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SOCIEDAD | 26-08-2022 08:34

Los secretos de la "Secta del horror", treinta años después

Aprietes, juicio abortado y cómo los mismos miembros lograron expandir la organización, y mantenerla a salvo de la Justicia.

El 30 de diciembre de 1995 NOTICIAS salió a la calle con el entonces vicepresidente en tapa. El título fue El secreto de Ruckauf y en el copete se adelantaban algunas pistas sobre el misterio: el funcionario se había acercado a una secta a través de una ex modelo que terminó siendo miembro de su gobierno y el grupo, llamado Escuela de Yoga Buenos Aires, era investigado por los delitos de corrupción de menores y mayores de edad, robo y estafa.

La historia casi queda en el olvido pero, 27 años después, aquella edición volvió a tener una actualidad inesperada con la detención de Juan Percowicz, el líder de la organización que supo esquivar a la Justicia durante décadas y expandirse a fuerza de una supuesta filosofía basada en el dinero, la sexualidad y el poder.

La causa de la Escuela de Yoga Buenos Aires, ahora conocida como "La secta del horror" de Villa Crespo, es una especie de thriller psicológico. Los especialistas insisten en que, en lugar de hablar de secta, se debería hablar de organizaciones coercitivas.

Es que, en el universo liderado por Percowicz, el yoga y las disciplinas new age aparecen solo como una excusa para llegar a sus verdaderos fines: captar a personas vulnerables para que cedan todo su patrimonio en función de la organización. Esa sospecha, que motiva la investigación actual, es la misma que tuvo la Justicia en los ‘90, la que narró NOTICIAS en su tapa y la que motivó a la periodista Viviana Gorbato a escribir el libro “La Argentina embrujada”.

De hecho, entre los elementos que secuestró ahora la Policía Federal encontraron todo tipo de anotaciones de los miembros del grupo. Hubo una que llamó la atención de los investigadores: en un cuaderno, uno de los miembros escribió cuál era la frase más repetida por Percowicz: “Si hay algo que a mí me pone furioso es perder plata”.

De acuerdo al expediente, los mecanismos para conseguir dinero de Percowicz eran variados, pero cumplían un patrón que responde a los mecanismos de la trata de personas: los miembros de la organización debían cumplir una serie de tareas para subir escalafones en la estructura piramidal. En general, las acciones requeridas tenían que ver con la cesión de los bienes en función de la organización o con la explotación sexual de algunas de sus alumnas.

De hecho, de acuerdo a sus propios registros, contaban con dos grupos, llamados “Geishado Vip” y “Ghostbusters”, que tenían objetivos variados: podían dedicarse a sumar clientes ricos y poderosos que pagaran un servicio o ir más allá. Entre los archivos secuestrados se encontraron fichas con “misiones”. Por ejemplo, se le asignaba a una mujer miembro la tarea de seducir a un empresario para conseguir que se sumara como nuevo miembro o que este comprara bienes que podían llegar a ser hasta departamentos.

“Hay un culto y una adoración a la persona de Percowicz. Y algo que interpretamos es que hubo aspectos que se profundizaron desde los ‘90 a la actualidad. Miramos aquella investigación, donde ya había una devoción muy fuerte, pero con los años Percowicz se radicalizó. La acumulación de dinero es lo que lo guía y eso se desprende de las escuchas, de la documentación y de la obsesión que tenía con las finanzas. Creo que aquello que se supo hace 30 años hoy es mucho peor”, confía una fuente de la investigación.

Esa adoración se puede resumir con una imagen que recuerda, a la perfección, el ex juez Mariano Bergés, el primero en investigar el caso: "A Percowicz lo indagamos durante casi dos semanas. Él siempre estaba rodeado de un séquito de mujeres y, cuando llegaba el horario de almorzar, ellas le daban la comida en la boca", cuenta.

NOTICIAS, además de los vínculos con Carlos Ruckauf -que no respondió ahora las consultas actuales de esta revista-, habló de la relación entre la Escuela de Yoga con personajes de la política de aquel momento. De todo aquel jet set, solo Julio Bárbaro atendió el teléfono: “Mirá que yo pasé todas, pero nunca había visto algo así. Fui a algunas reuniones y salí disparado. Me agarró terror a la demencia”, cuenta ahora entre risas e incredulidad. El dirigente está tan sorprendido como todos: “Cuando esto saltó, no podía creer que fueran las mismas personas”, cuenta. Más adelante, relatará algunas escenas que son de no creer.

Las personas que pasaron por la organización y alguna vez revelaron qué sucedía en las reuniones son pocas, pero sus testimonios son más que reveladoras. Una víctima en los '90 contó que a un hombre frío lo incitaron a tener relaciones con ella porque "le haría bien" su sensualidad y que a su hermana la designaron como maestra sexual de Marcelo Percowicz, hijo de Juan, y ella accedió porque él tenía un grado alto. La jerarquía, acá, es indispensable y las parejas se arman por decisión de los líderes y no por deseo personal. En esos años un hombre contó que logró escaparse luego de haber aportado su sueldo íntegro a la Escuela, pero que su hermana y su madre habían quedado dentro.

Otra mujer narró que se sumó junto a su ex marido y que una de las señales que encendieron sus alarmas fue escuchar a Percowicz diciendo que los padres debían introducir a los hijos en el erotismo sexual y que presenció reuniones en las que los adultos se desnudaban y manoseaban frente a los menores. Según los investigadores, el relato repetido del líder a lo largo de los años era que la liberación sexual podía ayudar a la liberación de la conciencia.

Tres décadas

La historia se podría resumir de la siguiente manera: en 1983, el contador Percowicz fundó la Escuela de Yoga Buenos Aires. En su relato para presentarse como un gran maestro, contaba que desde los cuatro años había tenido revelaciones y que había decidido apartarse de su profesión para iniciar su propio camino en la búsqueda de la psicología perfecta y el equilibrio de conciencia. Sus habilidades sociales y sus buenas relaciones hicieron que en pocos años su organización contara con personajes poderosos entre contactos. Uno de ellos fue Carlos Ruckauf. A pesar de que el ex funcionario siempre negó ser un partícipe activo, aquella investigación de NOTICIAS confirmó que el entonces vicepresidente tenía un vínculo cercano con la sede.

La organización estaba en pleno ascenso en tiempos de menemismo cuando llegó la primera denuncia. El ex juez Mariano Bergés empezó una investigación que conmocionó a la prensa. Él estaba convencido -al igual que los investigadores actuales- que la Escuela de Yoga era una fachada para encubrir una serie de acciones criminales. Mientras la causa avanzaba, el ex magistrado comenzó a recibir amenazas, aprietes y presentaciones constantes para ser recusado. La presión fue tal, recuerda hoy, que terminó siendo apartado. La investigación pasó de juez en juez y, a pesar de que los sospechosos llegaron a ser procesados, fueron sobreseídos.

Entre las personas que Berges sostiene que lo presionaron aparecen nombres importantes como el fallecido ex juez de la Corte, Carlos Fayt; la madre de Malena Galmarini, la ex diputada Marcela Durrieu; y Carlos, el difunto  padre del ministro Martín Soria. De todos dice haber recibido un llamado o algún comentario en favor de la secta.

Sin embargo, todo cambió en diciembre del 2021 cuando Pablo Salum, una víctima del grupo, presentó una nueva denuncia en el Juzgado Federal N° 4, a cargo de Ariel Lijo. El hombre, de 44 años, era un niño a fines de los ‘80 cuando su familia fue captada por Percowicz. En la organización, cuenta, fue testigo de todo tipo de abusos y delitos y él pudo escaparse cuando tenía apenas 13 años. A partir de ese momento, enfocó todas sus energías en desbaratar a la banda y en recuperar el vínculo con su madre y su hermano, que continuaron en el grupo hasta el día de hoy y llegaron a ser personas de máxima confianza de Percowicz.

Salum dedicó años de su vida para encontrar pruebas que demostraran que la Escuela de Yoga Buenos Aires era una organización coercitiva y, cuando tuvo una demanda lo suficientemente poderosa, se presentó en la Justicia. “Apenas vimos de qué se trataba, sabíamos que había algo grande.

Pero no quisimos ordenar allanamientos y detenciones enseguida. Nos tomamos seis meses para intervenir teléfonos y para investigar más a fondo de qué se trataba esto”, aseguran hoy fuentes de la investigación. Se sienten confiados: saben que todo lo que tienen entre manos es prácticamente indiscutible. Además, la sanción de nuevas leyes sobre trata de personas y lavado de activos facilitan la persecución de este tipo de delitos complejos.

De todas formas, en estas décadas Percowicz creció de manera exponencial. Además de la Escuela de Yoga Buenos Aires, la organización sumó una clínica, “CMI Abasto”, donde ofrecían tratamientos sin respaldo científico como “curas de sueño” para personas con diferentes padecimientos.

Además, incorporaron la empresa “B.A. Group”, desde la cual ofrecían sesiones de “coaching filosófico” y cursos sobre “felicidad personal” o''liderazgo". Además, diseñaron una estructura financiera para el lavado de activos -de acuerdo al expediente judicial- que incluyó inmobiliarias y filiales en Estados Unidos con compañías que le permitieron comprar inmuebles allí.

La pregunta obvia que surge, entonces, es: si esta organización llegó a tener vínculos en el círculo rojo de los ‘90, ¿habrá podido expandirse de esta forma sin la colaboración de personajes poderosos actuales? En la Justicia creen que todavía falta mucho por saber.

En los más de 50 allanamientos que realizó la Policía Federal se secuestró todo tipo de material probatorio, desde fichas con información personal y médica hasta videos y anotaciones personales. Los investigadores no saben si los motivaba un sentimiento de impunidad o la inconsciencia, pero llevaban un registro minucioso de cada una de sus actividades. El material es analizado con lupa. “Desde hace unos años empezaron a digitalizar todo y tenemos un montón de información que aún no vimos. No descartamos que puedan aparecer nuevos nombres o hechos”, confían fuentes judiciales.

Se sospecha que la estructura sumó alrededor de mil miembros, pero es difícil saber quién es víctima y quién victimario en un grupo en el que las mismas que fueron captados luego captaron a otros.

 

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Giselle Leclercq

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