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SOCIEDAD | 20-09-2019 10:57

Nueva pastilla: adelgazar con seguridad

Llega para luchar contra la obesidad. Tiene pocos efectos secundarios y una alta tasa de efectividad. Las otras drogas que vendrán.

Son tales los niveles de obesidad en el mundo actual que a partir del año 2004 comenzó a ser considerada una pandemia. De acuerdo con estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la enfermedad alcanzó proporciones epidémicas a punto tal que cada año mueren, como mínimo, 2,8 millones de personas a causa de los diversos grados de sobrepeso y obesidad que hay en países de todo el planeta, desde los más ricos hasta los más pobres.

La Argentina no queda al margen de la ola: el 61,6% de la población tiene exceso de peso y la prevalencia de la obesidad pasó del 14,6% en el año 2005 al 25,4% en el 2018. Un aumento del 74% en 13 años.

Los kilos de más lejos están de ser una mera cuestión estética y de un tiempo a esta parte tanto médicos como organizaciones sanitarias, laboratorios farmacéuticos y prestatarias de servicios de salud reconocen que la obesidad es una enfermedad. Una enfermedad crónica. Porque ese peso extra que se instala en el organismo origina y empeora otras condiciones y enfermedades, como los trastornos cardiovasculares, la diabetes, el colesterol elevado, la hipertensión, la resistencia a la insulina, diversos cánceres, el síndrome de ovario poliquístico, males músculo esqueléticos, y otros males.

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Ante semejante panorama, una nueva era antiobesidad asoma en el horizonte. En 1998, la llegada del orlistat, un fármaco que capta y elimina hasta un 30% de las grasas procedentes de la ingesta, se convertía en el primero específico diseñado para tratar el sobrepeso. El problema es que luego de él, pasó más de una década en la que no hubo mayores novedades. Y el orlistat no funciona en todos los casos, ni toda la vida.

De la mano de investigaciones científicas y con el empujón de la realidad, que alerta sobre el aumento de incidencia de la epidemia, nuevas drogas fueron llegando al mercado en los últimos años. En el 2018 comenzó a comercializarse la liraglutida (que ya se venía empleando para tratar la diabetes) y ahora comienza a comercializarse el primer comprimido que actúa a nivel cerebral, tanto para dar mayor sensación de saciedad como para frenar la ansiedad que lleva a comer en exceso.

El nuevo medicamento (que es una combinación de dos drogas ya conocidas y utilizadas para tratar la depresión y las adicciones, el bupropión y la naltrexona) actúa en dos áreas del cerebro: el hipotálamo (centro del apetito) y el sistema mesolímbico (regulador del placer y del sistema de recompensa). Las dos drogas se potencian entre sí y de esa manera la píldora bicapa gana la capacidad de disminuir el hambre, generar sensación de saciedad y controlar la ansiedad que puede llevar a comer de más, aún cuando no hay necesidad objetiva de ingerir más calorías.

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El picoteo, el devaneo con los dulces, el asalto a la heladera después de la medianoche, son ejemplos muy concretos de cómo la ansiedad juega malas pasadas aún a las personas mejor intencionadas en su camino por bajar de peso. Muchas veces, la voluntad no alcanza, y el autocontrol se vuelve inalcanzable. En esos casos el “usted puede” no funciona. Simplemente, porque hay circuitos neuroquímicos y emocionales que escapan a la persona y juegan en contra del objetivo.

adelgazar

“Llegó el momento de cambiar aquella mirada que deriva de una filosofía romántica desde la cual no se explican las emociones sino que se perciben”, analiza Mónica Katz, médica nutricionista y presidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN). “Es importante tener en cuenta que las personas tenemos tres tipos de ingesta. La ingesta homeostática, básica, que implica mantener un equilibrio del cuerpo, obteniendo calorías y nutrientes. Una ingesta emocional, que está al servicio de regular emociones, por lo general negativas. Y una ingesta hedónica que, además de estar relacionada con la personalidad individual, se vincula con un mercado que debería estar más regulado, para lograr la reformulación adecuada de alimentos, de modo que contengan menos calorías, menos grasas saturadas y trans, menos azúcares y sodios agregados. Por todo esto, la autorregulación individual en un mundo alimentario complejo no es sencilla”.

El sobrepeso es una enfermedad, y es crónica. No se trata, y mucho menos se cura, con tratamientos de algunas semanas, esporádicos, sino con abordajes interdisciplinarios en los que se incluyen el cambio de hábitos alimentarios, la incorporación de una rutina de ejercicio físico y, de ser necesario, el acompañamiento de medicamentos y de psicoterapia individual o grupal.

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El reforzador. “Estamos hablando de la combinación de dos productos que ya se venían usando para adelgazar, pero con un resultado discreto -explica Alberto Cormillot, médico especialista en nutrición, acerca del mecanismo de acción de la nueva pastilla-. En medicina sabemos que cuando combinamos medicamentos logramos más efectos que cuando aumentamos la dosis de uno solo. Esto se vio primero con la tuberculosis, después con el tratamiento de combinación de fármacos para el VIH, lo comprobamos con la hipertensión: las dosis más pequeñas de los medicamentos que habitualmente se dan no suman, se multiplican”.

Y agrega: “Eso es lo que pasa con el medicamento para el sobrepeso y la obesidad que acaba de llegar al mercado argentino, que actúa en dos planos distintos. Por un lado, el antidepresivo bupropión, va a los centros de la búsqueda de la comida; por el otro, la naltrexona actúa sobre el sistema de recompensa, efecto que lo hace especial para quienes quieren dejar el alcohol o los opiáceos”.

Julio Montero, médico especialista y presidente de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios (SAOTA) es optimista respecto a la efectividad y seguridad del nuevo medicamento. “Hacía tiempo que estábamos esperando un remedio que tuviera especificidad sobre el sistema de recompensa, y este es el caso, sobre todo porque los efectos de las dos drogas son complementarios y se potencian entre sí”.

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Los estudios clínicos realizados hasta el momento muestran, en promedio, que las personas tratadas con esta combinación de naltrexona y bupropión durante un año perdieron entre dos y cuatro veces más peso que quienes solo hicieron dieta y ejercicios en el mismo tiempo. Los pacientes bajaron en 36 semanas de tratamiento el 12% de su peso inicial, y sin rebotes posteriores.

El medicamento fue aprobado por la FDA, la agencia de medicamentos y alimentos de los Estados Unidos, en el 2014 y también por su equivalente europea, la EMA. Como es un psicotrópico, requiere indicación médica y doble receta. El comprimido se administra por vía oral dos veces al día, a la mañana y a la noche, siempre bajo indicación del médico, que irá decidiendo según la evolución del paciente cuándo y cómo aumentar la dosis, lentamente. Sin embargo, el remedio no es mágico, y no actúa en soledad. No se trata de hacer dietas extremas y tampoco de excederse con la actividad física sumando y restando calorías de manera obsesiva. Mucho menos, de tomar la pastilla y comer sin mirar qué ni cuánto.

De acuerdo con los estudios clínicos realizados, los mejores resultados se obtienen cuando el índice de masa corporal o IMC (indicador simple de la relación entre el peso y la talla, se calcula dividiendo los kilogramos de peso por el cuadrado de la estatura en metros) es inferior a 27, en personas que tienen al menos una comorbilidad relacionada con el exceso de peso, como diabetes tipo 2, hipertensión arterial o colesterol elevado. Y también en pacientes con un IMC igual o superior a 30, con la diferencia de que en este caso la persona puede presentar, o no, factores de riesgo. Porque un IMC de 30 o más es ya en sí mismo una enfermedad.

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Las reacciones adversas más frecuentes para el medicamento son náuseas, constipación, vómitos, mareos y sensación de boca seca. También puede haber cefaleas. Hay, sin embargo, personas a las que los médicos no pueden recetarle este medicamento: por ejemplo, quienes sufran de trastornos convulsivos, que tengan o hayan tenido diagnóstico de bulimia o anorexia nerviosa, que tengan diagnóstico de bipolaridad o epilepsia, quienes hayan suspendido de manera abrupta alcohol, benzodiazepinas u otros sedantes.

Los costos, en la Argentina actual, son un tema decisivo al momento de adoptar o no un tratamiento. El nuevo medicamento (cuyo nombre comercial es Naltreva, de laboratorio Raffo) viene en dos presentaciones, un envase de 60 comprimidos que cuesta 3.500 pesos, y otro envase de 120 comprimidos cuyo precio será de 6.500 pesos. La pastilla aún no está incluida en el Programa Médico Obligatorio (PMO), hay algunas obras sociales que ya la aprobaron, mientras que otras la tienen en trámite.

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Lo que viene. En abril de este año, la Secretaría de Gobierno de Salud y el INDEC dieron a conocer los datos de la 4° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo 2018 de la Argentina. Y los hallazgos no fueron positivos. “Los resultados confirman todas nuestras sospechas -comentó en ese momento el secretario de Salud, Adolfo Rubinstein-. El sobrepeso y la obesidad, lejos de ser un problema que se está deteniendo, es un problema que se está acelerando”. Como directora nacional de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades Crónicas No Transmisibles, Verónica Schoj, advirtió por su parte: “Si bien las enfermedades crónicas no transmisibles producen el 60% de las muertes en el mundo, en nuestro país esa cifra asciende al 73,4%. Hay que tener en cuenta que tres de cuatro muertes por este tipo de enfermedades son evitables”.

Es decir que muy posiblemente aparezcan más medicamentos que acompañen la lucha contra la obesidad. “Es factible que el año próximo lleguen otros fármacos que ya están en los Estados Unidos -explica Mónica Katz-. En principio, la lorcaserina, un serotoninérgico, es decir que su mecanismo de acción se da a través de la serotonina y también está apuntado a generar saciedad”. Otros fármacos sobre los que aún no hay fecha de llegada al país, traen una asociación de otras dos drogas, el topiramato y la fentermina, en diferentes dosis, que ya está utilizándose en Europa y en los Estados Unidos.

Otra opción que fue aprobada por la FDA en abril pasado y que llegaría a las farmacias estadounidenses en el 2020, es un remedio que genera saciedad a través de una acción mecánica. Es una píldora que, ingerida antes de la comida, libera un gel hidrofílico que se inflama al capturar las moléculas de agua del estómago. Así es como logra ocupa alrededor de la cuarta parte del órgano sin agregar calorías. En resumen, forma una especie de globo que hace que la persona se sienta menos hambrienta simplemente porque el estómago se achica por la compresión. No se absorbe en el organismo, no actúa a nivel neuroquímico, no viaja a ningún lado, se puede eliminar con la materia fecal y cuando lo necesita, la persona ingiere más píldoras. Uno de los estudios clínicos publicado el año pasado, señala que el uso de la píldora duplica la posibilidad de perder entre el 5% y el 10% del peso corporal en seis meses.

Ante todo esto, Alberto Cormillot advierte: “La gente tiene expectativas exageradas con respecto a cuánto puede bajar, a la velocidad a la que puede adelgazar y acerca del cuerpo que puede llegar a tener. Esas tres expectativas siempre están. Pero hay que saber que no hay ni medicamentos ni fórmulas mágicas”.

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Julio Montero da una vuelta de tuerca. “Tenemos que centrar el eje conductor en la alimentación. Es preciso distinguir lo que es un tratamiento de adelgazamiento de lo que es un tratamiento para la obesidad. Se suporponen pero no son lo mismo. El primero es generar un disbalance de materia en el tejido adiposo, es decir producir un balance energético negativo. Pero no apunta a contener el hambre sino que lo exagera, porque si a una persona uno le prescribe comer menos y además la manda a hacer ejercicio, está haciendo todo lo posible para que sufra hambre. Y ese es uno de los puntos débiles de los tratamientos que después no se pueden mantener en el largo plazo”.

Por eso, las tendencias son apuntar a los medicamentos de acción central que cumplan con esa condición: aliviar el hambre para corregir el resto.

Trío. Alberto Cormillot resume la situación actual en la Argentina respecto de los fármacos antiobesidad. “Hay tres remedios disponibles: el orlistat, el primero, sin efectos secundarios, que actúa sobre la absorción de grasas; el año pasado incorporamos la liraglutida, una inyección, que se usaba para la diabetes; ahora apareció esta, la combinación de bupropión y naproxeno, que es segura”.

Mónica Katz puntualiza: “En el caso del orlistat, tiene una eficacia baja y una seguridad muy alta. La liraglutida es una hormona que se libera en las células enteroendócrinas del intestino, viaja al cerebro y provoca saciedad. La más nueva, Naltreva, es ideal para quienes no pueden parar de picotear y de comer fuera de hora”.

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