Thursday 18 de April, 2024

ECONOMíA | 17-09-2022 00:42

Política económica: ¿aflojar el cepo o convalidar una inflación en alza?

El ministro de Economía Sergio Masa rindió examen ante el FMI. El ingreso del dólar-soja cambió las prioridades de la política económica y abre un dilema clave.

El largo viaje de Sergio Massa como ministro de Economía al centro del poder financiero internacional que, para un país endeudado y con pocas posibilidades de acceso al crédito global, es el único acreedor en condiciones de revalidar sus títulos, el Fondo Monetario Internacional.

La virtud que Massa quiere mostrar es oficiar de paraguas político para poder cumplir lo comprometido. O, al menos, que los desvíos estarán dentro de lo previsible. La negociación incansable, para obtener la venia necesaria para el giro hacia algún grado de ortodoxia, es la tarjeta de presentación que mostró ante sus interlocutores en los Estados Unidos. Y ante sus socios locales, que es la única llave para conseguir el oxígeno (dólares) necesarios para amortiguar las correcciones.

Los precios, otra vez. El INDEC lo recibió con una previsible noticia: el IPC de agosto fue de 7%, algo menos que el índice de julio (7,4%) y algo más que lo que se esperaba para mostrar que se había iniciado el camino descendente, en línea con lo anunciado, seis meses atrás, por el Presidente en su declaración de guerra contra la inflación. La preocupación tiene su fundamento: en los ocho primeros meses del año, el índice acumuló un 56,4% ya más que la proyectada por el exministro Guzmán para todo el año y un 78,5% comparado con agosto del año anterior. La proyección anual sigue siendo un misterio: si nada cambiara en el último cuatrimestre (una inflación promedio mensual de 6,5%) 2022 terminaría con un 96% en el alza de los precios minoristasPero si el optimismo del oficialismo tiene asidero, podría perforar el “piso” del 6% y terminar el año entre el 80% y 85% anual.

Para el economista de IDESA Jorge Colina, este problema pareció ser la válvula de escape para no ajustar bruscamente y la pieza que el Gobierno sacrificó para mantener cierto precario equilibrio en el sector externo y también alineado con los “permisos” que el ala cristinista le otorgaba… hasta que la situación se volvió insostenible. Por eso, a su juicio el acuerdo con el FMI ya está incumplido y no se puede volver para atrás. “Las metas originales son imposibles de cumplir: se dijo que la meta fiscal era 2,5% del PBI y la emisión, 1%; pero fue consignado en valores nominales y cuando la inflación se aceleró ya no se pudieron cumplir dichas metas “, subrayó.

Usina de inflación. Las metas fiscales fueron un tema central en las conversaciones con el Fondo, pero también las que constituyen el test de sostenibilidad del programa que el Ministerio de Economía aspira a cumplir para llegar a diciembre al examen final al que lo someterá el staff de la entidad. La errática política cambiaria mantenida hasta el momento estuvo en la mira, justamente por su ineficacia y por la cantidad de distorsiones que fue introduciendo en la economía. La secuencia fue: control de cambios, primero; luego el retraso del tipo de cambio oficial con el cepo a importaciones y finalmente, para evitar una corrección devaluando, segmentación del mercado empezando por el de más rápida reacción, la soja. Justamente, esta política tiene una contrapartida: los US$5.000 millones que se esperan que ingresen durante este mes tienen su contrapartida en la emisión monetaria para “comprarlos” y un quebranto para el Banco Central que vende a 140$ lo que compra a $200.

No es el único que opina que la panacea del dólar-soja tiene la contraindicación que agrava la presión cambiaria al estar generando pesos.  Para el profesor de UCEMA Federico Vacalebre, una brecha tan alta no se puede sostener en el tiempo y la irrupción del dólar-soja es una forma de empezar con el desdoblamiento cambiario. “Además, se pierden las referencias de precios en la economía, por lo que es inevitable la devaluación y el salto inflacionario, una forma de corregir los precios relativos, a causa de la inflación reprimida”, analiza.

Cree que este mecanismo sólo tiene un objetivo de corto plazo: recaudar para que el Banco Central recomponga sus reservas, justo en las semanas en la que baja la importación de energía y el drenaje de dólares para pagarlas. “Lo preocupante es que pronto vengan todos a pedir ‘su dólar’ diferencial y la excepción se convierta en la regla”, anticipa. Pero todavía queda por recorrer el ajuste en materia fiscal, la contracara de la inflación y el equilibrio cambiario porque, afirma que el único anuncio que Massa pudo concretar fue la suba en la tasa de interés.

Por interés. El endurecimiento monetario es la consecuencia paradójica de una buena noticia: la mayor afluencia de dólares, pero también la forma en compatibilizar esa expansión monetaria con una política antiinflacionaria. En un estudio que realizó la consultora internacional McKinsey, Argentina es el país que durante el primer semestre más subió la tasa de interés: 14 puntos, casi el triple que Chile (5%), Brasil (4%) y más del doble que su escolta Ghana (6%). Y todavía faltan anotar la vuelta de rosca financiera que le diera el Banco Central desde la renuncia de Guzmán, agravada esta misma semana cuando ya rozan el 110% efectivo anual, corriendo detrás de la inflación.

 “Lo único que se concretó de todo lo que anunció Massa fue la suba de la tasa de interés. Pero la corrección no se agota en una variable aislada, debe formularse en tres ejes: el cambiario, monetario y fiscal. Tarde o temprano sucederá porque el costo de mantenimiento del actual esquema es muy alto en el marco de un modelo que también está agotado”, enfatiza.

Por su parte, el economista especializado en negocios internacionales Marcelo Elizondo cree que una vez que se pase el pico importador energético habrá llegado el momento de replantear todo el sistema ya que el actual sólo tiene una finalidad de recomponer el stock de reservas y mostrar el FMI una foto más aceptable. “Creo que no se puede vivir con parches y sistemas de emergencia. La economía necesita una serie de reglas básicas para generar estímulos y así invertir y producir porque si el régimen fuera bueno, no habría lugar para excepciones”, resume.

Elizondo apuesta a que el futuro pasa por adoptar un tipo de cambio de mercado apoyado en equilibrios macroeconómicos duraderos, inspirando más confianza para eliminar rigideces para alcanzar el equilibrio fiscal y monetario. Pero el diagnóstico de tantos años de inestabilidad aparece con nitidez: “Argentina no genera dólares, exporta menos de lo que podría, tiene una balanza comercial de servicios deficitaria, no recibe inversión extranjera directa ni tiene ingreso genuino de capitales y si entra algo, es sólo para el sector público”, sentencia. La solución, entonces, no cruza por subir la presión del Gobierno con más restricciones sino en fundar el desarrollo prometido y esperado en el comercio internacional. “En los países que prosperan, la mayor generación de normas son los contratos entre privados, no las decisiones regulatorias de la autoridad” cierra.

El equipo económico tiene menos de tres meses para avanzar en tantos frentes simultáneos y el desafío es no perder el orden de prioridades. Pero la prioridad en controlar la inflación como meta de la política económica exige creatividad y un esfuerzo mayor. El examen ante el FMI y el consenso interno ya empezó y podrá servir para ordenar la política o para enfrentarla.

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Tristán Rodríguez Loredo

Tristán Rodríguez Loredo

Editor de Economía.

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