Thursday 28 de March, 2024

PERSONAJES | 24-10-2021 13:52

Julio Kim: “Me gusta ir en contra de la corriente”

Empresario, compró las marcas Naíma y Calandra y en pandemia lanzó Ü Collective. Empleados millennials y pedidos al gobierno.

A Julio Kim no le es tan fácil conseguir empleados que comprendan su disciplina de trabajo. Criado bajo los estándares de un padre que se fundió en Corea y debió comenzar de cero en Argentina, lo suyo es el esfuerzo y la dedicación a tiempo completo. Se lo puede encontrar en la oficina incluso algunos sábados, domingos y feriados, y tras 20 años al mando de QS International, la empresa que reconvirtió en 2001 cuando su jefe quebró y decidió comprarla, sigue con el mismo nivel de detalle, desde lo más administrativo a lo creativo. En un país generoso en imprevistos, Kim no se altera y mantiene su motor emprendedor a toda marcha. De esa primera adquisición de una empresa vendedora de telas a hoy ha corrido mucha agua bajo el puente: en la actualidad, QS Group es un holding donde conviven el real estate, la moda (es dueño de las marcas Naíma, Calandra y la más reciente Ü Collective) y el comercio exterior.  

Noticias: Se animó a lanzar una marca en pandemia. ¿Es de la filosofía de apostar fuerte en épocas de crisis? 

Julio Kim: Warren Buffet suele decir que cuando la gente se pone codiciosa, hay que achicarse, y cuando la gente tiene pánico, hay que ponerse codicioso. Voy en contra de la corriente en algunas cosas. Durante la pandemia nos dimos cuenta de que sobraba gente, porque no había tanta producción, y a la vez veíamos un nicho en la parte textil. El homewear, los pijamas, los joggings y la ropa de yoga empezaron a tener más demanda. Y lo que hacíamos nosotros, ropa de fiesta y salidas, disminuyó. Entonces pensamos en hacer esta ropa dentro de nuestras marcas, pero además lanzar una nueva que se especialice en esto. Así nació Ü Collective. 

Noticias: ¿Lo motivan los desafíos?

Kim: El ser humano siempre tiene que progresar, y si dejás de hacerlo es como que dejás de cumplir una función, más si sos emprendedor o empresario. Está en el ADN de seguir para adelante. Si hoy no tuviésemos la pandemia y esta crisis de los últimos 10 años de Argentina sin crecimiento del PBI, nos hubiésemos expandido mucho más fuerte. Pero de alguna manera hay que seguir. Es como estar en el mar: llegaste a cierta distancia desde la orilla y pensás que podés frenar, pero la ola te sigue llevando de regreso. Así que si no hacés un progreso, en realidad estás yéndote para atrás. Los conglomerados grandes de empresas entendieron que nunca tienen que dormirse, que deben seguir diversificándose. Me pone contento poder dar trabajo. Pero sé que es difícil: no puedo pretender que mi gente trabaje al mismo nivel que yo, porque están haciéndolo para otro. Con los millennials es difícil, todos quieren trabajar remoto y pocas horas, y que ese nivel de vida los mantenga para poder viajar por el mundo. Estoy entre la generación X y los millennials, pero tuve otra crisis, educación y cultura.  

Noticias: ¿Se siente emprendedor o empresario?

Kim: Un híbrido. Porque tengo tareas y labor de empresario, como lidiar con pagos, contratos, sueldos, y por otro lado me motiva seguir creando proyectos. Creo que ese fuego emprendedor nunca muere. A la vez, muchas veces los emprendedores son como niños, porque solo se meten en lo creativo y dejan lo más arduo a otros, y eso no lo puedo hacer, sería muy irresponsable. 

Noticias: ¿Qué le pediría al gobierno?

Kim: Reglas claras. Con respecto a los impuestos, pagué el de la riqueza, pero quiero saber en dónde se gasta. Me parece una estupidez que sigan gastando el 70% del presupuesto en asistencia social, porque vamos a estar siempre en la misma. Durante la pandemia me salía más barato cerrar la empresa y pagarles el sueldo igual, pero si hago eso, estoy criando vagos. A mi me dijeron que lo que vos aprendés y la capacidad que tenés hay que usarla, porque si no, es como no tener nada. Lo que veo del gobierno es que seguimos dando cosas como el ATP o el IFE, y prefiero que me dejen trabajar y poder generar nosotros mismos. No hay reglas claras ni proyectos a largo plazo. 

Noticias: Tiene tres hijos y se lo escucha bastante workaholic, ¿cómo concilia trabajo y familia?

Kim: Hay reclamos, pero mi mujer ya me conoció así. Entonces para ella es normal, nuestros padres son así. Ella también es coreana, y Corea es un país en el que la guerra devastó todo y cambió la filosofía. Mi padre nació en el ‘54 y la guerra había terminado un año antes. Pero venían de una dominación de muchos años por parte de Japón, entonces si bien era un país que estaba mal, había un enorme patriotismo. La generación de nuestros padres y abuelos tuvo un sacrificio tremendo. La edad promedio de un hombre coreano apenas superaba los 50 años, porque entre el alcohol, el estrés y el cigarrillo, la calidad de vida era muy baja. Pero gracias a ese sacrificio tenemos el país que tenemos, con un PBI que es el décimo mundial, que apenas cayó en la pandemia, con avances tecnológicos muy rápidos, que debe controlar para que el dólar no baje tanto… 

Noticias: ¿Cómo educa a sus hijos? Crecieron muy distinto a usted.  

Kim: Cuando mi padre tenía una fábrica de fideos, se fundió y nos fuimos a vivir a un depósito chiquito que le quedó en una provincia. Me acuerdo de levantarme en ese depósito un día en que estaba lloviendo y se empezó a inundar. Me desperté arriba de una mesa, y mi hermana, mamá y papá estaban sacando agua con baldes. Esa noche entendí que éramos pobres, porque si llovía no tenía dónde dormir… Tres años más tarde nos mudamos a Argentina. Compramos un edificio en una esquina en Tristán Suárez financiada con una hipoteca y vivimos ahí durante dos años y medio, hasta que nos mudamos a Garín. Iba con mi padre a las 7 de la mañana a la obra, hacía el asado para los albañiles y después iba a un colegio público. Cuando volvía a la tarde lavaba las herramientas de los obreros. Hoy mis hijas van a un colegio en el que tienen de compañeros a apellidos como Galperín, Blaquier… Les cuento y entienden que papá trabajó muy duro, pero ven otra realidad. Aunque tienen algo que nunca tuve: los contactos. Somos amigos con los padres de sus amigos, pero esa amistad no es la misma que la que tienen los que se conocen desde primer grado. Yo aprendí inglés mirando “Friends” y mi hija tiene un nivel de idioma al que nunca voy a llegar. Tal vez les falte ese hambre por mejorar permanentemente, pero van a tener otros conocimientos que también son un don. 

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Vicky Guazzone di Passalacqua

Vicky Guazzone di Passalacqua

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