire libre. Como ya se mencionó, los sectores externos son un gran fuerte de esta edición. En los 3000 mts2 que componen la casa hay lugar para galerías y patios que también supieron lucirse con lo mejor del diseño.

Entre los más logrados se destaca la “Vivienda para una pareja joven”, del arquitecto Martín Zanotti. De líneas simples pero tan funcionales como estéticas, buscó “generar un contraste entre lo histórico y lo contemporáneo, explotando las posibilidades de la arquitectura del conjunto”. Así, tres grandes sectores dominan el espacio, separados por bastidores metálicos de cristal translúcido y con dos obras imponentes de Eduardo Stupía en cada extremo, en tanto los vanos de ingreso y salida se convirtieron en toilette, baño, vestidor y lavadero. Pero el broche de oro lo compone su patio trasero, que con volúmenes escultóricos a modo de mesones exteriores y la aplicación de un espejo de pared a pared amplía el verde y da ganas inmediatas de ser el destinatario de aquel departamento.

Con otro estilo, la propuesta de patio de Hugo y Darío Gallego y Pamela Martos seduce con distintas tonalidades conforme el sol avanza y se va reflejando en su pérgola metálica “diseñada como trama y urdimbre”, que busca evocar el universo y su constante recordatorio de pertenencia. Por debajo, la madera brinda calidez y contención, mientras tejidos de la marca italiana Paola Lenti fluyen con distintos matices de color y alegría. “Aquí, elementos como metal, piedra y madera interactúan en un diálogo sabio”, describen los creadores, que apuntaron a diseñar un espacio flexible, susceptible de ser adaptado a las necesidades y exigencias de cada cliente.

En simbiosis con la naturaleza, el recorrido 2018 por F OA es un gran abanico de propuestas orgánicas y amables. Con el retorno a la vida natural como la mejor inspiración, los espacios de estos 44 equipos invitan a soñar con casas tan bellas como frescas.

Dirección: Pareja 3670. Villa Devoto. www.casafoa.com

Fotos: Marcelo Escayola.

por Vicky Guazzone

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