No tienen contacto con el resto de los efectivos del Servicio Penitenciario y tienen ingresos independientes en las cárceles. La tarea de Los Lobos, el grupo de élite creado a fines de 2016, requiere de un protocolo distinto al habitual: es que deben cuidar a testigos o imputados de causas sensibles para la Justicia. Allí está José López, por ejemplo, pero también estuvieron Leonardo Fariña, Ibar Pérez Corradi, Oscar Centeno y Alejandro Vandenbroele, entre otros.
Más allá de la preparación especial para resguardar a los que ingresan al Programa de Protección a Testigos e Imputados, una de las virtudes que más se valora de Los Lobos es la confidencialidad. Tanto la ubicación como las costumbres de sus custodiados son informaciones demasiado sensibles como para que sean compartidas.
Por eso trabajan en células, de manera que ni siquiera ellos pueden saber cuál es el destino de los demás integrantes del equipo. Si bien ya no cuentan con los recursos que les había brindado el macrismo, Los Lobos siguen atentos a la tutela de López y otros testigos protegidos.
por R.N.
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