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SHOWBIZ | 08-10-2019 16:16

Series: llegó la revolución rusa a la televisión

Furor ondemand de ficciones que retratan desde los zares hasta los bolcheviques.

Cuando se habla de Rusia, es inevitable pensar en diferentes aspectos de su cultura. Para los amantes de la literatura se trata de la patria de plumas como Nabokov, Tolstói y Dostoyevski. Los aficionados de la música irán de Chaikovski, Rajmáninov​, Stravinsky o Borodín, hasta las actuales y revolucionaras “Pussy Riot”. Pero quizás el aspecto menos conocido del país es su fuerte producción y fuente de inspiración de materiales audiovisuales.

En los últimos años, la industria del entretenimiento está siendo testigo de una creciente oleada de productos e historias que tienen a Rusia como eje. El éxito más reciente es la miniserie de HBO “Chernobyl” que recibió el Emmy el domingo pasado, y que recapitula los acontecimientos tras el desastre de la planta nuclear ubicada en la frontera de Ucrania con Bielorrusia, entonces parte de la ex Unión Soviética.

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De época. Las series cortesanas son efectivas en lo que a conquistar a los espectadores se refiere. Es el caso de “Downton Abbey” y “The Crown” –ambas disponibles en Netflix–, que se centran en la aristocracia británica. Hoy la moda "brit" pasó, y Rusia parece ser el nuevo "it".

Los primeros atisbos de la historia soviética en el occidente fueron dados hace más de veinte años de la mano de Fox Animation Studios con la película animada “Anastasia”, inspirada en la leyenda de la Gran Duquesa Anastasia Nikoláyevna, la hija más joven del último zar de la Rusia Imperial.

Aunque se trataba de una historia ficticia con toques de magia y fantasía, fue un primer acercamiento a estas historias que parecían tan lejanas. Años más tarde, la historia de los Romanov vuelve a estar en el centro de la ficción de la mano de dos nuevas series de diferentes productoras.

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En una iniciativa por rescatar acontecimientos históricos, Netflix estrenó en julio la docuserie “Los últimos Zares”. El show dirigido por Adrian McDowall y Gareth Tunley se centra en contar el final de la dinastía rusa con la trágica historia de la familia Romanov, quienes fueron asesinados sin juicio, y golpe de estado mediante.

A pesar de tener un gran despliegue, la serie que cuenta con 6 capítulos y combinan la vida de la familia con declaraciones de historiadores y especialistas, fue enfáticamente criticada por su falta de rigurosidad histórica: entre otros errores, mostraron el mausoleo de Lenin veinte años antes de su muerte.

En un abordaje similar, Amazon Prime acercó el año pasado la serie de Matthew Weiner, “Los Romanoff": ocho capítulos independientes entre sí que tenían como hilo conductor el hecho de que cada protagonista era un supuesto descendiente del linaje Romanov. Si bien fue un producto creado por el mismo Weiner que supo producir grandes envíos como las últimas temporadas de “Los Sopranos” y la aclamada trama publicitaria “Mad Men”, “Los Romanoff” (ver recuadro) no pegó al mismo nivel.

En grande. Si la de los Romanoff marca el fin de un imperio con la consiguiente revolución bolchevique, la apuesta de HBO “Catalina, la grande” va a su apogeo.

La miniserie que estrena el 21 de octubre tiene a la ganadora del Oscar Helen Mirren, que mucho sabe de encarnar monarcas: fue Isabel II en "La reina" (2006) y otras tantas prestando la voz en películas animadas.

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La historia de “Catalina, la grande” irá sobre el final de su mandato como emperatriz, aplacando las múltiples rebeliones y conspiraciones políticas en las que se vio sumido su reinado.

Jason Clarke interpreta a Grigory Potemkin, el general y amante de Catalina en esta miniserie escrita por Nigel Williams y dirigida por Philip Martin.

Tras el éxito que la serie de HBO “Chernobyl” cosechó, las expectativas son altas para esta miniserie que contará una historia llena de exotismos, lujos y lujurias del antiguo Imperio Ruso.

Personajes. No son solo los grandes monarcas y zares de la Rusia imperial los que atraen la atención del público y de los productores.

Varios personajes que tuvieron un rol clave en el desarrollo de su historia o su cultura cuentan con sus propias series televisivas que buscan ficcionar sus vidas.

Con el aniversario del centenario de la revolución bolchevique, en noviembre de 2017 la productora rusa Sreda lanzó en el Canal 1 de Rusia “Trotsky” (llegó a Netflix hace unos meses acompañando el boom).

La serie retrata la vida de uno de los líderes de la revolución rusa desde sus años mozos hasta su exilio en México, basada en sus memorias dictadas a un periodista canadiense simpatizante del régimen de Stalin. Dirigida por Alexander Kott y Konstantin Statsky, recibió reviews positivas en cuanto a la puesta, y críticas por la demonización del líder comunista.

Pero el bolchevique no fue el único inmortalizado por la televisión rusa. En 2011 se lanzó “Dostoyevski” (que hoy también puede verse ondemand) sobre el escritor homónimo de la Rusia zarista. La producción relata desde la detención del novelista que se ve obligado a realizar 5 años de trabajos forzados en Siberia, hasta el fin de sus días.

La historia de Rusia, quizás por su lejanía con el occidente, atrae. Incluso Rasputín, el monje que tuvo un papel clave en los últimos años del imperio zarista, ganó su propia serie en 2014.

Nacional y popular. Si bien la popularidad de Rusia parece haber sido advertida por las tres grandes plataformas del streaming –que tienen cada una al menos un contenido original disponible y tematizado en la historia del país–, sin dudas la que toma la delantera es Netflix. Desde 2017 su catálogo tiene presente varios contenidos nacionales producidos por el gigante de Europa del Este.

Aunque no fue tan difundido y popular hasta los últimos años, Rusia tiene una gran historia de producción propia que surge desde la época de la censura que no permitía la transmisión de contenido extranjero. Por ese motivo crearon las series que su público quería consumir: aparecieron en esas épocas versiones rusas de “Grey’s Anatomy”, “Dr. House” e incluso “Dexter”.

Si bien la audiencia rusa puede ahora consumir una variedad de contenidos extranjeros online, esos primeros momentos le dieron al país una experiencia que ahora se ve reflejada en los catálogos del gigante del streaming.

No se trata solo de “Better than us”, la primera serie rusa promocionada como original de Netflix que sigue la vida de un androide que forma un especial vínculo con una niña. El gigante de la producción de contenido audiovisual también tiene entre sus listas las series “Sparta” (un thriller que sigue la investigación policiaca de un maestro hacia una realidad virtual), “The Sniffer” (otra serie policiaca en la que el protagonista se basa en su sentido del olfato para resolver crímenes), “The road to cavalry” (basada en la trilogía de Tolstói que lleva el mismo nombre y dirigida por Konstantin Khudyakov), y dos series animadas “Booba” y “Masha y el Oso”, que relata las aventuras de una joven rusa y su compañero oso en episodios tan animados que incluso le hace la competencia a “Peppa Pig”.

Rusia no es un principiante en lo que a producción de contenido se refiere. Su fuerte historia –que sirve de inspiración para tantos productores occidentales– viene pisando cada vez más en la industria del entretenimiento y vive en 2019 un furor que de ser exitoso tendrá segunda ola con más personajes notables y hasta la llegada en masa de las telenovelas que pelean en calidad con las turcas que han copado la pantalla en el último lustro, desplazando a las mexicanas, colombianas y brasileñas. Hay una década de producciones que no han visto la luz en occidente esperando lograr un lugar en la tele abierta latina.

por Melissa Kuris

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