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CULTURA | 16-10-2021 23:35

¿Fue el peronismo un régimen fascista?

A 76 años del nacimiento del movimiento aún continúa la polémica por los supuestos parecidos entre Perón y Mussolini. Opinan los historiadores.

Muchas veces se considera al peronismo de Juan Domingo Perón como un régimen fascista. Se lo usa a veces como chicana, otra como insulto, pero es un mito que cada tanto vuelve sobre la realidad argentina: ¿fue el General -y luego el partido que creó- un, a secas, fachista? A 76 años del nacimiento de aquel movimiento sigue siendo un debate actual.

De entrada hay que decir que no hay acuerdo entre los especialistas. Algunos insisten en las varias características en común que tiene el peronismo con el gobierno de Benito Mussolini en Italia. Como contó el historiador italiano Loris Zanatta en una entrevista con La Nación, “para todos en Italia el peronismo era fascismo”. Agregó que las similitudes con el fascismo italiano radican, principalmente, en la sacralización de la política: ambos son, como él lo llama, “religiones políticas”.

Zanatta consideró que el peronismo de Perón, al igual que el fascismo italiano, forma parte de “una gran familia”, la del populismo. Y a este lo define como “una nostalgia de unanimidad”, como el sueño de restaurar el “estado de naturaleza”. Sin embargo, el historiador José Carlos Chiaramonte no considera apropiado otorgarle una definición ni al peronismo ni al populismo, y tampoco está de acuerdo con la idea del peronismo como régimen fascista.

Chiaramonte sostiene que el concepto de “fascismo” refiere a una sola experiencia histórica, la de la Italia de Mussolini. No obstante, agrega que es un término que se ha convertido en un “slogan”, y que hoy en día se aplica a otras experiencias históricas muy distintas. A pesar de que afirma que Perón, al igual que Mussolini y Adolf Hitler, llegó al poder “a través de formas aparentemente democráticas, pero con fuertes características represivas internas”, concluye que de ninguna manera estas son de la gravedad del nazismo y el fascismo. “No hubo en Argentina cámaras de gas para los judíos ni nada por el estilo”, agrega.

Una de las razones que lleva a muchos a pensar que Perón se inspiró en la Italia fascista fue su viaje al país europeo en 1939. “Este gran hombre que es Mussolini sabe lo que quiere y conoce bien el camino para llegar a ese objetivo”, escribía Perón en una de sus cartas enviadas desde Italia. Mostraba cierta fascinación por algunas de las medidas tomadas por el italiano, incluso en un año como 1939, cuando la popularidad del dictador había comenzado a decrecer, y cuando, tan solo el año anterior, el gobierno del futuro Duce había realizado legislaciones antijudías, en un intento de cimentar la unidad nacional.

Estos datos podrían indicar que los rasgos del peronismo similares a los del fascismo italiano se deben a las experiencias de Perón en Italia. Sin embargo, en la entrevista con La Nación, Zanatta sostuvo que, en realidad, “lo que hace que el peronismo se parezca en muchos aspectos al fascismo depende en verdad de que durante los años treinta hubo en la antesala del peronismo procesos muy parecidos a los que tuvo Italia antes del fascismo”. Con esto, el historiador se refiere a la crisis del liberalismo que hubo en Argentina, que fue muy parecida a la que ocurrió en Italia, en España, en Portugal, Brasil y México.

Con respecto a esto, Chiaramonte considera que, a pesar de que no llamaría al peronismo un régimen fascista, existe una gran similitud entre ambos gobiernos: el objetivo de impedir que las masas sean ganadas por el comunismo. Para lograrlo, juzgan que las democracias occidentales no sirven, por lo que en algunos casos prescinden totalmente de la democracia y en otros, como el de la Argentina, se produce una mezcla de rasgos democráticos y antidemocráticos.

Pero además del objetivo similar que tenían estos regímenes, existían otras características compartidas entre el peronismo y el Fascismo. Como un primer punto, los medios de comunicación como herramientas propagandísticas. Mussolini, además de movilizar a los medios de comunicación al servicio del régimen, se favoreció de la difusión de la radio. A través de ella se transmitían sus discursos y, para los que no tenían radio, se instalaban altavoces en las plazas donde los vecinos eran obligados a concurrir para escucharlos.

Perón, en este sentido, y como cuenta Chiaramonte, tenía una relación “habilísima” con los medios de comunicación. Con ayuda de Raúl Apold, el Subsecretario de Prensa y Difusión de Perón, hacía un muy buen uso de los medios porque estaban en poder y manipulados por el Estado. Se expropió al diario La Prensa y se obligó a otros a actuar según la necesidad oficial. Chiaramonte sostiene que, a través del “manejo continuo e intenso de la radio y la prensa escrita, Perón tenía una gran llegada a una buena parte de la población”. Además, a través del seudónimo “Descartes”, ejerció como columnista en el diario Democracia.

Tanto el fascismo como el peronismo tenían control, no solo de los medios de comunicación, sino también de la oposición. A los disidentes de Mussolini los enviaban por largos períodos a la cárcel, o los desterraban a provincias en el Sur de Italia, o a islas del litoral. Algunos de los perseguidos eran comunistas y masones. A pesar de que el fascismo cometió asesinatos por motivos políticos e ideológicos, estos fueron muy pocos en comparación con regímenes como el de Hitler y Stalin.

Algo que Chiaramonte considera común en regímenes donde la política y el ejército van de la mano, es la estrategia de definir un enemigo de la nación, para lograr “fortalecer las huestes”. En el caso de que este enemigo no existiese, se lo inventa. Mussolini, al igual que Hitler, en determinado momento puso a los judíos en este lugar de “enemigos de la nación”.

Esta estrategia tenía por objetivo unificar a la nación. Otro mecanismo que se utilizó para lograr este cometido fue el culto a la personalidad, tanto de Mussolini como de Perón. El culto a Mussolini fue muy elaborado. A través de la propaganda se creó una imagen suya deificada, como la de un César. Mussolini llegó a ser más popular que su propio partido.

Durante los gobiernos de Perón, el culto a su personalidad se vio en “infinitos lugares, en la vida cotidiana”, según explica Chiaramonte. Los deportistas, por ejemplo, agrega, debían dedicarle sus triunfos a Perón. Además, en las escuelas, los libros escolares idolatraban las figuras de Perón y Evita. Una frase que se puede encontrar en estos libros es “Mamá y papá me aman. Perón y Evita nos aman”. Sin embargo, el culto a la personalidad no es exclusivo de estos dos regímenes. También se puede observar en los casos de Hitler y Stalin.

Cómo se puede ver, la forma de hacer política de Mussolini y Perón tiene bastantes rasgos parecidos. Sin embargo, a pesar de las similitudes que se puedan encontrar entre el fascismo y el peronismo, Chiaramonte considera anacrónico sostener que el peronismo fue un régimen fascista. Las circunstancias en las que surgieron ambos regímenes son muy distintas, y no se pueden comparar. “Mussolini surge en pleno ascenso de las potencias que fueron luego derrotadas en la Segunda Guerra Mundial. Perón lo hace en el momento en que esas potencias están derrotadas, cuando lo que estaba triunfando en el mundo eran las potencias occidentales con regímenes democráticos”, concluye.

 

*Natalia Gnes es alumna de segundo año de la Escuela de Comunicación de Perfil.

 

por Natalia Gnes

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