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CIENCIA | 23-10-2022 00:27

Infancia con obesidad: los riesgos de enfermedades cardíacas

Cómo influye en la salud cardiovascular el aumento de kilos en los niños, que ya es un hecho que preocupa y mucho en la Argentina.

En la Argentina un 12,9 por ciento de los niños menores de cinco años tienen obesidad, tres puntos más que los registrados en el año 2019 en el informe “Panorama de la seguridad alimentaria y nutrición en América Latina y el Caribe”, elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y UNICEF. En el año 2010, ese porcentaje de incidencia era del 7,3 por ciento, según la Base de Datos Global sobre Crecimiento Infantil y Malnutrición de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Es decir que el sobrepeso y la obesidad infantil no solo siguen en aumento en la Argentina, sino que convierten al país en el que mayor incidencia de la enfermedad presenta en toda la región.  

Otro dato refuerza la foto: uno de cada chicos en edad escolar tiene sobrepeso u obesidad, según investigaciones del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI)

Esta situación aumenta el riesgo de que las infancias tengan enfermedades íntimamente ligadas con los kilos demás: trastornos cardiovasculares, hipertensión, resistencia a la insulina. Condiciones que, no controladas durante los primeros años de vida y la adolescencia, corren el riesgo de empeorar en la edad adulta. Las III y IV Encuestas Nacionales de Factores de Riesgo del Ministerio de Salud de la Nación (de los años 2013 y 2018) muestran que la tasa de personas adultas con obesidad en el país aumentaron del 20,8% al 25,4% en apenas cinco años. 

Si a esto se le suma el sedentarismo, los chicos están en mayor riesgo de trastornos cardíacos y de convertirse en adultos con síndrome metabólico. De acuerdo con un estudio reciente publicado en la revista especializada Circulation de la American Heart Association de los Estados Unidos, solo el 2,2 % de los niños y adolescentes de 2 a 19 años obtuvieron puntuaciones "óptimas" en un sistema de medición que incluyó ítems concretos: dieta, actividad física e índice de masa corporal. 

¿Qué sucede con el corazón de los chicos argentinos? “La enfermedad cardiovascular secundaria a aterosclerosis es la principal causa de morbimortalidad en la población adulta a nivel mundial -advierten desde la Organización Panamericana de la Salud, OPS-. Aunque las manifestaciones clínicas de aterosclerosis (enfermedad coronaria, accidente cerebrovascular y arteriopatía periférica) son excepcionales en la población pediátrica, la presencia de factores de riesgo para enfermedad cardiovascular, así como la adquisición de hábitos que favorecen su desarrollo, se observan ya desde edades tempranas”. 

Por eso, enfatizan los especialistas en cardiología infantil, es indispensable prevenir. La prevención implica un abordaje integral en el cual la alimentación ocupa un lugar preponderante: lo ideal es que sea variada, nutritiva y balanceada, con mayor preponderancia de alimentos naturales (vegetales, frutas, carnes desgrasadas) y menos azúcar y comidas ultraprocesadas. 

Detecciones precoces

Las personas con una condición genética rara que causa niveles muy fuertemente altos de colesterol de lipoproteínas de baja densidad (LDL-C) pueden perder décadas de tratamiento debido a la falta de pruebas de detección de lípidos en la infancia. La conclusión fue comentada en la reunión anual del año 2022 de la Academia Estadounidense de Pediatría. 

La hipercolesterolemia familiar homocigota (FH, la condición a la que aludieron los especialistas), aumenta el riesgo de tener una enfermedad cardiovascular aterosclerótica ya en la primera década de vida. Sin embargo, las pruebas de detección de rutina para la HF son poco comunes. 
"Estos hallazgos y la mejora reciente en las terapias para reducir los lípidos constituyen un argumento convincente para el cumplimiento riguroso de las pautas sobre la detección de lípidos para niños con antecedentes familiares de hipercolesterolemia familiar a los 2 años", explicó en la reunión la coautora del estudio, Mary McGowan.

“Es muy importante que todos los niños puedan concurrir al control con el pediatra. Con la pandemia muchos han dejado de visitarlo y los pediatras son los primeros en hacer la sospecha diagnóstica y son quienes deben orientar en qué momento deben hacer una consulta con el especialista. Y en el caso de que haya antecedentes familiares de enfermedades cardiovasculares, hay que pedir un electrocardiocardiograma en algún momento de la infancia”, describe María Eugenia Olivetti, integrante del servicio de Cardiología del Hospital de Pedriatría Pedro Garrahan. 

Cardiopatías congénitas

Las cardiopatías congénitas son las más frecuentes dentro de las malformaciones y síndromes genéticos. Estas son la tercera causa de mortalidad en recién nacidos. Según datos del Garrahan, alrededor del 50% de los recién nacidos con cardiopatías congénitas requieren algún tipo de intervención precoz para sobrevivir.

Por cardiopatía congénita se describe una enfermedad que involucra a un músculo cardíaco debilitado, la miocardiopatía dificulta que el corazón bombee sangre por todo el cuerpo de una manera efectiva. Los niños con cardiomiopatía son más propensos que los adultos a desarrollar arritmias potencialmente mortales, insuficiencia cardíaca grave y hasta a requerir un trasplante de corazón. 

“La detección de las cardiopatías congénitas infantiles tuvo un incremento muy significativo a partir del año 2010 cuando fue creado el Programa Nacional de Detección, llegando a su punto máximo entre los años 2018 y 2019”, explica Olivetti, también también integrante del Programa Nacional de Cardiopatías Congénitas que depende del Ministerio de Salud de la Nación-. Luego llegó la pandemia y con ella la detección disminuyó bastante y a partir del 2021 comenzó a repuntar.

¿Se ha fortalecido el rastreo de estos trastornos o es que hay mayor incidencia de casos? Para Olivetti, la respuesta está en que “la detección ha mejorado mucho, mientras que la incidencia es estable”. A nivel internacional, la tasa de incidencia de estos las cardiopatías congénitas (las más comunes entre las enfermedades cardiovasculares en bebés) es de uno por cada cien recién nacidos, y en la Argentina la incidencia se ubica entre el 0,5 y el 0,6.

Algo a tener en cuenta es que el Programa Nacional abarca a la población sin cobertura de salud, con lo cual es (en cierto modo) un valor sesgado, porque el programa no incluye la obligatoriedad de denuncia por parte de los centros privados.  

Entre los orígenes de estos problemas, Olivetti es categórica: “Las causas para tener un feto con cardiopatía congénita son multifactoriales. Uno puede tener una predisposición genética y también se pueden asociar otras causas. Pero no siempre. Por ejemplo, sabemos que hay algunos factores que pueden predisponer a que un bebé tenga una cardiopatía congénita, como por ejemplo el uso por parte de la mujer en edad fértil de ácidos retinoicos (para limpieza y peelings faciales), el consumo de algunos fármacos de tipo psiquiátrico. Son drogas que tienen factores teratogénicos que predisponen a las cardiopatías congénitas. Pero no son los únicos factores. Por ejemplo, si la madre tuvo una cardiopatía congénita o si ya tuvo un hijo con esa patología entonces tendrá más chance de presentar un feto con cardiopatía congénita”. Y concluye: “Por eso es que los especialistas insistimos en que cuando una persona tiene un hijo previo o un familiar de primer grado con esta enfermedad hay que hacer un electrocardiograma intraútero al feto para detectar estas chances. Y lo mismo cuando la mujer tiene una diabetes pregestacional, porque allí las chances de tener un bebé con una malformación de este tipo son un poco más elevadas con respecto a las de la población en general”. 

Investigadores del Centenary Institute y del Murdoch Children's Research Institute (MCRI) han demostrado que las pruebas genéticas para la miocardiopatía en niños y sus familiares de primer grado (padres o hermanos) brindan un diagnóstico clínico preciso que podría guiar las opciones de tratamiento. Los hallazgos, publicados en la revista Circulation: Genomic and Precision Medicine, evaluaron las causas genéticas de la miocardiopatía infantil y de inicio en la niñez. El resultado mostró que las pruebas genéticas permiten a los especialistas buscar variaciones (mutaciones) en los genes que ya están identificados como causantes de la miocardiopatía. En su análisis, los investigadores pudieron atribuir mutaciones genéticas conocidas al 50% de los casos de miocardiopatía infantil investigados.

Es por esta razón que uno de los factores más importantes para mejorar el pronóstico y los resultados de las intervenciones en pacientes portadores de cardiopatías congénitas es la detección precoz y el diagnóstico correcto. El avance de la tecnología para el diagnóstico y para las intervenciones quirúrgicas hizo que en la actualidad, aseguran los especialistas, el tratamiento quirúrgico de las cardiopatías sea posible en el 90%, más de la mitad en los primeros seis meses de vida.

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Andrea Gentil

Andrea Gentil

Editora de Ciencia, Medicina y Tecnología. Coordinadora carrera de Comunicación Digital, UNaB.

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