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PERSONAJES | 16-12-2011 13:07

“Quería hablar del hombre y no del agua”

Cofundador de De la Guarda, impacta con su espectáculo “Hombre vertiente”. Rebelión artística, Phill Collins y perfeccionismo.

Poner el nombre es dar existencia” dicen en la India. Allí los maestros le asignan un gran poder a la forma en que nos llamamos, por su vibración energética y su significado. Explican que cuando un sobrenombre desplaza al nombre es para proteger a la persona: el sobrenombre se interpone al nombre como un escudo sanador, ante el karma de vidas pasadas. Aunque por estas latitudes porteñas, pocos comulgan con estas creencias sánscritas y para explicar el “mote” no se bucea en honduras espirituales. “Pichón viene de la época del Conservatorio de Arte Dramático”, explica Baldinú, uno de los artistas más innovadores del país, cofundador de De la Guarda. Ahora con su propia compañía teatral Ojalá, presenta en el Centro Cultural Recoleta  “Hombre vertiente”, una obra de fuerte impacto, donde el agua es protagonista: brota del cuerpo de los personajes, los invade por la espalda, emana sin parar.

A los 18 años, después del secundario en un colegio de curas y de varones, entró al Conservatorio con la atmósfera político-social de la época previa a la democracia. “El sobrenombre representaba mi estado de ingenuidad: salía de una burbuja, me salté un montón de casilleros porque en la escuela no se vivía la realidad, para bien o para mal. Entonces me encontré con compañeros que me doblaban la edad y que habían vivido la Argentina de veras, con amigos desaparecidos… Formado en una cultura muy católica, ese primer año fue crítico, de muchos quiebres: me puse en rebeldía contra todos y todo. Me parecía que el relato de la vida que me habían inculcado no era real, me habían engañado…”, sostiene.

Noticias: Usted es “modelo 65”. Estar en los `80, un decenio marcado por Malvinas, el final de la dictadura y el regreso de la democracia, con sus 20 años vírgenes…

Pichón Baldinu: No me gusta para nada esa virginidad; pero sí, fue así.

Noticias: ¿Y su familia?

Baldinu: Pura sangre tana. El viejo murió, era técnico mecánico; mamá fue maestra rural y vive; ambos son primera generación de inmigrantes. Tengo un hermano menor, Tuti, a cargo de la comunicación y mi ex mujer, Gabriela Baldini, es mi socia y productora general. Con ella tuvimos a nuestras hijas Agustina (24) que estudia cine y Clara (13) que va al Cristóforo Colombo.

Noticias: ¿Todos lo apoyaron en su rebelión artística?

Baldinu: Siempre bancaron esa cosa extraterrestre que yo tenía. Soy producto de una época en definición y todos –de una forma o de otra– tuvieron que tolerar mucho vértigo de parte mía. Iban a Cemento a mis shows y al Obelisco a ver la tirolesa que hacía “el nene” ahí colgado. Los debe haber movilizado mucho.

Noticias: Y aquel Pichón se echó a volar. ¿Hizo las paces con el sobrenombre?

Baldinu: No estuve peleado. Me encajaba justo, porque los compañeros eran mayores y expertos, muchos integraron después la Organización Negra, y –en este momento lo estoy intelectualizando para responderle– lo tomé como algo afectuoso. Conllevaba a romper el cascarón y volar. A los sobrenombres los habilitás cuando los aceptás.

Noticias: Cofunda la Organización Negra en el underground porteño.

Baldinu: Sí, porque mi profesor Julián Howard fue mi gran incentivador para crear fábulas propias. Él se fue y yo estudié solo ese año. Primero armamos La Negra, pero sin rigor, con gente que entraba y salía. Imposible tener una performance teatral seria. Por eso después cofundamos la Organización Negra, con otras performances para el under. Las nuestras eran manifestaciones culturales, pero sin espacios reconocidos. Generábamos presión como un geiser y estallamos en algunos momentos y espacios.

Noticias: ¿Qué entiende por performance?

Baldinu: A diferencia del teatro basado en un texto narrativo y un formato cerrado, lo performántico tiene más puntos de quiebre. Quizá termina acá o allá, de acuerdo con cómo se mueve el público que interactúa o depende si el actor que está en el aire frena allí o ahí…

Noticias: En el 2006 De La Guarda dejó de existir. ¿Cuál fue la mayor satisfacción que le dio?

Baldinu: Me dejó realizar el sueño con el que arranqué, en todo sentido. Artísticamente, pensaba en un lenguaje que revolucionara lo que había hecho y que tuviese fuerza y potencia. Después, los logros. Con un lenguaje abstracto se comprendió la esencia. Conquistamos público en la Argentina y el mundo, y dejamos un legado: el aire como espacio dramático. Había grupos que hacían cosas circenses o desde el aire, pero nosotros empezamos a moldear y amasar el aire de tal manera que no fuera solo aire, sino un ámbito desde donde contar una historia. Y que fuese entretenimiento. Aquí Gabriela tuvo mucho que ver; ella nos marcó reglas lúdicas.

Noticias: Para todo público.

Baldinu: Para identificarnos con lo popular. No nos pusimos en la vanguardia ni en el under. Quisimos estar en la cancha de fútbol y hacer algo válido para todos y que cada uno hiciera su propia interpretación.

Noticias: ¿Cómo aparece Ojalá?

Baldinu: Decidimos crearla como una productora que pudiese dar espacio a ideas que a veces te llevan a un espectáculo y otras a Disney; para seguir experimentando. Ojalá es una usina que maneja Gabriela para armar mundos artísticos que son complejos y no son comerciales.

Noticias: ¿Qué hizo con Disney?

Baldinu: Fue muy genial. Vino a verme el equipo creativo de “El rey León”, el musical que iban a estrenar en Broadway; viajé a Manhattan y tuve entrevistas con Tom Schumacher –el director teatral– quien había visto a De La Guarda en Nueva York. El pedido no fue transferir ni adaptar De La Guarda a “El rey León” sino crear un lenguaje nuevo; yo nunca había trabajado en un musical. Hubo que integrar canto, historias cantadas y danza entre el director, el escritor, el compositor, el director musical, el coreógrafo y yo.

Noticias: ¿En qué rol?

Baldinu: Una mezcla entre dirigir y coreografiar las acciones que se desarrollaban en el aire, contando lo que dice la letra en tiempos concretos. Como armar técnicamente el vuelo de Tarzán para generar  movimientos que son pendulares o caídas, viajes por el aire por arriba del público. Yo sabía qué elementos eran necesarios para que saliera de un arbusto, volara y la encontrara a Jane. Se armaron equipos técnicos: uno aplicado a la parte coreográfica y otro de aire que construyó todo el “reel”. Estuve 6 meses con Bob Crowley, el director –“set y costume designer”, que viene del teatro de Londres–, el coreógrafo Sergio Trujillo y Phil Collins que diseñó la música. Unos genios.

Noticias: ¿Cómo fue trabajar con Collins?

Baldinu: Es un grande que tiene la humildad para integrar un equipo desde el trabajo y no desde el divismo. Tiene formación actoral y le encanta la comedia musical… Un tipo muy talentoso ¡de batero de Génesis a lo que hace hoy!

Noticias: Otra apuesta fue en la Feria de Zaragoza.

Baldinu: Sí, las dos propuestas surgieron casi en simultáneo. El director artístico de la Feria viajó para proponerme desarrollar un espectáculo con el agua (el tema de la Feria) y demandó una gran producción: seis shows diarios durante tres meses, sin parar. Hizo falta llevar un grupo sobredimensionado de artistas y técnicos para satisfacer esa necesidad. No estábamos preparados para nada. Ahora nos damos cuenta de que el show era muy complejo; pero fue la primera versión de “Hombre vertiente” y la primera vez que escribí una historia. Una oportunidad para expresar la importancia del recurso, la sustentabilidad, y trasmitir lo que pienso. Siempre me dije que podía trasmitir energía y conexión con los sentidos; pero esta vez iba a guionar lo que sentía, con mucho de ciencia ficción y una narrativa de cómic, donde todo es posible pero solo parte es explicable; al resto, cada uno se lo imagina. Además, quería hablar del hombre y no del agua, reflexionar sobre el agua y su uso. Porque el problema es de los humanos; la naturaleza es más poderosa y regenerativa; nosotros duramos 70, 80 años y siempre pensamos en nuestros 80 años; son pocos los que se proyectan preocupándose por las generaciones futuras.

“Hombre vertiente” se presenta en la sala Villa Villa del Centro Cultural Recoleta, con actores surcados por tubos que echan agua. Los chorros se activan por computadora y siguen una coreografía centralizada con la música. Bajo el escenario drenante se instaló un piletón que guarda y recicla 18.000 litros de agua. Efectos de luz en medio de la oscuridad, hombres que caminan por el aire y un final delirante, esta alegoría sobre el drama de un mundo sin agua tiene una factura fellinesca.

Noticias: ¿Lo tecnológico subordinado a lo artístico?

Baldinu: Siempre. El agua está contando algo, no son aguas danzantes, y se interpretan desde la emoción.

Noticias: A su teatro se lo considera físico, con destrezas, acrobacias y efectos tecnológicos ¿Adhiere?

Baldinu: Para mí es un teatro sensorial, visceral, que estimula al espectador constantemente con nuevas formas de entendimiento, elementos no teatrales y una idea.

Noticias: ¿Cómo le llega ese “Eureka”?

Baldinu: Tengo una especie de amnesia sobre ese momento. Parto de una hoja en blanco, pero estoy incentivando la mente a la búsqueda y no recuerdo los caminos recorridos hasta que llega la idea: “los hombres que brotan agua”. Después me digo ¿de dónde lo saqué?

Noticias: ¿Algún hobby?

Baldinu: Cocinar.

Noticias: ¿Manías?

Baldinu: Perfeccionista con lo mío.

Noticias: ¿Cuál es el próximo paso?

Baldinu: Giras con “Hombre vertiente”.

Noticias: ¿Está solo o acompañado?

Baldinu: Acompañado… y no voy a decir más.

Noticias: ¿Algo que lo aburra soberanamente?

Baldinu: La misa.

por Sissi Ciosescu

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