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OPINIóN | 16-10-2021 12:30

Sergio Berni y su pobre gestión a la luz de los hechos

El autor de esta nota es especialista en seguridad y con pasado en la gestión, y le escribió una carta pública al ministro de Seguridad hace 18 meses. Las advertencias que no escuchó.

No soy crítico por el sólo hecho de serlo. No me permito nunca hacer una crítica desde lo malicioso y con el fin de entorpecer una gestión, sino que siempre lo hago desde el conocimiento que me dio la función policial y su operatividad, nacional e internacional, y los claustros académicos donde los verdaderos profesionales se preparan para el difícil arte de hacer seguridad pública, y en mi caso en particular, además, la lucha transnacional contra el narcotráfico”.

Así decía parte de mi escrito dirigido al ministro hace 18 meses y que editorial Perfil me dio la posibilidad de publicar en una carta abierta a Sergio Berni, luego de que este último diera una extensa nota al director de la editorial, en donde hablaba de seguridad y de todo aquello que pensaba hacer en la provincia desde el Ministerio a su cargo, del que hacía dos meses -en ese momento- era el máximo responsable.

Lo que escribí profesionalmente meses atrás, tiene plena vigencia hoy. Actualidad pura y dura.

En este ministerio actual de la provincia hicieron oídos sordos a las recomendaciones realizadas de buena manera desde distintas áreas.  No lograron desplazar en esta gestión y en las anteriores también, esa “virtud del político” en funciones, de creer que sabe todo, que todo lo puede, que la política sustenta las malas y buenas acciones, y que con un séquito de amigos puede hacerse cargo del timón del barco sin llevarse puesto ningún iceberg. Bien lo dice el dicho, si armaste un equipo en donde te crees el más capaz e inteligente, estas en el lugar equivocado.

La historia nos condena. Desde hace tres décadas a la fecha se observa en la provincia de Buenos Aires, más énfasis en hacer política con la seguridad que hacer políticas de seguridad, independientemente del color del gobernador y del ministro. No se hace lo que profesionalmente se debería hacer, sino lo que se negocia hacer con otros políticos.  Y es justamente eso, que la seguridad pública no se negocia, no tiene partido. Las herramientas correctas para identificar riesgos, vulnerabilidades, plasmarlas en un Plan Integral de Seguridad y Convivencia y bajar estas a la cúpula de la policía provincial para transformarlas en operatividad, son de índole profesional y no políticas.

Para muestras vale decir que, aquello que de manera electoralista mal parieron Scioli y Granados llamado policías locales, que vinieron a secar las lágrimas de la desocupación de esa época incorporando todo tipo de personas sin vocación y con dudosos medios de selección, y que posteriormente Ritondo en el turno siguiente mal aceptó y maquilló con reentrenamiento en lugar de barajar y dar de nuevo. Dependen de cada intendente operativa y económicamente, en cuanto a logística y combustible. Por lo cual, sin tener un Plan de Seguridad Provincial rector que seguir, tienden cada una a identificar sus necesidades y aplicar sus esfuerzos a lo que creen necesario. Algunas bien, otras muchas, mal.

Una transición inexistente. Hoy pagamos las consecuencias de aquel “desembarco” de Berni en el ministerio de seguridad. Bien dicho desembarco, ya que, si bien no hubo una toma del lugar ministerial, su estado mayor entrante nunca se reunió antes de asumir, con el estado mayor saliente huyente. ¿Cuáles objetivos se alcanzaron, cuáles no? ¿Qué líneas de acción contra las Bandas de Delincuentes Organizados se estaban llevando a cabo? ¿Cuáles eran los índices delictuales reales por zona geográfica? ¿Cuál era el estado de la logística y armamento del personal policial? ¿Cuál era la verdadera operatividad de la institución policial? ¿Qué grado de capacitación profesional se había alcanzado? ¿Cuál eran las líneas de lucha contra el narcotráfico, más allá del inexistente y equivoco índice de éxito de derribamiento de bunkers? Nunca se lo comentaron. No fue objeto de intercambio profesional. Mudo el que se fue, mudo e irresponsable el que ingresó.

Irresponsabilidad, desprolijidad y falta de profesionalismo al pasarse una fuerza policial, la más grande del país, como si fueran dos vigiladores de seguridad privada en un edificio de consorcio.

Así estamos hoy, gestión tras gestión, cada ministro entrega una peor policía y seguridad publica provincial que la que recibió al inicio de su mandato. No entienden. Dejen de zurcir retazos. La Policía de la Provincia de Buenos Aires no acepta más remiendos: hay que refundar.

De lo que estamos seguros es que hoy tenemos, por no prestar atención, por no saber, por acción u omisión, una fuerza policial compuesta por mucha gente que se uniforma de policía todos los días para ganarse el pan, pero que verdaderamente no son policías. No lo sienten. Vocación cero, entrega menos cero. Con un jefe de policía mudo e inexistente, funcional a la política de su ministro y que permite ser invisibilizado, y que a perdido hace ya mucho tiempo el respeto de sus subordinados.

Es una policía sin conducción, sin líder a quien seguir, en lo profesional, moral y operativamente. Yo hoy me pregunto cuanta ética hay en una cúpula policial que no puede explicar ante las cámaras o los micrófonos, lo bueno o malo realizado por su tropa en el accionar diario. ¿No les resulta raro?

Estamos mal y vamos peor. Poco se hace en el sentido correcto para poner de pie a la policía de la provincia de Buenos Aires y brindar una mejor cobertura de seguridad pública. Es cierto, la justicia ayuda poco, muy poco, pero no podemos bajar los brazos como se está haciendo al no encontrar el camino.

Las consecuencias las sufrimos todos. Hoy el ministro es líder en la videoteca del terror. Todos los días nos regala en el gran Buenos Aires cinco a seis videos donde vemos delincuentes de poca monta, delincuentes en chancletas, tales como motochorros, rapiñando y matando a gente inocente en la calle o en puerta de sus hogares.

Tal como lo atestigua el informe de la Procuración de la Suprema Corte de la provincia, las zonas que concentran la mayoría de homicidios dolosos son el conurbano, La Plata y su periferia y Mar del Plata. Estas tres áreas explican el 85% del total de casos en 2020, con 808 casos. Además de urbano, la violencia es nocturna: el 59% de los homicidios en la provincia de Buenos Aires se produce entre las 20 y las 6 de la mañana.

Estamos a las puertas de los modelos duales de seguridad, como sucede en amplias zonas de México y en algunas de Colombia, donde el estado dice que nos cuida o no llega a cuidarnos, por lo cual la población comienza a armarse para defenderse, o toma acciones temerarias al atropellar con sus propios automóviles a delincuentes armados en la calle, sin tomar en cuenta las consecuencias de esas temerarias acciones.

Esta gestión ministerial perdió el norte en la lucha contra el narco transnacional. Pareciera que solo tiene permitido secuestrar algunos kilos de marihuana, y no de cocaína. Quizás no tomaron conocimiento que Argentina es el país de América latina donde mas creció el consumo de esta sustancia el año pasado, y que en la provincia de Buenos Aires nada se secuestra en relación con la población consumidora. “Esta guerra contra el narco está compuesta de pequeñas batallas día a día. Es decir que el proceso exitoso lo vamos a ir viendo con la sumatoria de los días, meses y años”, lo dije hace ya 18 meses, pero en la provincia estamos perdiendo esa batalla por goleada.

También recuerdo haberle dicho que la policía es “una institución Civil Armada” y que “los policías no comprenden a los militares”. Quedó demostrado. El señor coronel médico identificó un pedazo de tierra en la base operativa Policial de Puente 12, La Matanza, al costado de autopista Richieri, cede entre otras cosas de la base de helicópteros de policía, y decidió trasladar allí a casi toda la población administrativa del Ministerio de Seguridad con base en la Plata. Todos trabajan en contenedores, alquilados, con una erogación innecesaria, y debiendo trasladarse más de cien kilómetros para realizar su tarea.

Ya que tenemos tierra, pareciera que se dijo, voy a formar mi regimiento. Y le dio continuidad y acrecentó lo que equivocadamente se formó en la gestión de Ritondo, que fue la Unidad de Tropas de Operaciones Inmediatas (UTOI). Un hibrido entre el buen y profesional grupo Halcón y la guardia de Infantería. Allí desfilan, marchan, y se preparan para acompañar al ministro en TV cuando a este se le queman las papas, y los baja a un barrio donde mataron a una persona, con móviles, luces y cuatriciclos. ¿No sería mejor formar e instruir policías de calle que a estos numerarios a los que al menos hoy no les encuentro utilidad?

Cuidado, no todos los actores en su actuación nos sacan una sonrisa, no todos los funcionarios públicos son servidores públicos, generalmente son funcionarios “funcionales” a sus propios intereses.

 

*Jorge Vidal es especialista en Seguridad Pública.

por Jorge Vidal

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