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COSTUMBRES | 12-09-2019 14:39

Belleza: cuáles son los dos estilos en conflicto

La cosmética coreana inundó el mundo con sus inventos, pero los productos suecos amenazan con desbancarla. Qué prefieren las argentinas.

Hace unas semanas, la actriz Liv Tyler filmó un video para la revista Vogue en el que mostraba su rutina de limpieza de la cara y maquillaje matutinos. De 16 minutos, el proceso constaba de 25 pasos y se viralizó con rapidez. En contextos en los que pareciera que nadie tiene tiempo para dedicarle tanto esfuerzo a una práctica cotidiana; la premisa de Tyler, sin embargo, va de la mano con la que propone la cosmética coreana, cuyo ritual de 10 pasos es una tendencia que lleva años abriéndose camino en el mundo.

Desde Seúl con amor. “En Corea el cuidado de la piel es una cuestión cotidiana. Desde chiquitos, se les inculca a los niños la importancia de la protección solar, no solo por el riesgo de cáncer, sino también para evitar manchas”, ilustra Patricia Fernández, cosmetóloga y beauty blogger, autora del sitio “Amadora”.

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A partir de esa filosofía, se desarrolló para las mujeres una rutina de 10 pasos que busca trabajar con los productos en capas, comenzando con una limpieza doble (con limpiadores a base de aceite y agua), y continuando con distintos activos que apuntan a fines específicos, como eliminar manchas, luchar contra el acné o afinar poros. Dado el éxito de los productos, esta metodología comenzó a propagarse por Occidente. “En Corea no escatiman en ingredientes ni en activos, y tienen investigaciones y estudios que los respaldan. Por eso son cada vez más los que quieren tener al menos una crema de ese origen y probar la diferencia”, relata Fernández. Entre otros, los productos coreanos contienen niacinamida, una vitamina compatible con casi todos los tipos de piel y con beneficios rápidos y notorios.

Además de la ciencia detrás de cada cosmético, otro diferencial atractivo es su packaging, pensado de principio a fin como una experiencia. Con envases en forma de frutas, muffins, animales y otros elementos lúdicos, son una explosión de color que apunta directo al corazón del marketing.

A la Argentina, lo primero que llegó fueron las mascarillas. Suerte de punta de lanza en el mercado local, se las vio primero en redes y de la mano de influencers como Nana in Seul (@nanainseul, quien vivió un tiempo en la capital de Corea del Sur), luego en celebrities y hoy en farmacias y perfumerías, así como en locales del Barrio Chino. Algunas marcas reconocidas son Tony Moly, Etude House, Holika Holika y Dewytree, y aunque ninguna ha desembarcado oficialmente en el país.

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Los especialistas locales, sin embargo, no ven tan viable la filosofía de los 10 pasos aquí. “A mis pacientes trato de hacerles una guía fácil, de cuatro o cinco pasos, porque si no te dicen que no tienen tiempo -ilustra la dermatóloga Velia Lemel, para agregar con gracia- ¡Hasta usan extensiones de pestañas para no tener que ponerse y sacarse la máscara!”. A la vez, considera que tampoco hacen falta tantos pasos, pues la piel no puede absorber tal cantidad de nutrientes. Su recomendación, en cambio, es limpiar bien, hacer exfoliaciones dos o tres veces por semana, usar crema de noche e hidratante de día, algún sérum y protección solar.

Lo que es interesante de la cosmética coreana es la conducta. Acá, en cambio, prefieren comenzar a hacerse cosas invasivas como inyectarse bótox a los 25 o 30 años en lugar de cuidar la piel con un masaje de 10 minutos todos los días”, apunta la maquilladora Mabby Autino, que si bien no es particularmente adepta a los productos de dicho país, sí elogia la cultura que toma este proceso de cuidado como un ritual.

El avance sueco. Más recientemente, en tanto, ha crecido la influencia de la cosmética sueca. Mientras en nuestro país lo más conocido de este estilo de belleza es el dispositivo de limpieza Foreo Luna, usado por celebrities como Zaira Nara y la China Suárez, en Europa marcas como Sachajuan, Björk & Berries y True Organic of Sweden empiezan a desplegar sus bondades en todo tipo de productos.

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Su principal diferencia con la cosmética coreana podría resumirse en el minimalismo, tanto del packaging como de pasos y elementos. Envases en blanco, negro o gris, tipografías simples y una suerte de estética de farmacia antigua son el común denominador. Además, lejos de las 10 capas de tratamiento, propone rutinas simples y productos que cumplen varias funciones en una, al tiempo que apunta a pieles sensibles y que requieren cuidados especiales, a la medida de las mujeres nórdicas y su cutis extra blanco.

La cosmética sueca vuelve mucho a la botánica, a usar productos naturales y todo lo que es vegano. Es como un regreso a los orígenes, que tiene que ver con la búsqueda de sustentabilidad, pero que además mezcla lo natural con activos, como el ácido hialurónico, y así se consigue lo mejor de ambos mundos”, ilustra Lemel.

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Y aunque aún no hay revendedores o importadores que hayan tomado esta posta, esta tendencia parece promisoria para Argentina. “La influencia de esta cosmética va a llegar seguro, porque tenemos muchas rubias que necesitan estos cuidados especiales, así como personas con rosácea, que probablemente querrán incorporarlos”, sostiene Autino, que además comenta que el país es un gran productor de cosméticos, aunque suele pensarse que lo importado siempre es mejor. “Tenemos laboratorios de cosmética increíbles, y no se conocen”, analiza. Tal vez, entonces, la influencia sueca pueda ser un buen punto de partida.

por Vicky Guazzone

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