Thursday 25 de April, 2024

OPINIóN | 21-10-2019 09:51

Julieta Prandi, la víctima impensable

La violencia que vivió la modelo en su matrimonio es un reflejo de la historia de miles de mujeres. ¿Por qué una mujer exitosa e independiente falla al defenderse?

¿Por qué una mujer independiente y exitosa queda atrapada de tal forma en las trampas de un mal matrimonio, que no puede recurrir a tiempo a la ayuda legal obvia en estos casos?

Esta es la pregunta que todo el mundo se hizo esta semana al escuchar el relato de Julieta Prandi -modelo, conductora, panelista- sobre la situación que vivió durante su matrimonio con Claudio Contardi, un calvario de celos, dominación, descalificación, adulterio y violencia económica.

Trending topic en Twitter, una usuaria expresó su sorpresa comparando a Prandi con Pampita: si a ellas las traicionan -se preguntaba- ¿qué queda para el resto de las mujeres?

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Y, justamente, lo que sorprende en este caso, es que Prandi no sólo posee recursos económicos propios (aunque según declara en la denuncia contra su ex marido, éste manejaba sus cuentas y el dominio de sus propiedades) sino que tiene además un acceso directo a los medios de comunicación, que al difundir su historia pueden funcionar como una barrera de protección. Sin mencionar la facilidad de su acceso a la ayuda legal, algo que no siempre está a la mano de todas las víctimas de violencia.

Prandi ha sido una figura muy discreta con respecto a su vida privada, y lo que todos se preguntan hoy es cómo pudo dejar avanzar tanto las agresiones sin decidirse a hablar.

Las respuestas no son fáciles, porque las razones de la inmovilidad de una víctima son muchas y de distintos tipos.

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Atribuir una condición mental que incline al abuso en el varón (“psicopatía”, es el término que la vulgata psicoanalítica emplea para estos casos) es arriesgado sin ser profesional y sin tener las posibilidades de evaluar a la persona en cuestión.

Pero sí es probable pensar en un mandato cultural que aún pone a las mujeres en la situación de preservar el vínculo familiar a toda costa. En pos de alimentar ese esquema de pensamiento, gran parte de las descalificaciones dentro de un vínculo violento refuerzan esta idea: “mala madre”, “mala esposa”, “irresponsable”, etc.

El relato de la familia feliz, con un modelo de varón protector y esposa sólo competente en la vida íntima, sin proyección pública; está instalado en las estructuras culturales de la sociedad en la que vivimos.

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Hay miles de Julietas sufriendo en silencio estas violencias menos dramáticas pero también por eso más sostenidas a largo plazo que la cultura patriarcal alimenta, inmovilizándolas en su capacidad de salir de la trampa y defenderse.

La violencia de género no sabe de clases sociales, edades, ni niveles educativos. Y sólo la palabra pública es capaz de deshacer el encantamiento que aún hoy tiene convencidas a tantas mujeres de su impotencia.

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Adriana Lorusso

Adriana Lorusso

Editora de Cultura y columnista de Radio Perfil.

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