Tuesday 19 de March, 2024

POLíTICA | 24-02-2021 15:33

Quién es quién en la familia de Lázaro Báez

Tras conocerse las condenas por lavado de dinero, La gran pregunta es ¿Qué pasaría si hablara el ex socio de los Kirchner? Internas.

Tras conocerse la condena de 12 años de prisión a Lázaro Báez y, las de sus hijos, por el lavado de 55 millones de dólares, algunos de los cuales se vieron en el recordado video en el que se los ve a todos contando pilas de dólares, la gran pregunta es ¿Qué pasará? ¿Se atreverán a hablar ahora que fueron condenados como responsables? ¿involucrarían a Cristina Kirchner y Néstor?

Sucede que la confianza es un cristal. En el caso de Lázaro Báez, sumamente astillado. El empresario, detenido hace más de 50 días, no confía en sus ex amigos y socios, y tampoco confía en sus propios abogados, ni en el magistrado de la causa. Y ahora, tras la implosión familiar y la denuncia de Leandro y Luciana Báez contra el juez Sebastián Casanello, no podría confiar ni siquiera en sus hijos.

A menos que lo que sucede puertas para adentro del clan sea una estrategia conjunta para liberar al cacique familiar, sin que Lázaro tenga que ensuciar sus propias manos entregando a la ex presidenta, Cristina Kirchner.

En el escrito, presentado el jueves por Leandro y Luciana, se pidió la recusación del juez Casanello porque consideran que encausó el caso de la ruta del dinero K de tal manera de dejar a Cristina Kirchner al margen de toda responsabilidad y que el hilo se corte en su padre. “Tortuga” Casanello (como lo apodó el periodista Jorge Lanata) aceleró el paso. Pero en una sola dirección.

El escrito de los hijos de Báez se fundamenta en una cuestión lógica: en la investigación se habla de “sobreprecios en la obra pública”, sin embargo los funcionarios que las otorgaron siguen libres y no están siendo investigados. ¿Quién daba las prebendas que Lázaro recibía?

Según Infobae, que tuvo acceso al pedido de recusación, Leandro y Luciana aseguraron que su padre es testaferro de los Kirchner y que Casanello lo sabía. Tendrían cómo probarlo: en una agenda, Lázaro habría dejado constancia de al menos tres reuniones en la Quinta de Olivos con el juez y la ex presidenta; habría llamados cruzados entre el magistrado y Báez, antes de que fuera detenido; y al menos cuarenta llamadas de Casanello a Santa Cruz el día que detuvo al titular de Austral Construcciones.

Lo presentación judicial del jueves 26 no sólo fue una estrategia judicial, sino principalmente mediática. Fue la manera de arrastrar a la ex presidenta al centro de la escena, otra vez. Según averiguó NOTICIAS en el entorno del empresario, cuando le apuntaron a Ángelo Calcaterra (primo del presidente Mauricio Macri), no lograron el rebote mediático que esperaban. Con Cristina no podían fallar. Al reclarmarle al juez que no se olvide de investigarla se aseguraron el rebote mediático y un brutal llamado de atención para los Kirchner: si el socio cae, caen todos.

En el juego de la Oca de la ruta del dinero K, Lázaro Báez se adelantó varios casilleros en su intención de hablar. “El límite está en mis hijos”, había avisado la esposa, Norma Calismonti. Y sin embargo involucraron a Martín, tras la aparición del video donde cuentan plata en la financiera SGI, “La Rosadita”. Ahora aparecieron en escena Leandro y Luciana para reclamar por la justicia familiar.

Los denunciantes. Luciana Báez fue la primera en sumarse al negocio. La hija mayor de Báez tiene estancias a su nombre, una productora de contenidos audiovisuales y una firma dedicada al alquiler y venta de vehículos, junto a su hermano Leandro, entre otros bienes.

Hasta ahora había quedado al margen del remolino judicial y mediático, aunque su nombre está impreso en gran parte de la documentación de la constructora investigada por lavado de dinero.

Con su padre en la cárcel, Luciana quedó al mando de Austral por decisión de Lázaro. Dejó de lado la tarea administrativa y comenzó a ocuparse de temas más sensibles.

Leandro Báez es el menor de los hijos varones de la familia. Entró al directorio de Austral en el 2012 y ese mismo año quedó como accionista de la empresa Loscalzos y Del Curto, otra constructora del holding. En Río Gallegos su nivel de exposición es más que el de sus hermanos. En el 2013, por ejemplo, chocó con su camioneta contra un comercio en el centro de la ciudad, durante la madrugada. Pero la noticia fue que, tras el impacto, se fugó colisionando con dos vehículos más. Recién frenó cuando la policía lo detuvo. Lázaro debió ir al comercio a hacerse responsable de los daños provocados por su hijo, para que el escándalo no trascendiera, como finalmente sucedió.

En el escrito a través del cual el juez Casanello procesó a Lázaro Báez, se puede leer que Leandro tenía autorización para ingresar a la “La Rosadita”. Leonardo Fariña, el valijero arrepentido, aseguró que su presencia allí era habitual.

La única que se mantuvo excenta de los vaivenes judiciales es Melina Soledad (23), la menor de las hijas. No está en el directorio de ninguna de las empresas, aunque sí figura como empleada de Austral.

Pero si bien en la Justicia el clan sigue actuando en bloque, una implosión movió los pilares familiares. Los hijos descubrieron que Lázaro había mantenido una relación paralela con una mujer, con la cual tiene un hijo de tres años. En el entorno de Báez lo confirman, pero no dan mayores precisiones. Y a pesar de que su mujer le dijo a NOTICIAS que la relación con Lázaro continuaba, estarían separados desde hace varios meses, aunque compartían la casa hasta el momento en que el empresario quedó detenido.

La grieta interna. El cristal de la confianza Kirchner-Báez estaba blindado, a pesar de los dardos mediáticos. No le entraban balas. Extrañamente, la primera esquirla vino desde adentro, cuando Ricardo Echegaray, ex jefe de AFIP, vaticinó: “Lázaro Báez va a terminar preso”. Mientras tanto, en el sur, la gobernadora de Santa Cruz Alicia Kirchner (cuñada de Cristina) rescindía los 24 contratos de obras que las empresas de Lázaro tenían en la provincia.

La respuesta no tardó en aparecer: “Yo puedo explicar mi patrimonio. Echegaray y Alicia Kirchner no”, acusó el ex bancario devenido en empresario durante la gestión kirchnerista.

De aquella respuesta de Báez a su detención en el aeropuerto de San Fernando apenas pasaron 11 días. Había sido llamado por Sebastián Casanello para la declaración indagatoria, pero apenas el Lear Jet matrícula LV-BPL aterrizó en San Fernando, personal de la Policía de Seguridad Aeroportuaria le informó que quedaría detenido. Tras la indagatoria fue procesado con prisión preventiva.

Desde aquel momento, el dueño de más de 200 inmuebles (incluidas monumentales estancias) pasa sus días en una celda mínima del pabellón 6 del penal de Ezeiza, entre la angustia, el arrepentimiento y la soledad. Por orden suya, sus hijos no fueron nunca a visitarlo: “No quiere que lo vean en ese estado”, aseguran en su entorno. La comunicación es estrictamente telefónica.

El empresario no confía ni en sus propios defensores legales. “Están jugando más para Cristina que para mí”, les había reprochado a Daniel Rubinovich y Rafael Sal Lari, a quienes acusó de mantener conversaciones telefónicas con el ex juez de la Corte Suprema, Raúl Eugenio Zaffaroni, el armador no oficial de la defensa de Cristina.

La prueba excluyente de que la relación entre los Báez y los Kirchner es cosa del pasado fue la devolución de parte del entorno de Lázaro de las llaves del mausoleo donde descansan los restos de Néstor. El titular de Austral Construcciones retiró el mantenimiento y la custodia del lugar que había construido en honor a su amigo.

Ahora, con una condena puesta sobre Lázaro Báez y sus hijos, si su familia no implosiona antes, Baez podría poner en jaque a los Kirchner. 

por R.N.

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