Conocí a Marcelo Zlotogwiazda, Zloto, el del apellido impronunciable, un día de 2013 cuando presentó el primer libro que escribimos con Alejandro Bercovich, "Estoy verde. Dólar, una pasión argentina". A su turno, comentó que le sorprendía que dos periodistas que no lo conocían le pidieran que presentara su libro. Fue gentil, vino, leyó el libro entero -no es tan habitual en estas ocasiones-, lo comentó, pero también fue crítico. Como su estilo humano y su estilo periodístico.
Nosotros lo habíamos elegido como presentador porque somos de la larga generación de periodistas económicos que lo admirábamos como un referente ineludible. Un maestro para muchos de nosotros. Y le volvimos a pedir que nos acompañara cuando publicamos el segundo libro, "Vaca Muerta". Y volvió a ser gentil, pero crítico, como siempre.
Economista, incursionó a poco de graduarse en el periodismo y perteneció a la generación de Página/12 que tanto nos fascinó en los 90. Leer y escuchar a Zloto era enterarse y aprender. Porque dominaba la economía, pero la explicaba como pocos y se metía en el hueso de los temas clave. No se distraía.
Periodista independiente: fue azote de las políticas que derivaron en la crisis de 2001; hizo investigaciones como la que destapó el mayor escándalo revelado de la cartelización de la economía argentina, la de la industria del cemento; supo valorar lo bueno y también reprochar lo malo del kirchnerismo, lo que le valió una campaña con afiches callejeros en su contra; siguió su senda en los últimos años de Mauricio Macri. Todos esperábamos sus notas allá donde escribiese, en Infobae en los tiempos recientes.
Ajeno a cualquier lobby e insobornable dentro del muchas veces corrompido periodismo económico, sostenía una dureza moderada pero implacable desde el dato duro. Su rostro se dibuja en las banderas que levantamos los que nos dedicamos a informar sobre la economía con rostro humano y con sed de igualdad. Gran profesional, pero también, detrás de su parquedad, buen tipo. Hace seis días lo vi en la avant premiere del documental de Bercovich, 'Fondo', enfermo, pero sonriente. Es que quizá tenga razón el maestro de periodistas, el polaco Ryszard Kapuscinski, cuando decía: "Las malas personas no pueden ser buenos periodistas". La máxima se cumple en el caso de este otro maestro de periodistas cuyos abuelos judíos habían huido de Polonia, Zloto, para los amigos, para su público y para nosotros, sus aprendices.
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