***** Probablemente “Tuyo...” sea la mejor de las colaboraciones entre Hitch e Ingrid Bergman, su primera musa, que lo cambió por Rosselini (y él, por Grace Kelly, claro). Hay una mujer alcohólica que, para lavar pecados del padre, se convierte en espía americana cuyo fin es acabar con un grupo de nazis escapados a Brasil. El agente que la entrena se enamora de ella (Grant, claro), pero parte de la misión es que ella se case con el nazi (Rains). Pero encima Rains se aviva del asunto y la va envenenando de a poco. Pero como parece borracha, el otro enamorado no ve que pasa algo raro. Este triángulo imposible le da ocasión a Hitchcock para crear grandes momentos de cine puro, planos de una gran belleza y precisión narrativa. Pero por otro lado, es uno de esos melodramas donde no sabemos, al final, a quién darle el corazón: si al marido enamorado pero engañado, al amante que acepta que, por deber, su mujer se acueste con el enemigo; a la mujer degradada por puro amor. Sí, esa clase de dilemas morales donde el gordo siempre gustaba meternos.
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