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CULTURA | 22-11-2018 16:02

La voz de las víctimas

En el Festival Basado en Hechos Reales cuatro periodistas internacionales contaron sus experiencias al narrar las guerras y el exilio.

El periodismo también busca su sentido. Y al menos Christina Lamb, Domenico Quirico y Marcela Turati lo encuentran: relatar las historias de las víctimas, amplificar su voz, darles vida sin fronteras. La británica Lamb y el italiano Quirico son corresponsales de guerra y salen al encuentro de los seres humanos iguales que ellos que sufren la violencia y la huida. La mexicana Turati es corresponsal de otra guerra, la que el Estado de su nación emprendió contra el narco y que ha dejado a tantos familiares penando las muertes de traficantes de toda envergadura o inocentes asesinados por error o con premeditación, incluidos periodistas.

Las voces de Lamb, Quirico y Turati, que multiplican otras voces, resonaron en un panel de la segunda edición del Festival Basado en Hechos Reales, que se celebró del 1 al 3 de noviembre en el Centro Cultural Kirchner. Lamb, jefa de corresponsales del londinense Sunday Times, es una bestseller mundial con libros como “Yo soy Malala”, que escribió en 2013 junto con la entonces adolescente paquistaní Malala Yousafzai, que ya de niña había comenzado a denunciar en un blog de la BBC los padecimientos por la invasión de los talibanes, que en 2012 fue baleada por ellos y en 2014 se convirtió en la más joven ganadora del Premio Nobel de la Paz.

Quirico, jefe de la sección internacional de “La Stampa”, de Turín, escribió diez libros, dos más que Lamb, como “El país del mal. 152 días de rehenes en Siria”, en el que relató con su colega belga Pierre Piccinin da Prata el secuestro y la tortura diaria que sufrieron de manos de rebeldes a los que ellos querían entrevistar para destacar su lucha contra el régimen de Bashar Al Assad. Y Turati es colaboradora de la revista Proceso, ha escrito un libro, ‘Fuego Cruzado: las víctimas atrapadas en la guerra del narco’, y ha coordinado o escrito capítulos de 17 libros y antologías.

Los tres panelistas contaron cómo pasaban de las notas que escriben para sus medios a la redacción de libros, pero además dieron una lección de periodismo y humanidad. “Mis libros sirven para decir que hemos fracasado, porque mi oficio es crear conmoción en aquellos que nunca irían a Siria o jamás se van a subir a uno de esos barcos en el Mediterráneo -vibró Quirico-. Sin embargo, los periodistas no podemos dejar de contar el dolor humano, lo vivido al lado de las personas que sufren”, resumió el italiano.

Historias. A los tres les sucede que las coberturas diarias o semanales de la información resultan insuficientes para contar los dramas de los que son testigos y para llamar la atención sobre tragedias que se repiten y que a veces terminan por anestesiar a los lectores. Para ellos, el libro supone el formato más extenso para gritar que lo que cubren es trascendente, como el sentido de su modo de hacer periodismo. Lamb también lo usa como medio para contar historias de vida esperanzadoras, como la de Malala o la de la joven siria Nujeen Mustafá, con la que escribió “Nujeen: el increíble éxodo en silla de ruedas desde las arrasadas tierras sirias hasta Alemania”.

Eso sí, Quirico aclaró: “¿Quién es mi interlocutor principal? No es el lector, que va a leer el diario y lo olvidará el mismo día o el siguiente. Mi verdadero interlocutor son las personas de las que cuento algo. Con estas personas con las que compartí un período corto o largo me vincula una relación de lealtad. Esa persona existe si yo la hago vivir, entre comillas, a través de mi historia y va a morir, entre comillas, cuando yo no hable de ella. Contar algo sobre personas es muy delicado. Si esa persona me pregunta quién te dio el derecho de escribir sobre mí, debo poder decir que me lo dio el derecho de estar a tu lado, de estar arriba de esa barca, de estar en medio del bombardeo. Debo contar sólo lo que he vivido, desde mis sentidos, y no contar como espectador externo. Un buen libro debe llevar al lector al desierto, a Alepo, a cruzar conmigo el Mediterráneo, a sentir el mal olor de la muerte, de la guerra”.

“Hay una urgencia que siento de escribir, de transformar la experiencia en conciencia, de contar el sufrimiento que estoy testificando todos los días, que te da sentido de que hay que producir más”, contó Turati. Así fue que tras publicar su libro en 2011, que la dejó con el ánimo destrozado por los dos años de rodaje, se embarcó en el desafío de componer libros colectivos con otros colegas que estaban relatando el mismo horror: “Para seguir insistiendo en que en México estaban matando a muchas personas, que estaban sufriendo los migrantes, que hay 38.000 personas desaparecidas en los últimos 12 años. En la revista en la que antes trabajaba no nos alcanzaban las páginas para cada semana destacar a tantas personas desaparecidas”.

Turati lleva años sin poder terminar dos libros: “Hay cosas del horror que no sé cómo narrar, hay masacres de las que conozco detalles y detalles, pero todavía no logro resolver cómo transmitir al lector sin que sienta que es horrible y que no quiera leer”, prosiguió la cofundadora de la Red de Periodistas de a Pie, que capacita y contribuye a la protección de periodistas, y Quinto Elemento Lab, un laboratorio que apoya el género de investigación.

“Hay una diferencia entre hacer libros y periodismo diario -expuso Lamb-. Escribir libros puede tener mayores gratificaciones. Uno tiene más tiempo para el detalle. A veces las notas son más superficiales, en comparación con la riqueza de un libro, donde hay más espacio para explicar. Pero a veces uno se pregunta, como Domenico, si uno realmente marca una diferencia contando estas historias. Uno se pregunta hasta qué punto dar exposición pública a la injusticia. ¿Los lectores no se sentirán demasiado horrorizados? ¿Cómo hacer para que lo que uno cuenta no pase desapercibido? ¿Van a querer los lectores presionar a los políticos? Hay cosas terribles que uno narra, pero no vemos que estén sucediendo los cambios que deberían suceder con la toma de conciencia que uno espera”.

Pero ella y sus compañeros de panel insisten en narrar a las víctimas mientras ellas sigan sufriendo.

Festival Basado en Hechos Reales, Más de 2000 participantes tuvo la segunda edición del Festival Basado en Hechos Reales, realizado entre el 1 y el 3 de noviembre en el CCK. Talleres, muestras, mesas redondas y paneles, durante los 3 días, se consagraron al análisis y la discusión de los textos donde literatura, periodismo y autobiografía se cruzan para privilegiar, por sobre todas las cosas, un modo de contar la realidad. Periodistas y escritores de la Argentina y el mundo se dieron cita durante las jornadas del Festival, con una participación especial de Elena Poniatowska, Mario Vargas Llosa y Hernán Casciari.

También se entregó el premio Leamos de Crónica Breve, dotado con una asignación de $ 30.000 para el ganador, Camilo Santos. Las actividades pudieron verse en streaming a través de las plataformas de Perfil.com e Infobae.com.

El Festival está organizado por periodistas y gestores culturales como Cecilia González, Victoria Rodríguez Lacrouts, Víctor Malumián, Silvina Heguy, Ana Prieto y Luciana Mantero.

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