Wednesday 24 de April, 2024

NOTICIAS URUGUAY | 13-11-2019 11:27

El PN con sus aliados, el FA voto a voto

Lacalle parte como favorito. Martínez la tiene complicada. Credibilidad, certezas y errores en juego.

Politólogos, analistas políticos y directores de encuestadoras consultados por NOTICIAS coinciden: Luis Lacalle Pou es el favorito para ganar las elecciones nacionales y convertirse en el nuevo presidente de la República, y Daniel Martínez la tiene complicada. Pero, marcan, ambos tienen deberes de acá al 24 de noviembre y el mínimo paso en falso puede ser crucial en el desenlace de la campaña.

El historiador Gerardo Caetano y el politólogo y director de Factum, Eduardo Bottinelli, reivindican a las encuestadoras, tan vapuleadas en anteriores ocasiones, que esta vez le atinaron y sus pronósticos fueron acertados. “Los resultados fueron los que preveíamos”, dice Bottinelli. Los dos coinciden en que el Frente Amplio (FA) tuvo un gran octubre, donde revitalizó su bandera tricolor y convocó a grandes masas en actos multitudinarios, como el de cierre de campaña sobre la rambla montevideana. Pero ahí, precisamente, estuvo su error, según Caetano: “Esa expansión de la simbología frenteamplista y su mística fue un fenómeno muy montevideano, se olvidaron del interior”.

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La politóloga Verónica Pérez (del Instituto de Ciencia Política de la UDELAR) por su parte, apunta que la primera vuelta dejó que el FA, tras una década y media, siga siendo el partido más grande del país y no es poca cosa. Pero bajó 9 puntos porcentuales y esa fuga de adhesiones lo complica de cara al balotaje. Por otro lado, la oposición -de centroderecha y derecha- está muy fragmentada, dice. “No es una novedad en la región. Las centroderechas en América Latina se han fragmentado. En Uruguay la gran novedad es Cabildo Abierto, que por primera vez agrupa a un sector duro de derecha, que antes no existía”, sostiene.

Mauricio Rabuffetti, analista político y corresponsal de AFP en Uruguay, apunta como primer -y saludable- conclusión que las elecciones se pudieron realizar con normalidad y todavía el país goza de una estabilidad institucional difícil de encontrar en el continente. “Es relevante cuando hay elecciones irregulares en Bolivia, dictaduras como la de Venezuela, estallidos sociales en Chile y Ecuador, y elecciones muy ríspidas en Argentina”, compara.

Chauvinismo aparte, la primera vuelta dejó conclusiones notorias y los partidos en la definición no demoraron ni 24 horas en dar las primeras señales y actuar de cara a la final del 24N.

Más de la mitad. “La primera conclusión es que tenemos un cambio en el escenario político, donde hasta 2014 había dos mitades pero el FA era la mitad más grande, y ahora la oposición es claramente la mitad más grande. En 2014 el FA arañaba el 50%, ahora quedó bastante por debajo y la oposición suma más”, apunta Mariana Pomiés, socióloga y directora de la empresa Cifra.

Pomiés -como Verónica Pérez- no ve una oposición homogénea y opina que aunque Lacalle Pou intente mostrarla como uniforme y diga que será fácil para conciliar, los partidos que integrarían la coalición tienen sus diferencias conceptuales importantes. “Lo que más los une es su deseo de sacar al FA del poder”, resume la directora de la encuestadora Cifra.

Ella cree que esas diferencias se verán en el discurrir de los próximos cinco años en el Parlamento, con los distintos enfoques en las políticas de Estado a llevar adelante. Rabuffetti, en tanto, apunta que no es nueva la idea de una coalición de partidos que maneja Lacalle Pou. “Hace por lo menos tres años que lo viene diciendo. No empezó ni ahora ni en la interna, sino mucho antes, porque él sabe que el Partido Nacional tiene un techo, y un techo bajo, y por eso asumió esta idea. La ley de urgente consideración tomará ideas de otros partidos del espectro opositor”, arriesga el periodista.

Todos los consultados coinciden en que Cabildo Abierto fue la sorpresa disruptiva de la campaña electoral, que puede torcer la balanza a favor del bloque opositor. “En la medida que los partidos tradicionales se tiraron al centro para captar ese electorado, (Guido) Manini Ríos fue un líder que vino a capitalizar el electorado de derecha, y en poco tiempo logró armar una estructura política exitosa. Fijate que otras expresiones como el Partido de la Gente de (Edgardo) Novick gastó muchísimo más, y Manini, sin mucha inversión, en pocos meses logró un 10%”, sostuvo la politóloga Pérez.

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Pomiés es enfática: “El crecimiento de la oposición es por Cabildo Abierto. ¿Eso quiere decir que el FA perdió (votos) por Manini? No. Quiere decir que Manini le sacó votos a otros partidos de la oposición y la oposición le sacó votos al FA. Manini es uno de los grandes ganadores de la noche del 27 de octubre”, resume.

A Gerardo Caetano el general Manini es un tema que lo enciende. “¿Quién inventó a Manini? Hay que ir a la terquedad de los hechos. Fue electo por quien fuera ministro de Defensa entre 2014 y 2015 (Eleuterio Fernández Huidobro), con el respaldo del presidente José Mujica y luego contó con la aquiescencia del presidente Tabaré Vázquez, que lo mantuvo cuando él hacía rato que hacía méritos para la tarjeta roja y seguía en cancha”, dice el ex futbolista en clave futbolera. “Formaba parte de la logia Tenientes de Artigas, tenía vocación de caudillismo militar, tenía una visión política, era nacionalista, hizo declaraciones sobre la dictadura y los años 60 complicadas, tuiteaba, y además él tenía su historia... Es hijo de Pedro Manini Ríos, de referencia de derecha, y hermano de Hugo Manini Ríos, fundador de la JUP. Nunca debió haber sido nombrado, y en todo caso, debió haber sido cesado mucho antes de los gobiernos de izquierda”, opina Caetano, incrédulo.

Pero, reconoce, Manini aprovechó un electorado ávido “que estaba disperso”: la ultraderecha.

El aporte a la candidatura de Lacalle Pou será clave, coinciden todos. Lacalle Pou ya ha dicho que su gabinete de ministros contará con figuras de los otros partidos. Y en los días inmediatos a la elección se apuró a dejar claro que mantendría la agenda de derechos promovida por los gobiernos de izquierda.

Rabuffetti se pregunta qué técnicos conocidos o qué credenciales tiene el partido de Manini y Guillermo Domenech. Y se contesta: ningunas. En cambio, los colorados sí tienen técnicos que se han presentado en sociedad y pueden integrar un gabinete.

“El caso del Partido de la Gente y el Partido Independiente bueno, creo que su aporte será testimonial, porque el peso electoral que tuvieron no les da para reclamar mucho. El PI fue un fracaso, fue el corolario de una serie de malas decisiones y casi le cuesta la existencia como partido”, analiza el corresponsal de France Press.

Sin embargo, entiende que no le asiste razón a Martínez cuando habla de “reparto de cargos en un arreglo entre cuatro paredes”. “Es un invento lo de ‘entre cuatro paredes’. Hace años que Lacalle habla de una coalición. Y mirémoslo desde otro lado: el FA funciona como partido, pero es una coalición de partidos. Y siempre repartió cargos de acuerdo al peso electoral. Que Martínez haga una crítica de ese tipo me parece poco inteligente”, señala Rabuffetti.

Los deberes. “El escenario de este balotaje es similar al de 1999. El FA saca casi los mismos votos. Es muy difícil para el Frente remontar esta situación, sobre todo porque no tiene aliados, no tiene con quién aliarse, en cambio el Partido Nacional sí tiene varios”, dice Verónica Pérez. Bottinelli, en cambio, tiene un matiz: “El escenario es parecido al del 99 (cuando terminó ganando Jorge Batlle en segunda vuelta). Si mirás la oposición hoy -que en aquel entonces era el oficialismo- está muy fragmentado”. “Y más tirado a la derecha”, acota la politóloga.

El Frente tiene que apostar a recuperar a muchos de los frentistas que no lo votaron y a otros que no son frentistas y tienen recelos de votar a Lacalle por su alianza con Manini. Pero tiene que hacerlo de una manera sutil, no gritando: ‘¡Viva Batlle, viva Wilson!’ Eso demuestra irreflexión. Fue un acto irreflexivo (de Martínez la noche del 27 de octubre)”, sentencia el historiador y politólogo Caetano.

Como reacción para encauzar el barco, la tarde del martes 29 se supo que en una reunión de líderes sectoriales del Frente Amplio se había bendecido al intendente de Canelones, Yamandú Orsi, como coordinador o jefe de campaña de Martínez de cara al balotaje. “Veo posibilidades claras de triunfo”, le dijo el candidato a los presentes en esa reunión en La Huella de Seregni (“Pacha” Sánchez y Orsi del MPP, Juan Castillo del PCU, Carlos Varela de Asamblea Uruguay, Mario Bergara de Fuerza Renovadora, Rafael Michelini del Nuevo Espacio y Gonzalo Civila del Partido Socialista, entre otros). “Hay dos opciones. Una opción que tiene como componentes a los más desprotegidos, un neoliberalismo con una dosis de autoritarismo que nos preocupa. Por el otro lado, un gobierno que ofrece certezas. Un futuro gobierno del FA ofrece las certezas del trabajo, salarios, jubilaciones, sin mayores sobresaltos”, dijo la figura “joven” del MPP y novel jefe de campaña.

Para Pomiés, puede ser una buena jugada del FA. “Tiene buena imagen, comunica bien, no es de Montevideo, y además es del MPP. Si el MPP no se pone las pilas en la campaña, con la militancia y convencer en el interior, le va a ser muy difícil a Martínez ganar. De todas las figuras del MPP, Orsi es la que menos daño le hace por los resistentes al MPP”, opinó.

En tanto, Rabuffetti dijo que el nombramiento de Orsi busca mejorar la imagen de la fuerza política. “Es un líder carismático, muy asentado en Canelones, un bastión importante, y con mucha llegada a la gente desde el estrado y en el mano a mano. Creo, además, que es una estrategia para posicionar a Orsi hacia el 2024... recordemos que coqueteó con ser candidato. Si le sale bien, él será el salvador del partido y si no gana el FA, la responsabilidad será de Martínez y Villar”, analizó.

¿Y qué debe hacer Lacalle Pou? Para el sociólogo Eduardo Bottinelli, más allá de las negociaciones por cargos, el candidato blanco debería definir rápidamente quién se haría cargo de las áreas más sensibles. “Debe dar certezas: quién se va a hacer cargo de la economía (más allá de Arbeleche), de la seguridad nacional, de defensa. Porque para algunos no es lo mismo que algo esté en manos de Cabildo Abierto a que esté en manos del Partido Colorado o el Partido Nacional. Esas son señales que hacen a las posibilidades o no del acuerdo. Lo otro es una incógnita: cuánto rechazo puede generar una alianza con Manini... o no. Cabildo Abierto tiene la llave del acuerdo”.

Todos aseguran que hay un favorito y es Lacalle Pou, aunque a todos les resultó temeraria la afirmación del politólogo Adolfo Garcé (“la probabilidad de que el FA gane tiende a cero”). O como dice Pomiés: “Lacalle tiene las cartas ganadoras, pero todavía tiene que jugarse la mano”.

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PLEBISCITO: ¿ERA LA FORMA?

Para el director de la empresa Factum, Eduardo Bottinelli, la reforma constitucional por seguridad era “la última carta importante” que tenía el líder de Alianza Nacional, Jorge Larrañaga. “Si salía (aprobada) era un triunfo. Si no, ratificaba que no pasa por su mejor momento después de pelear una vez más. La apuesta era: ‘si sale, es un gol, y si no sale, es más de lo mismo’. No es una derrota para Larrañaga porque lo votó mucha gente, pero pasó lo mismo con (Pedro) Bordaberry, que estaba solo con la campaña por la baja de la  edad de imputabilidad, y electoralmente le fue peor que en 2009”, comparó Bottinelli.

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Al sociólogo le llama la atención -dijo- que el nivel de votación en los plebiscitos suelen dar resultados similares en cada ocasión. “Suele votar casi la misma gente, punto más, punto menos, excepto el plebiscito por el voto en el exterior, que tuvo un apoyo menor”, apuntó.

Bottinelli cree que hay un país “partido en dos” en muchos temas y “por alguna razón mágica, que no se explica, mantiene o conserva esa suave ondulación, sin priorizar movimientos bruscos en algunas cosas. Está el impulso y el freno. Eso de hacer el cambio, pero al  mismo tiempo mantener lo que está”. Y remató: “Pasa siempre lo mismo. Se impulsan plebiscitos, se obtienen las firmas, se llega a una instancia en la que están a punto de aprobarse, pero no se aprueban”.

“Es que el umbral para aprobar un plebiscito es muy alto”, apuntó Verónica Pérez, politóloga. Por eso, cree, mantener el status quo suele ser la regla.

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De todos modos, ambos coinciden en que el próximo gobierno no puede desoír el descontento con el actual modelo de seguridad pública, dado el 46,7% de papeletas a favor de la reforma.

por César Bianchi

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