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MúSICA | 13-02-2020 19:49

El juego de la búsqueda

Carlos “Negro” Aguirre, al frente de un sexteto, presentó el proyecto “Almalegría” con dos conciertos en el Café Vinilo.

* * * * El entrerriano Carlos Aguirre dedica su trabajo a alimentar “el otro folklore”; ese que no cabría en un festival o en una peña. Oriundo de Paraná, pianista, flautista, guitarrista, cantante, director multifacético, investigador y editor de discos, su vida ha estado dedicada a explorar e impulsar esas músicas que tienen sus pies en los géneros tradicionales pero que conversan cómodamente con el jazz y con las experimentaciones alrededor del ritmo, de la armonía y de las formas. Con una amplia discografía en su haber –toda editada a través de su propio sello Shagrada Medra que creó hace 30 años–, el “Negro” Aguirre está metido por estos tiempos en distintos proyectos. Viene de editar, a mediados del año pasado, un álbum solista, “La música del agua”. Y actualmente se reparte entre su quinteto con canciones y piezas instrumentales para guitarras y voz, un dúo con el guitarrista israelí Yotam Silberstein y este “Almalegría”, una “familia musical” –así la llamó– con la que se propone investigar fundamentalmente alrededor del ritmo.

Como es su habitual, el punto de partida está en el folklore, casi exclusivamente sobre composiciones propias. Relee la zamba “Coplas del valle” de Ramón Navarro. Y el resto son piezas de su autoría: aires de chacarera o de candombe, géneros venezolanos o brasileño, un vals o algunas canciones que suman cierto espíritu más urbano.

Luciana Insfrán, Belén Irigoyen, Fabricio Amaya, Gonzalo Díaz y Jo Ghiglione son los compañeros que completan el sexteto. Cada uno tiene su instrumento principal pero tocan varios; y, por supuesto, todos apelan a distintos chirimbolos de percusión más o menos convencionales. Todos cantan, aunque las principales voces son las de las chicas y las del propio Aguirre, que además se reparte entre la flauta y la guitarra y encuentra su mejor expresión con el piano.

Aguirre explica que “Almalegría” es un plan experimental y que el tocar en vivo es simplemente un modo más de mostrar un trabajo que se pretende en proceso. Sin embargo, lo que sucede también se constituye en un concierto. Es más áspero en las búsquedas rítmicas y armónicas de “Falsas coordenadas”. Es festivo en su “Compadres candomberos”. Es introspectivo en el vals “Pájaros en la nieve”. Es emotivo en una nueva versión de “Compañero de ruta”, que dedica al guitarrista Quique Sinesi presente en la sala. Se acerca a Brasil y a Gismonti con “Brinquedo do triangulinho”. Y alcanza su más alto nivel, ya en el final, con “El diminuto Juan”, una muy bella canción que compusieran junto a Jorge Fandermole en homenaje al poeta Juan L. Ortiz.

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Ricardo Salton

Ricardo Salton

Periodista crítico de música.

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