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EMPRESAS | 09-11-2019 23:00

Una bodega que invierte a contramano de la crisis

La Bodega Piatelli, del empresario norteamericano Jon Malinski, construye un wine resort en Cafayate, Salta. El prestigio mundial de los vinos argentinos.

Si ser emprendedor implica, en todos los casos, ser aventurero, bien vale detenerse en Jon Malinski (76), un norteamericano que quiere invertir en la Argentina de 2019. Oriundo de Minnesota, tras una carrera de negocios diversa pero exitosa, al dueño de Bodega Piattelli no parece amedrentarlo la situación actual. Llegó a la Argentina en 2001 pero, mientras todos veían la crisis, él vio otra cosa. De manera fortuita, recaló en Mendoza y su olfato lo llevó a comprar una finca en Agrelo.

“Empecé a conocer vinos de altísima calidad que no estaban muy volcados a la exportación. Allí encontré una oportunidad. Y por eso pensé en crear Piattelli y transformarla en una compañía internacional”, explica hoy. Y asegura no saber cómo llegó a transformarse en bodeguero. Cuando arribó al país, estaba completamente retirado y su único contacto con el mundo del vino era “disfrutar mucho mientras lo bebía”.

En 2007, la finca de Agrelo entregó su primera cosecha y se transformó en una en una empresa con el lanzamiento de la marca Piattelli. En 2009, Malinski comenzó a explorar el valle de Cafayate, Salta, donde compró 200 hectáreas en las que inauguró su segunda bodega en 2012, con un centro de visitas que anticipó el paso que está dando ahora.

La próxima inversión de Malinski se anota en la línea seguida por las grandes bodegas: sumar un negocio turístico a la elaboración de vinos. Piattelli está construyendo un exclusivo wine resort en Cafayate, con cabañas de primer nivel, un spa e instalaciones para eventos que se inaugurará en noviembre de 2020. Añadió una web específica para conectar el vino con los atractivos turísticos de la zona. “No hay mejor inversión que atraer a gente de todo el mundo a disfrutar de nuestro valle y nuestros excelentes vinos. Y eso será muy bueno para nuestra marca”, explica Malinski. El empresario sabe que el momento es crítico, asimilable al momento de su llegada al país, y que “habrá ganadores y perdedores”. Confía estar entre los primeros: “Los que se enfoquen en la calidad van a ganar, porque eso es lo que pide el mercado internacional. Son tiempos difíciles, otra vez, pero los argentinos los van a saber superar y las inversiones deben hacerse. Hay que mantenerse activos y aprovechar los avances de calidad de los últimos años. Los vinos argentinos son reconocidos en todo el mundo, son de alto nivel”. Para Malinski, la clave es “reinventarse y saber cambiar antes de estar obligado a hacerlo". "Cuando uno cambia porque debe cambiar es demasiado tarde.”

Compañía. Una pieza central de su plan de negocios es Arlene, su esposa hace 50 años y, según sus palabras, su “única socia”. Lo acompañó a lo largo de su extensa e inquieta carrera empresarial, en la que no faltó nada: una fábrica de fotocopiadoras cuya venta capitalizó al extremo, ocho años tumultuosos en la Rusia post-soviética volcado a las telecomunicaciones, un explotación ganadera en Wyoming, inversiones en real estate que todavía manejan sus hijos y hasta la cría de búfalos en Lakeville, Minnesota. Malinski sugiere que Arlene es quien pone el freno si alguna aventura inversora se excede. Hoy, maneja el diseño y la estética del wine resort de Cafayate y transita a la par de su esposo los dos o tres meses al año que pasan en la Argentina, repartidos entre Mendoza, Salta y Buenos Aires.

Bodega Piattelli exporta el 80% de la producción. Estados Unidos es su cliente principal, pero también vende a Canadá, Rein Unido, Brasil, Australia, México, Corea del Sur, Suiza y varios mercados más. “Si se mantiene la relación precio-calidad, los precios incluso pueden subir un poco”, confía su dueño. Bajo la conducción de la enóloga Valeria Antolín, entre sus establecimientos de Agrelo y Cafayate tiene capacidad para producir 1,2 millones de litros de vinos malbec, cabernet sauvignon, torrontés y chardonnay. Su marca pionera es Piattelli, a la que luego se sumaron Trinitá y, por supuesto, Arlene.

Malinski se integró a la forma de hacer negocios en el país, pero eligió no tener socios locales: “El que toma las decisiones siempre debe moverse rápido. Y las sociedades a veces generan desacuerdos y demoras. Los chinos dicen que se viaja más rápido estando solo, pero se llega más lejos de a muchos. Hay que balancear las dos cosas. Y conseguí armar un gran equipo en la Argentina”.

En su filosofía para invertir no existe el miedo. Si hubiese elegido otro país, tal vez no hubiera sido lo mismo: apunta que en Estados Unidos la tierra es más cara, por lo que el rendimiento de una bodega como la suya llegaría recién en el largo plazo. En la Argentina dice sentirse como en casa y en sus visitas frecuenta al gobernador salteño, Juan Manuel Urtubey, a quien considera “un verdadero caballero, muy accesible”. Malinski acepta que algún empresario de su país lo mandaría al psicólogo por confiar en la Argentina, pero también cree que les falta información, vital para las buenas decisiones: “Invertir en la Argentina es para una clase especial de personas. Y en Estados Unidos hay mucha gente especial que tiene dinero para invertir. Si vienen aquí, van a encontrar un país hermoso, diverso en nacionalidades y regiones, con gente amable y una gran cultura. Todos leen los diarios y allí se ve siempre el lado malo, pero no todo es negativo”.

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Carlos Toppazzini

Carlos Toppazzini

Periodista.

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