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POLíTICA | 10-06-2022 14:30

La trastienda de los cambios en la AFI

Con la salida de Caamaño y la llegada de Rossi se abren nuevos desafíos para la Inteligencia. El detrás de escena de un organismo en constante crisis.

En diciembre del año pasado, NOTICIAS anticipó que Cristina Caamaño, la interventora de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) no tenía previsto continuar en su cargo. Por un lado, ya estaba cansada de estar en una situación precaria porque su pliego seguía durmiendo en un cajón en el Senado de la Nación porque Cristina Kirchner no habilitaba tratarlo en el recinto. Por el otro, ante esta situación, el presidente Alberto Fernández ya le había prometido ese lugar a Agustín “El Chivo” Rossi para poder poner a alguien que pase el filtro de CFK. ¿Qué pasó? ¿Por qué se demoró el cambio?

Caamaño tuvo un golpe de suerte en diciembre: denunció en la Justicia que un agente de Inteligencia, de casualidad, había encontrado un video de una reunión que se realizó en las oficinas porteñas del Banco Provincia. El caso se conoció como la Gestapo PRO. Aquel hallazgo mágico le dio seis meses más de vida a la ex fiscal y presidenta de Justicia Legítima, quien avisó en el brindis de fin de año que sus días al frente de la AFI estaban contados. Con una copa de champagne en la mano dijo: “Una intervención no puede ser eterna”. ¿A qué se refería? A que la intervención tenía una misión. Era “reordenar” el organismo, que venía de una gestión muy cuestionada bajo el mando de Gustavo Arribas y Silvia Majdalani. Al parecer, para fin de año, Caamaño sentía que ese trabajo ya estaba cumplido y no hacía falta seguir con la AFI intervenida. Pero como, la política no tiene una lógica lineal, y para los protagonistas es muy difícil explicar por qué el pliego de Caamaño pasó dos años en el Senado sin aprobarse. A diferencia de lo que se supone, Caamaño no estaba cien por ciento alineada con Cristina. Podría haber algún punto de coincidencia sobre temas judiciales, pero Caamaño llegó a ese lugar de la mano de Alberto y se referenciaba Santiago Cafiero. En la dinámica cotidiana, por ejemplo, la ex interventora tenía un fuerte enfrentamiento con los funcionarios que responden a Máximo Kirchner.

Por estas horas, la ex fiscal analiza si acepta o no el ofrecimiento presidencial para reemplazar a Sergio Uribarri, condenado por corrupción por la Justicia de Entre Ríos, en la embajada de Argentina en Israel. Si acepta, la incógnita estará en ver si esta vez Cristina Kirchner, pondrá a consideración su pliego en el Senado.

Arribo

Rossi llega a la AFI con este mar de fondo, pero con una ventaja a su favor: no será interventor, sino director, es decir, “Señor 5”, como se conoce su carego en la jerga de los espías. Será nombrado en comisión hasta que salga su pliego en el Senado. En este caso, ¿qué hará Cristina con el pliego de Rossi? Si lo saca rápido quedará en evidencia que había problemas con Caamaño, y si lo demora, agigantará el conflicto con el santafesino, que ya había sufrido un destrato en las legislativas del año pasado cuando CFK eligió a Marcelo Lewandowski como candidato del oficialismo para el Senado, en lugar de apoyarlo a él.

Rossi ha tenido una relación zizagueante con Alberto y Cristina. El año pasado, el apoyo a Lewandowski lo tomó por sorpresa y con su candidatura lanzada. Allí tuvo un segundo desaire, esta vez, por parte del Presidente, quien en televisión dijo que todos los candidatos que sean funcionarios iban a tener que dejar sus cargos para la campaña. Rossi se enteró mientras estaba en otro programa de TV y tuvo que renunciar.  

Este regreso del funcionario tiene algunos sinsabores y desafíos. En principio le queda solo un año de gestión y ponerse a tono con el área le llevará tiempo. Como ministro tuvo un paso por el Ministerio de Defensa, que tiene las áreas de Inteligencia del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea.

Entre los desafíos que tendrá está el de administrar un organismo célebre por estar loteado por las diferentes fuerzas políticas. Al regreso de la democracia, la SIDE tenía un remanente de militares infiltrados que se mezclaron con los radicales que llegaron al poder. Con la llegada del menemismo, se sumaron los peronistas que convivieron con los radicales que quedaron. Con De la Rúa se sumó otra capa de radicales, y con el kirchnerismo se consolidó una masa de agentes coordinados por el entonces mandamás Antonio “Jaime” Stiuso. En el último año de Cristina como Presidenta, el 2015, Oscar Parrilli purgó la AFI de los históricos y puso agentes militantes propios. Con la llegada del macrismo hubo otro recambio. Y la vuelta del kirchnerismo al poder volvió a agregar otra capa política a la agencia. Hoy hay históricos mezclados con funcionarios que responden a Parrilli, otros a Eduardo “Wado” De Pedro, al diputado Rodolfo Tailhade, que tuvo un breve paso por la AFI en el 2015, y también los que llegaron con Caamaño. Ahora se sumarán los agentes de Rossi. Administrar un organismo que responde a tantos jefes es un arte que solo se experimenta en la política.

Una incógnita que se presenta a partir de la llegada de Rossi es el arribo de militares de confianza que trabajaron bajo sus órdenes en el Ministerio de Defensa. Los militares dejaron de estar en la AFI en 1983 y será una novedad su regreso, porque tienen una formación diferente, al igual que los agentes de la policía. Durante el macrismo, la AFI fue copada por policías retirados y eso explica parte del fracaso de Arribas y Majdalani. La formación de un agente de Inteligencia es diferente de la de un policía y mucho más de la de un militar.

El otro desafío de Rossi será la colaboración en investigaciones sobre narcotráfico. Hoy la Argentina casi no tiene colaboración de agencias extranjeras. La droga que llega a Europa prefieren incautarla allá en lugar de avisar a nuestro país. Recuperar esa confianza le llevará trabajo. Tal vez el año y medio que le queda por delante no alcance.

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Rodis Recalt

Rodis Recalt

Periodista de política y columnista de Radio Perfil.

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