***** El gran escritor y dramaturgo sueco August Strindberg (1849-1912) toleró una infancia difícil bajo la sombra autoritaria del padre y la extrema religiosidad de la madre. Años más tarde, tuvo una seguidilla de fracasos matrimoniales y algunas funestas experiencias íntimas. Poseía una personalidad esquizofrénica y durante gran parte de su existencia se sintió atormentado y perseguido, lo que quizás favoreció su refugio en las drogas y el alcohol. Con profunda sensibilidad logró exorcizar sus demonios en una amplia producción literaria.
Reflejó de manera contundente las relaciones conyugales en esa feroz disección de una pareja que es la pieza “Danza macabra”; introdujo elementos de la lucha de clases y un larvado feminismo en la icónica “La señorita Julia”; y hasta expuso su furia interna y la pasión tardía por las artes ocultas y la alquimia en “Sonata de espectros”, conocida casi en el crepúsculo de su vida. Hoy se lo considera renovador de la escena y precursor del teatro de la crueldad y del absurdo.
“Sonata de espectros (Spöksonaten)”, estrenada en 1907, narra la historia de un joven estudiante que, después de pasar toda la noche rescatando heridos en un incendio, conoce a un misterioso hombre llamado Hummel. Este lo vincula a un mundo aparentemente familiar y de valores cuando entra a la casa de unos nobles. Una vez dentro, poco a poco se decepcionará al encontrar una realidad llena de traiciones, enfermedades y fantasmas.
A los 84 años, su compatriota Ingmar Bergman, el genial director cinematográfico, televisivo y teatral, plasmó una versión de esta obra, por cuarta y última vez, en la temporada 2002 del Teatro Dramaten de Estocolmo. Constituyó su despedida artística, el canto del cisne de una trayectoria magnífica por creaciones que aún siguen vigentes.
Obtuvo enorme éxito con un montaje que, sin duda, abrevó en su propio baúl de recuerdos y tormentos. Lo guio con singular maestría, respetó la tradición del gesto, de la palabra y de la dicción. Creó un misterio y una emoción que envidiarían los puestistas actuales más osados y aclamados. Contó con un extraordinario elenco, donde sobresale la presencia de Erland Josephson; actor fetiche del mundo bergmaniano.
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