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PERSONAJES | 07-12-2011 16:45

“Somos lo más rockero del tango”

Cantor de la Orquesta Típica Fernández Fierro, fue futbolista y trabajó en cantobares. Kiss, apoyos escasos y cómo renovar el género.

Caminando en la coqueta Mansión Dandi Royal, un caserón de principios de siglo XX devenido en hotel boutique con su propia academia de tango, Walter Laborde es contundente: “El tango es música y la música es el signo de los tiempos; en nuestro caso, de ahora y de este lado del mundo. Hacemos una cosa caótica y apocalíptica. No hay lugar para los valsecitos”, dispara el “Chino”, cantor de la Orquesta Típica Fernández Fierro, agrupación que, a fuerza de trasgresión y trabajo, se ganó un lugar en el conservador círculo tanguero y hasta los aplausos de un público ajeno: el de rock.

Noticias: En la escena nacional, repleta de músicos pero sin lugares para tocar, ¿cuál es la importancia de tener su propio escenario, el CAFF?

Walter “Chino” Laborde: El Club Atlético Fernández Fierro es nuestro búnker, sala de ensayo y lugar de presentaciones oficial. Es muy importante, la orquesta arrancó su carrera ahí. Hace 10 años que lo tenemos y hace ocho que tocamos en vivo. La cosa se puso más jugosa cuando nos dimos cuenta de que la ciudad no ofrecía ni ofrece escenarios. Al tener algo bien preparado, hecho por músicos y para músicos, nos dimos cuenta de que era justo poder recibir gente. Ahí empezó una carrera mucho más importante en la historia del CAFF, porque les abrimos la puerta a otros estilos. Los que vienen se sienten bien tratados, porque también somos artistas. El público también lo percibe.

Noticias: No es común que una banda tenga su propio lugar de conciertos.

Laborde: Edmundo Rivero tenía El Viejo Almacén, y Rubén Juárez su Café Homero. Pero sí, en nuestra generación, luego de este regreso del tango de los últimos 15 años, no es normal. El CAFF nació como una necesidad. Antes ensayábamos en la Academia Nacional del Tango. Llegó pero un punto en el que ya no tenía lugar para ensayar. Además necesitábamos un espacio propio para tocar cuando quisiéramos. Armamos este búnker en el Abasto con todo el esfuerzo, en un viejo taller mecánico transformado en centro cultural. Fue nuestra mejor decisión.

Noticias: El tango pasó del olvido a ser revalorizado a través del turismo, con apoyo gubernamental. Se lo transformó en un objeto de tradición. ¿Cómo ve eso?

Laborde: Frente a eso, Fernández Fierro ya no va por colectora sino directamente a contramano. La estampa para el turista no nos va. Hacemos una cosa caótica y apocalíptica. No hay lugar para los valsecitos. Por eso también la elección de vestimenta, las decisiones y una actitud política. Nos podrán decir que somos lo más rockero del tango, pero hacemos tango del siglo XXI. Jamás hemos recibido apoyo oficial. La única mano nos la dio Horacio Ferrer albergándonos en la Academia. No estamos buscando ayuda porque estamos bien, pero si bien hace falta gasa en los hospitales, la gente de la cultura también es importante.

Noticias: ¿Por qué el tango quedó pegado a esa cosa del eterno retorno, del revival constante, los temas viejos, el traje con sombrero negro y el compadrito bajo el farol?

Laborde: Yo tengo un dúo con guitarra en el que recreo tangos de antes. Me parece fantástico que no nos olvidemos de esa música que nos dejaron. Los artistas anteriores nos permiten estar parados en un lugar cultural importante, porque el tango es música clásica atravesada por el Río de la Plata. No nos gusta cuando se les saca el jugo desde el espacio gubernamental y mercantilista. El tango tiene muy poco apoyo de la Ciudad y cada vez que tenemos un medio lo pedimos. Deberían ayudar con las leyes, bancar a la música y dejarse de joder: no usen el tango para la figurita.

Noticias: ¿Cómo surgió la idea de abandonar el traje típico del tanguero?

Laborde: Llegó de manera natural, del mismo modo que aceptamos que somos de una generación atravesada por el rock. Nos vestíamos de negro. Un día uno se olvidó los zapatos. Al día siguiente, a otro le faltaba la camisa. Ahí dijimos “ya fue”. Lo importante es la música y el respeto por el género. Antes, la gente vestía de traje porque hasta los niños andaban así. Los tiempos han cambiado, fuimos muy resistidos, pero tenemos huevos para producir el cambio.

Noticias: Su historia tampoco es clásica. La figura del futbolista devenido en cantor no es usual, excepto el “Mono” Burgos.

Laborde: Mi abuelo materno era bandoneonista aficionado. Llegué a un mundo de bandoneón y pelota, con el club de fútbol frente a mi casa de Avellaneda. Mi intención era hacer la gran Burgos: ser futbolista, hacer guita y al terminar la carrera, a los 30, tener una banda. Hice las inferiores en Independiente, Lanús y Arsenal. Tuve dos partidos en la primera de El Porvenir. A los 20 me lesioné y perdí la posibilidad de jugar. A los 26 ya estaba con la Fernández Branca, luego se transformó en la Fernández Fierro.

Noticias: Antes trabajó en cantobares. ¿Era el típico cantante que se ganaba el mango haciendo tributo a Arjona?

Laborde: Tuve que hacer de todo. Imité a Fito Páez, Vicentico, Miguel Mateos y hasta a Ricky Martin.

Noticias: De chico era fan de Kiss. ¿Iba a las fiestas de disfraces vestido de Paul Stanley?

Laborde: El tango quedó de luto en casa cuando falleció mi abuelo. Un día prendí la tele y pasaron el video de “Fui hecho para amarte”, de Kiss. Esos travestis neoyorquinos me volaron la cabeza. Tanto, que tardé 15 años en volver al tango. A los nueve años me disfracé de Paul para ir a un corso en Avenida de Mayo. Corría un año muy jodido, 1981. No sabíamos mucho qué pasaba, pero yo estaba ahí, todo pintado, con una guitarra Faim nacional colgada del hombro.

por Daniel Convertini

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